ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Fernando Alonso en Las Ventas

MENOS mal que ni Montmelón, o como se escriba, ni Montecarlo, ni ninguno de los circuitos de Fórmula 1 que empiezan por Mon está en la Mon...umental de Las Ventas. Porque en ese caso no le arrendaba yo las ganancias traumatológicas a Fernando Alonso. A Fernando Alonso lo admiran los que entienden por lo que corre, y los que no entendemos, por lo bien que sabe el tío elegir el taller donde llevar a arreglar el coche en plena carrera. Que llega, plas, y siempre hay siete tíos con un mono celeste clarito dispuestos a cambiarle la rueda, y no como nosotros, que cuando llevamos el coche al taller, el uno está en la media hora de bocadillo, y el otro está de baja, y el de más allá hablando por teléfono con un pesado, total, que la media hora no nos la quita nadie... para que nos atiendan siquiera. Otra cosa es que nos arreglen el coche. Por eso me maravilla Fernando Alonso: llega a boxes y, zas, como las balas le arreglan lo que sea, nunca le dicen:

—Deje usted el coche aquí, don Fernando, que esa pieza no la tenemos en stock, hay que pedirla a Barcelona y lo menos hasta la semana que viene no llegará. Pero no se preocupe, que le vamos a dejar un coche de cortesía.

Nunca he visto a Alonso pegando vueltas por el circuito en un coche de cortesía mientras le arreglan el suyo. Siempre va con el propio, puesto a punto sobre la marcha. Claro que eso ocurre porque el circuito no está en Las Ventas, ni Alonso tiene entregado al enfervorizado público, aquejado de sus endémicos ataques de histeria colectiva. Porque si Alonso compitiera en Las Ventas, lo de menos era si corría mucho o poco, si frenaba bien o mal, si tomaba las curvas como Dios manda o derrapaba, y si batía el récord del circuito. Si Alonso corriera en Las Ventas, de momento ir a verlo costaba de cuarenta mil duros para arriba en la reventa. No por nada, sino porque si no estabas allí, precisamente allí, aquel día, socialmente no eras nadie, eras la más exacta representación de una mierda pinchada en un palo. Y de televisar la carrera, nati, Nati Mistral y Nati Abascal. Aquí no se televisa nada, Alonso no quiere que se televise nada suyo, ni que fuera Chumácher ése, que es un chufla al que le televisan todas las carreras.

Yo, como socialmente soy una catalina enhebrada en un palo, no tengo cuarenta mil duros para comprarme una tribuna en la reventa, no lo dan por televisión y además me importa un pito no ir a pintar la mona cuando Fernando Alonso corre en Las Ventas, me hubiera tenido que conformar con la narración entusiasmada, a punto de nieve de la levitación, que me harían los autocalificados de aficionados al motor:

—Chico, te lo perdiste. Fue algo histórico. Mejor que la carrera anterior, más emocionante. Este Fernando Alonso es que se juega la vida en cada curva, yo no he visto a nadie pisar así el acelerador, ¡qué desprecio por el peligro! Mira, en la primera carrera, el coche se le salió de la pista y se pegó una voltereta para matarse, se le rompió el mono, se le abolló el casco... Pero él, nada, impasible, todo ensangrentado, como si no fuera con él, cogió, se montó otra vez en el coche, y ¡hala!, más cerca de la muerte todavía que se puso. El coche, claro, como cumple con su obligación de ser coche, no le respondió, y le pegó tres vueltas de campana para matarse. Y allá que fue otra vez Fernando Alonso por los aires, a tomar por saco, hecho un ecce homo, y el público en pie aplaudiendo y venga a aplaudir, gritándole: «¡Piloto, piloto, piloto¡» Se lo llevaron a la enfermería, con la botella de champán en la mano, y creíamos que no iba a salir a la segunda manga de la carrera, pero, ¡qué va!, qué arte tiene, salió, y fue ya el acabóse: el coche le derrapó, se le encabritó, le rompió la frente, le echó abajo la cara, le desolló un brazo, no le dejó ni rastro del mono de piloto. El coche quedó para el desguace y él, para la Clínica de la Fraternidad. ¡Emocionante, chico! Todos sobrecogidos. ¡Qué manera de dominar los coches! ¿Que si dominara los coches de verdad no tendría tantos accidentes, dices? ¿Tú qué sabes de coches, si aún sigues siendo partidario de Fitipaldi, que no valía un duro? ¡Cállate la boca, ignorante! Fernando Alonso tiene tantos accidentes porque es el mejor piloto de todos los tiempos, y además porque lo decimos nosotros, que somos los que más entendemos de coches de carrera, más que Don Ferrari y Don Mac Laren juntos, ¿passsssa algo?

 

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