ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El Betis, judicializado

ESPAÑA está judicializada, quién la desjudicializará, el desjudicializador...Y siga usted con el trabalenguas, que como lo diga yo, que tartajeo, podemos llegar con este artículo hasta la página 57. Huelga de funcionarios judiciales al margen, tradicionales retrasos curiales aparte, dicen que en España hacen falta más juzgados. ¿No van a hacer falta, hijos míos, si es que no paráis de usar los tribunales como cajones de arena de los felinos, por la meá de un gato? Decían el otro día que el verdadero «glamour» está ahora en los tribunales. Los programas del corazón recuerdan cada vez más a aquellas magistrales crónicas de tribunales que hacía Tachín en el ABC. Género periodístico por cierto la crónica de tribunales ya tan perdido como el barco del arroz. Cuando el Crimen de las Estanqueras, el Crimen del Jarabo o el Crimen de los Galindos, había cronistas que se pasaban las horas muertas en las salas de vistas y luego plumeaban apasionantes relatos, que eran como compendios de novelas negras. Ahora los cronistas de tribunales son los propios demandados y demandantes, querellados y querellantes, que dan un comunicado de prensa.

—Y demandantas y querellantas, usted, no se olvide de la igualdad de género. Las famosillas y pelanduscas de tres al cuarto sí que gastan pleitos...

No hay crónicas de tribunales porque ellas mismas, ante la alcachofa del tomateo, hacen como autocrónicas:

—He puesto el asunto en manos de mis abogados y le voy a meter a ese tío una querella que se va a mear la perra...

¿Paro entre los abogados? ¿Cómo va a haber paro, si cualquier profesional del mangazo en los platós del corazón los tiene a pares? Todas dicen: «Voy a llamar a mis abogados». Ninguna llama a su abogado en singular.

Y de la política, ni le cuento. La política están tan judicializada que el Consejo del Poder Judicial está politizado, por decirlo mal y pronto, y el «hasta aquí llegó el agua» de la politización hay que ponerlo en el Constitucional. Que el presidente de la autonomía siente a unos periodistas en el banquillo, como si fuera Belén Esteban, da idea de la judicialización de la política en Andalucía, por no meternos en carretera y citar casos de Madrid o las Vascongadas.

Y ahora, para remate de los tomates (de los tomates judicializados se entiende), nuestro Betis amenaza con la judicialización del fútbol, tras el lamentable caso del botellazo que un salvaje que ni es socio del Glorioso ni nada, que no representa a una afición dignísima y civilizada, le pegó al portero del Atlético de Bilbao, que por poco lo deja en el sitio. La sanción al Betis quizá no habría habido co...mités de competiciones en Madrid para habérsela impuesto al Atlético de Bilbao si el botellazo lo pega un vasco en San Mamés, y no un andaluz en Heliópolis. Pero ésa es otra. Y otra más: se trata de un conflicto entre dos ex. Entre dos clubes que antes caían simpáticos en España entera y ahora, pues qué le voy a contar que usted no sepa. El Betis, por culpa de un señor que compró su mito popular como el que se compra una ganadería de toros bravos, para presumir socialmente, ha conseguido pasar de ser el club que era el segundo de simpatía tras sus propios colores para madridistas, rancinguistas, colchoneros y periquitos, a servir de chufla, rechifla y risión nacional. Lo mismo que el Bilbao, otro ex. El Atlético de Bilbao caía bien en España entera porque le daba la furia a la selección nacional y no fichaba extranjeros cuando los merengues eran el «Madrileñín Club de Forasteros» de «La Codorniz». Ahora los leones de San Mamés, que eran tan España pura, representan todo lo contrario: el símbolo de la negación de la patria, donde no se guardan minutos de silencio por los asesinados por la ETA. Hasta tal punto, que quizá la botella no se la tiraran al portero, sino al separatismo, que no es lo mismo. Y no quiero con ello justificar agresión alguna: sólo pienso en voz alta sobre los males de la patria, como Lucas Mallada (que no jugaba en el Zaragoza).

Aunque el Glorioso Betis tiene arte hasta para judicializar el fútbol. ¿Sabe usted qué Juzgado metió en la cárcel al salvaje del botellazo? Pues el Juzgado Número 13 de Sevilla. Símbolo puro de la judicialización del fútbol en la judicializada España, que el Betis inaugura: de las gloriosas 13 barras del escudo, al Juzgado de Instrucción Número 13. Ele mi Betis güeno, que no nos lo merecemos.

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