SEGURAMENTE usted, cuando se ha enterado de que van a imponer pena de cárcel por conducir sin carné, habrá creído, como servidor, que era por no llevar encima la antigua cartulina rosácea o el actual plástico con formato de tarjeta de crédito, el único documento oficial donde pone lo que somos y algunos no quieren que seamos: «Reino de España». Y habrá pensado que es una barbaridad meter en la cárcel a un tío por olvidarse el carné sobre el piano o por no llevarlo encima cuando en bañador y en camiseta de propaganda chunguísima vuelve de la playa. Menos mal que lo han matizado: hay cárcel, sí, por conducir sin carné, pero cuando no se tiene porque se ha perdido tacita a tacita en rebaja de puntos por infracciones, o cuando aún no se ha sacado, o cuando se lo ha retirado a uno el juez por juego peligroso y tarjeta roja.

A mí me parece muy bien que sean inflexibles con el carné. Ojalá todas las leyes se aplicaran tan a rajatabla como las de circulación. Doy un ejemplo: a un alcalde vasco o catalán lo pueden meter en la cárcel si lo pillan conduciendo sin carné, pero se va de rositas si convoca un pleno para negarse a poner la bandera de España en el balcón del Ayuntamiento, como está mandado por las leyes del Reino que dice ese permiso es nuestra nación. Los pederastas se escapan por colleras de la acción de la justicia y los maltratadores de hembras, aunque tengan orden de alejamiento, campan por sus respetos...porque sus fechorías no tienen nada que ver con la circulación. Si hubiera sido por el carné de conducir, el asesinato de la niña Mari Luz Cortés nunca se habría producido, y sus atribulados padre y abuelo no recorrerían las Españas en recolecta de firmas para pedir la perpetua, porque al criminal lo habrían encarcelado por llevar un Ford Fiesta sin permiso.

España es tierra de carnés. Hay quien vive del carné, y no precisamente de conducir. ¿Cuántos españoles viven tan ricamente, sin dar golpe, del carné del PSOE, del carné del PP, del carné de liberado de Comisiones o UGT? Un buen carné da más posibilidades de trabajo que el mejor título universitario. ¿Cuántos que estudiaban una carrera no la terminaron nunca, porque comprobaron que con el carné de Nuevas Generaciones o de las Juventudes Socialistas podían vivir perfectamente, estabulados en los pesebres del aparato del partido y en «pole position» para hacer un carrerón político?

Deberíamos pedir, empero, el carné a los que ejercen el poder. La compañía del gas nos exige que el tío que nos arregla la caldera de agua caliente tenga carné oficial de instalador, pero al que han nombrado ministro de Industria no le han pedido carné alguno de experiencia en la materia. A Zaplana le han buscado una mamela de cinco estrellas en Telefónica para que se ocupe de las relaciones de la compañía con la Unión Europea, pero ¿tiene carné de operador continental, o tocará de oído, tirando de agenda y de cafelitos como Mienmano? En la carretera, cierto, ponemos en peligro la vida de los demás y por eso está muy bien la mano dura. Pero en el camino de la política o de la empresa son muchos miles de millones del común los que apalean quienes, sin carné, no tienen la menor especialización en nada. Me sorprende que todo el que sale del Gobierno sea inmediatamente apalancado en una empresa pública o privada; pero no de chico de los recados, cargo que le vendría ancho a algunos, sino de presidente, ¡hala! Y la otra, la hija del revistero taurino que quería acabar ella solita con la Fiesta Nacional, a la OCDE, embajadora sin carné. ¿Tiene acaso carné de conducir oposición Soraya, esa niñata intercambiable con la igualitaria Bibiana? (Con Soraya, como es de derechas, te puedes meter sin que te llamen machista). ¿Tiene carné de saber distinguir las estrellas de coronel de las de capitán la futura mamá que han puesto de ministra de Defensa, y de la que por cierto nadie defiende a los militares?

Nada, nada: a exigir carnés se ha dicho. Carnés de demócratas mismo, que sabe usted que son los que expiden y exigen los totalitarios que están encantados con nuestra amistad de peaje con el demócrata Fidel Castro, con el demócrata Evo Morales y con el demócrata Hugo Chávez.