ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Obama llama a Javier Criado

COMO los americanos no saben que el día de San Fernando es fiesta aquí (aunque bien que tienen en California un pueblo que se llama así, San Fernando, pero sin exposición de los tesoros fernandinos de Ricardo Roldán en el Mercantil), estaba ayer Barack Obama en su despacho de Washington leyendo el ABC de Sevilla, porque Obama lee todos los días el ABC para copiar los planes estratégicos de Monteseirín contra Viera, y le dijo a su secretaria:

—Darling, a telephone call to Seville, please, I wanna speak with Mister Doctor Javier Criado.

Y la secretaria de Obama buscó «Criado» en la guía de teléfonos de Sevilla que tienen allí en el despacho para los desavíos, y sonó un teléfono en la Alfalfa:

—Guán mómen, plís, Dóctor Crayado: Mister Obama al aparateichon.

Y se puso el candidato demócrata, y de entrada dijo lo que todos los que llaman por teléfono desde Estados Unidos:

—¿Qué hora es ahí ahora?

—Las 5 de la tarde.

—Pues aquí, fíjate, son todavía las 11 de la mañana. Que le llamo, doctor Criado —prosiguió el negrito del colacao electoral americano—, para darle enhorabuena por su elección como hermano mayor de Pasión. Lo llamo porque sé que no está la cosa como para ponerle un SMS.

—Gracias, hermano. ¿Pero cómo se ha enterado usted?

—Pues porque acabo de entrar en Internet en «Pasión en Sevilla» y lo he visto. Porque aquí hemos seguido con mucho interés las elecciones de Pasión. Yo tenía nombrada una pareja de ayudantes, dedicada nada más que a hacerle un seguimiento.

—¿Por qué, hermano, si se puede saber?

—Hombre, doctor Criado, porque mis consultores me decían, echándome la bronca: «Si en Sevilla, para elegir al hermano mayor de una cofradía, aunque sea Pasión, han liado la que han liado, aquí no estamos formando ná, esto es una mierda, don Barack. A esto de las elecciones presidenciales hay que darle más alegría a tu cuerpo, Macarena, digo, Merced...» Y mi asesor de imagen me recriminaba: «¿Qué clase de candidato es usted, que ésta es la hora en que nadie ha recibido ni un triste SMS poniéndolo como los trapos? Ni esto es campaña electoral ni esto es ná. ¡Aprenda de Pasión, que no vea usted el navajeo que hay por coger la vara dorada, que como sabe es mucho más importante que la Casa Blanca!»

—Pues muchas gracias por su interés y por su felicitación, señor Obama —respondió Criado—. Y permítame que le haga una pregunta: ¿cómo tiene usted tanto interés por Pasión? Yo tenía entendido que usted era de Los Negritos.

—No, Los Negritos no me interesan, aunque también sean del Jueves Santo, porque allí no eligen hermano mayor, sino alcalde. Y esa parte del alcalde se la tengo encomendada yo a uno del partido que se llama Zoideichon, que es el que se ocupa de la política bancaria de Bellevue. Yo las elecciones que tengo como modelo son las de Pasión: qué forma de movilizar a los votantes, qué campaña, cuánto mamón. Ojalá hagamos aquí algo parecido. Y luego, lo del «ticket»...

—¿Cómo el tíque? ¿El tíque de la zona azul o el tíque de Mercadona?

—No, doctor Criado, el «ticket» electoral, la combinación del cabeza de lista con la vice. Yo tengo mucho interés en que Hillary Clinton, como no se va a comer una rosca así de grande en las primarias (porque aquí no es como el PP, aquí hay primarias), pues que venga en mi «ticket» como vicepresidenta. O sea, exactamente igual que lo suyo con Amalia Gómez y con Gloria Gamito, pero sin Santísimo Sacramento. Me tiene usted que decir cómo las ha convencido, porque Hillary no se deja. Me ha dicho que ella, si no sale en las primarias, lo que quiere es que la elijan delegada del Martes en el Consejo. Será el Consejo de Seguridad, digo yo.

—No, señor Obama, en ese Consejo no hay nunca seguridad de nada. ¡Pues no son falsos los capillitas! Usted conoce el lobby judío de Nueva York, ¿no? Bueno, pues eso es una peña de jugar al dominó al lado del lobby capillita de Sevilla.

—¿Por qué se cree usted que yo sigo con tanto interés las elecciones cofradieras, Mister Criado? Ahora estoy inspirándome en las del Consejo ése. Comparado con las puñalás traperas electoral-cofradieras de Sevilla, esto mío es, y nunca mejor dicho, una merienda de negros.

 

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