ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El coche, enemigo de Sevilla

El mayor enemigo de Sevilla no es la crisis económica que ha puesto hasta a La Cruz del Campo enganchada a la media potencia, como si fuera un faetón de Rocío de la Cámara o de Gabriel Rojas. El mayor enemigo de Sevilla no es la indolencia de sus vecinos, virtuosos en el arte de aquí me las den todas sin que nadie abra la boca y mucho menos mueva un dedo. El mayor enemigo de Sevilla son esas ciudades que mientras aquí nos cruzamos de brazos nos están adelantando todas, por la derecha del PP y por la derecha del PSOE, a muchas de las cuales no les vemos ya ni la matrícula, como Málaga, como Valencia, como Zaragoza, como Oviedo, como en muchos aspectos la misma Cádiz o la misma Huelva o la misma Córdoba, sin ir tan lejos. El mayor enemigo de Sevilla no es el habitual y general desenfoque de las cosas, en nuestra tradición de hacer fundamental lo accesorio y olvidarnos de lo principal. El mayor enemigo de Sevilla no es tampoco el paro, ni la inmigración ilegal, ni la inseguridad ciudadana, ni la falta de oportunidades de trabajo para los chavales, ni la poca vergüenza pública y privada.

No, nada de eso. El principal enemigo de Sevilla es el coche. Todos los males que tiene Sevilla son por culpa de los coches.

Esa Avenida de Montes Sierra en la Carretera Amarilla, donde están tantos y tantos concesionarios de coches, de donde salen a la circulación tantos vehículos, ahí radica el verdadero y principal problema de Sevilla.

Y no hablo ya del coche como causante de homicidios por imprudencia, dolosos o culposos, como los que cada día se producen en los atropellos de los semáforos y pasos de cebra, y como recuerdan por toda Sevilla los mustios ramos de flores prendidos a los postes de las farolas.

Hablo del coche propiamente dicho.

El coche es culpable.

¿Por qué? Ah, porque sí, porque es coche, ¿le parece a usted poca culpa? Si por lo menos fuera bicicleta... Pero no, el coche es coche, vehículo del fascismo, impedimento del progreso, valladar para la modernidad y símbolo de la carcundia.

Por eso, naturalmente, el Ayuntamiento, vulgo Consistorio, que se preocupa tantísimo por los verdaderos problemas de nosotros los sevillanos, que nos cuida, que nos mima, que busca nuestra felicidad por encima de todas las cosas y al precio que sea, no sólo está dispuesto a hacerle la vida imposible al coche en Sevilla, sino que hasta que acabe con los coches no va a parar.

¿Para qué se hizo toda la peatonalización del centro? ¿Para aumentar la calidad de vida, para mantener limpio el aire y que los pajaritos canten y las nubes se levanten? No, padre. Se peatonaliza el centro para acabar con el coche. Pocos fueron los millones que se enterraron en la Avenida para vedarla a la circulación del coche, más millones tenían que haberle echado, porque de vez en cuando se ve cruzar uno por la Punta del Diamante camino del Arenal, y a eso no hay derecho, eso no debemos consentirlo bajo ningún concepto.

Y como este Ayuntamiento es tan bueno con todos nosotros, pues no ceja en su batalla contra el coche, causa de todos nuestros males. A ver si hacen pronto peatonal toda la delantera de San Telmo, para que no pueda parar allí ni un solo autobús de turistas y los turistas que son los únicos que se dejan aquí un duro en camisetas, en paella y en entradas para la Catedral y el Alcázar, tienen así que venir andando desde la recta de Los Palacios por lo menos, porque si malo y culpable es el coche, el autobús de los turistas que nos dan de comer es que ni te cuento.

Y muy bien lo que quieren hacer en torno a la Plaza España, leña al mono, hala, todo peatonal, todo ajardinado, que no entre allí un solo coche, que los coches tienen la culpa de que el Parque esté hecho una mierda. ¿Que qué va a pasar durante la Feria en la Glorieta de los Marineros, delante del Costurero de la Reina, cuando los coches que en esos días se desvían por la avenida de Rodríguez Caso ya no puedan entrar por allí y todo se congestione en torno al monumento de Elcano? ¿Que si no han pensado eso? No, han pensado algo mejor: que le den por saco a los coches.

Total, como ellos van en coche oficial hasta la mismísima puerta del Ayuntamiento, ¿qué más les da?

 

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