ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Echarse al monte (de Piedad)

ME gustaría hilar tan fino en política como mi dilecto vecino del costero derecho, siempre tan bien igualado y trabajando tan bien, con tanta cintura, vamos a echarle casta. Al contrario que Ignacio Camacho, yo en el Congreso del PSOE (aparte de gente presumiendo de ir sin corbata, cuando lo ganan como para comprarse el escaparate entero de Loewe, el de Galán, el de Ibáñez, el de O´Kean y el de Javier Sobrino) sólo he acertado a ver la ascensión gloriosa de esa Sorayita de la izquierda que es Leire Pajín. O la marcha a Madrid, en plan Carmen Calvo o en plan Maleni, de María del Mar Moreno, lumbrera refulgente de la política andaluza (¡tararí, que el toro va a salir!), la cual, si enfervorecía a las masas como presidente del Parlamento de la Señorita Pepis y había bulla ante las Cinco Llagas para pedirle autógrafos, es que ya, cuando Chaves la hizo consejera de Obras Públicas, era el arrebato de los votantes. La gente se iba a las carreteras, y preguntaba inquieta y expectante en las gasolineras:

—¿Usted sabe si hoy va a pasar por aquí la consejera de Obras Públicas en su coche oficial? Es para quedarnos a esperarla, y saludarla al pasar con nuestras banderitas andaluzas y nuestros vítores jubilosos. Usted que la ha visto pasar otras veces, ¿verdad que no lleva cristales tintados en el coche oficial y que le podremos ver esa linda cara de luna llena que tiene?

¡Qué pérdida más grande para Andalucía, Dios mío de mi alma! No tienen conmiseración. Primero nos dejan sin Carmen Calvo. Luego, sin La Maleni. Y ahora, lo que faltaba: sin Mar Moreno. ¿Qué va a ser de nosotros sin María del Mar Moreno? ¿Cómo podremos instalarnos en la Modernidad y el Progreso sin ella? Que le pongan crespón negro a la Giralda, y a la Torre de la Vela y a la Alhambra de Graná.

Decía que como no hilo fino en política, sino que lo hago con una aguja de coser sacos, me quedo en estas grandes tribulaciones que tienen contrito al pueblo andaluz. No puedo observar lo que mi vecino del costero derecho acierta a ver, pues dice que el PSOE, tras el Congreso, «en vez de batallar por el centro, se va al monte para tratar de obligar al PP a volverse igualmente montaraz».

Eso será en Madrid, dilecto Ignacio Camacho. Aquí el PSOE no se va a monte ninguno. Lo que no se baja es del coche oficial, que es una cosa muy distinta. No le hace falta radicalizarse. Aquí al PSOE, para repetir mayorías, no le hace falta el aborto de barra libre, la eutanasia de garrafa y el laicismo quemaconventos. Aquí, como la gente es tan cobarde, la derecha trincona, acomodaticia y sin principios calla como una hetaira, por muchas perrerías que hagan con la eutanasia, el aborto y el laicismo. No se hace montaraz, se hace montera: para ir de montería por todo lo alto y convidar a esa montería a los que mandan, y darles los mejores puestos. Y si alguien se sale de la cobardía ambiente y dice lo que piensa, lo acusan los muy cobardones de dar el mitin. Y como aquí el PSOE, además, se harta de repartir chocolatinas, bombones y caramelos, y los que más empujones se dan en el peluz para recogerlos son los empresarios de la derecha, y los señorones de la derecha, y los católicos profesionales de la derecha, pues no le hace falta ninguna echarse al monte. Le comen en la mano en el llano.

Al monte que sí se echa la gente de medio pelo que vive de un sueldo, querido Camacho, es al Monte de Piedad. El caminito que lleva a los empeños de la calle Arroyo no cría yerba, la gente yendo con sus joyitas. ¿Pero a que de eso no han hablado en el Congreso del PSOE? ¿A que de eso no ha hablado Rajoy en su discurso para imponer a la Sorayita de turno en Cataluña? De eso habla la realidad de Sevilla, tiesa como una mojama, con las rebajas criando telarañas. Hablan los letreros del «Se alquila» que pueblan los apartamentos de las playas, que este año no se descuelgan. Todos los que llaman al teléfono del «Se alquila» dicen lo mismo:

—No, alquilarlo por un mes, no: nosotros lo queremos sólo para un fin de semana.

Pero no hay crisis. Hay aborto, hay eutanasia y hay muchogüé, que aquí, además, se la remanfinfla a los cobardones que tenían que denunciarlo, pero que como viven de la mamela del Régimen, no tienen que echarse a monte ninguno: ni al de Piedad ni al otro.

 

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