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No
quiero ir de yoya por la vida. Ya saben quiénes son los yoyas.
Los enterados que te sueltan:
-Yo-ya dije que...
-Yo-ya anuncié que...
Sintiéndolo mucho, tengo que ir de yoya: yo ya dije que el día
que los padres de los niñatos que pintarraquean las fachadas
de los comercios con sus esprais del Paraguay tengan que pagar
la limpieza tras condena judicial, otro gallo cantará en el
lamentable proceso de degradación de Sevilla. El Ayuntamiento
anuncia que combatirá el vandalismo de nuestras calles
barrocas con el método que paró la kale borroka en las
Vascongadas. Guerra al niñateo de nuestra Kale Barroka. Método
que por cierto el Gobierno nacional del partido del alcalde ha
metido en el baúl de los recuerdos, en sus trajines para pelar
la pava con la ETA.
La solución es bien fácil. ¿Que un niñato pintarraquea la
fachada de la confitería La Campana recién restaurada por el
Plan Renove de los Comercios Tradicionales que paga Urbanismo?
Pues la Guardia Municipal (Policía Local le dicen de mote)
trinca a ese niñato, y lo lleva ante el juez, para que lo
condene al pago de las costas de limpieza de lo que
pintarraqueó. Cuando cuatro padres tengan que pagar cuatro
fachadas estropeadas y otros dos tengan que pagar dos
contenedores quemados, verá usted lo pronto que acaba el
incivismo de los Kafres de la Kale Barroka. En las
Vascongadas, cuando los padres empezaron a tener que pagar los
autobuses a los que pegaban fuego los niñatos en su FP de
terroristas, dejaron inmediatamente de quemarlos.
Y ya que el Ayuntamiento va a poner pie en pared, con
autoridad, con dos... maceros, contra el vandalismo de los
niñatos, a ver si cuando termine con la Kale Barroka en las
calles barrocas empieza a aplicar igual mano dura contra otra
epidemia de incivismo; la Kale Borratxa, que es otra. En el
vascuence que aprendemos por la obligatoria inmersión
lingüística de la ahogaílla del telediario, llamo Kale
Borratxa a la de los niñatos sevillanos, que no son de Jarrai,
sino del Jarro Ke Hay: del jarro de cerveza, del jarro de
calimocho, del jarro de cubata, del botellón merdellón. Aquí
tenemos a los jóvenes dedicados a una lucha callejera de
destrozarse el hígado. Padecemos nuestra Kale Borratxa. Igual
de incontrolados que los niñatos de la kale borroka de allí
con la gasolina o de la kale barroka de aquí con el esprai,
que los de la kale borratxa. Haciendo oposiciones para la
cirrosis, defienden a botellazos y cristales rotos el
independentismo de la Cruzcampo, de la ginebra Rives y del ron
Cacique, y el separatismo de cualquier idea de civismo y de
respeto a los vecinos. Violencia callejera botella en mano y
vaso de plástico astillado por el suelo hay toda la que
quieran, y más. ¿No es kale borroka de la kale borratxa que el
Ayuntamiento de Sevilla tuviera que enrejar jardines y más
jardines, para evitar los desmanes? ¿Y aquellas vallas de
Viapol? ¿No son las pintadas siempre una violencia contra la
ciudad? ¿Y las vomitonas y meadas por los rincones? ¿No es lo
mismo romper los cristales de un banco que los de la botellona
contra el suelo de la plaza de San Pedro recién reformada, que
a la mañana siguiente hay que limpiar gastando los impuestos
de los ciudadanos que estamos por la paz y por la tranquilidad
de la calle?
Dicen que en las Vascongadas no se puede salir a la calle
porque con los pantalones abajo del Gobierno la tienen tomada
otra vez los niñatos de la kale borroka. A muchas calles de
Sevilla tampoco se puede salir ciertos días y a ciertas horas,
porque las tienen tomadas los niñatos de la kale borratxa.
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