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Dicen
que viajando se aprende. Y como en estos días de verano se
viaja tanto, comparando, todos aprendemos que Sevilla no es
que esté sucia: está guarra. La más sucia de Occidente. Lo
aprendemos los de aquí. Cuando vamos por ahí conocemos
ciudades con las calles como patenas. Pero también lo aprenden
los de por ahí, que vienen a Sevilla y se sorprenden de lo
sucia que está. Como los turistas generalmente no hablan con
nadie, porque no conocen ni nuestra lengua ni a nadie, pues no
lo dicen. No lo dicen aquí. No se lo van a decir a los
sevillanos que habitualmente conoce un turista, que son el
conserje del hotel, la guía de su agencia de turismo, el
camarero de la Hostería del Laurel, el de la taquilla de la
Catedral y el guachi que los lleva a comprar mantones.
Los turistas se quejan de lo sucia que está Sevilla allí,
cuando vuelven a sus pueblos y sus amigos han de soportar,
¡horror!, la inevitable sesión de los vídeos que han hecho en
el viaje. Están de vuelta los señores de John Smith (ella de
soltera Mary Jo) en su casa de Oklahoma City, y proyectan el
vídeo para tormento de sus amigos. Giralda, Catedral, Alcázar.
Y sale una calle con los cierres y escaparates de las tiendas
llenos de pintadas. El vecino de los Smith pregunta:
-¿Y eso qué es, Mary Jo? ¿El Museo de Arte Contemporáneo?
-No, querida, esto es una calle de allí, con una cosa muy
típica: las pintadas. Tienen todo el centro de la ciudad
enteramente pintarraqueado así...
-¿Pero a los indígenas de allí no les gustan los monumentos
tan lindos que nos habéis enseñado?
-No, a los indígenas de Sevilla no les gustan las casas como
están, y se dedican a pintarlas todas, por su cuenta.
-Ah, voluntarios...
-No, sencillamente hijos de puta.
Y luego sale en el vídeo de los Smith un clásico bar de
Sevilla, con el pie de la barra como de costumbre: lleno de
servilletas de papel, colillas, paquetes de tabaco arrugados,
cáscaras, palillos de dientes chuperreteados, espinas de
pescado, huesos de aceitunas y de chuletitas, escupitajos,
gargajos... Lo propio. Le preguntan los vecinos a Mary Jo:
-Esto, ¿qué es? ¿La obra de arte de ese divino calvo que ha
inventado el Arte Sucio, en la Bienal de Venecia donde
estuvisteis luego, no, Mary Jo?
-No, esto es un bar de Sevilla. Un detalle de la higiene de un
bar. Algo muy típico de allí. No conocen las papeleras, y lo
típico es tirarlo todo al suelo. Lo que no me explico es un
letrero antiguo que vi en uno de estos sitios, y que me
tradujo el guía. Ponía «Se prohibe escupir en el suelo por
razones de higiene». ¿Qué higiene, querida?
-¿Y en qué parte de África dices está esa ciudad tan guarra
donde habéis ido?
-No, está en Europa, pero es muy divertido lo guarros que son
y lo sucio que lo tienen todo. Al Ayuntamiento le tiene que
costar mucho dinero conseguir que todo esté tan sucio para
seguir la tradición. Mira, en uno de estos sitios, donde
sirven unos platitos como chinos de comida, que llaman tapas,
cuando el camarero ves que buscas dónde tirar la servilleta de
papel, como no conocen la papelera, te ordena enérgicamente:
«Tírelo usted al suelo...» Mira, en esta parte del vídeo,
verás, sale John tirando al suelo los papeles, como hacen
ellos. Mira cómo se ríe John al imitar las costumbres de los
indígenas...
Donde quiera que fueres, haz lo que vieres. Y en el caso de
Sevilla, el guarro. ¡Y pensar que los sevillanos nos
maravillamos luego en el extranjero de esas ciudades donde no
te dan ganas de tirar ni una colilla al suelo, de limpias que
están las calles!
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