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El Recuadro   

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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


La Sevilla de "Siempre así"

 
DE entrada, vaya mi admiración más profunda y todo mi aprecio artístico por el grupo musical «Siempre así», ese animoso «Viva la gente» a la sevillana. Frente a tanto cani de la canción modelo Andilucas, está muy bien que existan otros grupos de éxito que huelan a colonia de la buena y no vayan vestidos de zarrapastroso y oro, con gorra de Fernando Alonso y pendiente en la oreja. Y no solamente admiro a «Siempre así», sino que hasta estoy por tomar su nombre artístico para entender mejor a esta ciudad de nuestros amores y nuestros sofocones. En las armas chicas del recuadro, estoy por cambiar el No Passssa Nada (versión actual del NO8DO) por el Siempre Así. Sevilla es siempre así. Como fue ayer domingo.
Y sigo congratulándome del éxito de «Siempre así» con su «Misa de la Alegría», y lo pongo bien clarito, que no quiero más cartitas con guasa en esa sección dominical de «ABC y sus lectores» donde, ay, qué casualidad, nunca escribe ninguno que me haya visto cuajar un artículo y cortarle las dos orejas.
Sentado todo lo cual añado que no hay mejor metáfora de cómo es Sevilla que la «Misa de la alegría» que ayer se oyó con tanto éxito de crítica y público bajo las solemnes naves catedralicias donde en otro tiempo sonaban los órganos grandes con la música de Eslava, del Maestro Torres, de Correa de Arauxo, de Mudarra, de toda esa importantísima memoria musical de la Magna Hispalense que acaba de reunir don Enrique Ayarra en su disco «500 años de música de órgano en la Catedral de Sevilla», que les recomiendo.
Ayer era Domingo de Carnaval. Como tal, comenzó el más secreto, íntimo, sevillanísimo y refinado baile de los seises, caballeros cubiertos ante Su Divina Majestad, rigodón a lo divino en el Versalles del altar mayor. Los seises, como saben, bailan tres veces al año: en la Octava del Corpus, en la de la Purísima y en este que antaño se llamó Triduo de Carnaval, que eran unos cultos en honor del Santísimo como desagravio a las ofensas a Dios que se cometían durante el desenfreno de Carnestolendas. Se trataba de que mientras en las murgas de todos los pueblos iban las máscaras disfrazadas de monjas y de frailes, que enseñaban el mandado por debajo de la estameña, y cantando el «Un fraile, dos frailes, tres frailes, cabrón el que no baile», en la refinada, silenciosa, oscura Catedral de Sevilla, con algo tan nuestro como los seises, se desagraviaba a Dios en el ostensorio de la custodia y en el canto de un coro popular y devoto, digamos anticarnavalesco, que, atronando el órgano, se ganaba el primer premio de tradiciones y devociones con el «Alabado sea/el Santísimo Sacramento/ y la Inmaculada Concepción...»
Triduo sacramental llamaron últimamente a estos cultos tradicionales, y le quitaron la connotación de desagravio a Dios por las ofensas a la religión en el Carnaval. Esperaba que en los periódicos de ayer viniera anunciado el tradicional triduo de seises que inaugura la Cuaresma sevillana, en los tres días inmediatamente anteriores al Miércoles de Ceniza, por lo menos con la mitad del cuarto del diez por ciento de propaganda hecha a la innovación de la por otra parte benemérita «Misa de la alegría» de «Siempre así». Que si quieres arroz... Ni una sola línea perdida en la agenda de la ciudad hallé en gaceta hispalense alguna, ni en el Internet cofradiero al uso. Tanto, que hasta dudé, y conociéndome el paño, pensé:
—¿A que los calonges han suprimido los seises del Triduo de Carnaval?
Busqué el teléfono de la Santa, Metropolitana y Patriarcal, y pregunte si ayer tarde había culto eucarístico con exposición del Santísimo y baile de los seises. Me dijeron que sí. Y a la hora de siempre: cuando dan las 5 en el reloj del crucero y los funerales heraldos de Cristóbal Colón siguen llevando el entierro de tantas tradiciones catedralicias perdidas o al menos dejadas de lado ante la novelería hodierna. ¿Cuántos sevillanos hubo ayer en la matinal «Misa de la alegría» y cuántos en el secreto, recatado, intimo baile vespertino de los seises de Carnaval? En la respuesta a esa pregunta nos encontramos la verdad de esta hora de Sevilla, tras la reciente metáfora del Miserere de Eslava en trance de pérdida y el estreno cada Semana Santa de 2.317 nuevas marchas. Pero No Passssa Nada. Esto es Siempre Así.
 
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