ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El Gorrón de Apartamento

NO creáis que agotado su tesoro, queridos alumnos del Curso de Zoología de Mangazo, las calores nos habían hecho olvidar nuestras lecciones sobre los especímenes de gorrones que habitan en nuestras tierras. Muy por el contrario, hoy convertimos nuestra cátedra en curso de verano para tratar los aspectos estivales de nuestra asignatura. Aquí no se remienda de viejo. No vamos a ser menos que en Carmona, en Ronda o en La Rábida. Curso de verano, pues, más que propiamente dicho: nos toca hoy explicar las subespecies estacionales del gorrón que aparecen en cuanto los niños tienen vacaciones y aprietan las calores, englobadas bajo la denominación de Gorrón de Verano. El Gorrón de Verano, a diferencia del invernal, más que productos y servicios manga sitios donde pasar gratis total unos diítas, que pueden llegar a ser eternos. No sólo él, sino que suele extender los beneficios de sus artes gorroneras a su mujer, a sus niños y puede que en algunos casos a una institución hispánica tan digna de respeto y protección como la suegra, como ya dije.

El Gorrón de Verano prolifera mayormente en las playas, donde se presenta sin avisar, o sin notificar al menos la intensidad y extensión del mangazo que va a pegar. La especie más común es el Gorrón de Apartamento, que los clásicos llaman «gorronis apartamentalis maritimus». En los 34.375 casos estudiados por la Valdelagrana University en su informe anual «Sobrepoblación estival y aprovechamiento gorronístico de apartamentos», se establece que el vínculo familiar es fundamental para que el Gorrón de Apartamento se presente en todo su esplendor y gloria. De los casos allí estudiados, un 40,79% de gorroneo de apartamento correspondía a los cuñados caraduras, y un 27,34% a los primos, en todos los sentidos de la palabra, especialmente aquellos que eran objeto del gorroneo estival habitacional.

Hay dos subespecies de Gorrón de Apartamento: el de fin de semana, y el de semana o semana y media. Ambas suelen presentarse en viernes, con coche cargado hasta las trancas y siempre sin avisar. Llaman al timbre del apartamento y los sobrevenidos gorrones confiesan a sus titulares, del tirón:

—Es que como dijisteis que a ver si veníamos a haceros una visita, pues, mira, no lo hemos pensado dos veces. Como amaneció en Sevilla con tanta calor, nos dijimos: ¿Por qué no nos vamos al apartamento de Mari y Manolo, que nos tienen dicho que como les sobran dos camas de los niños que ya se han casado que nos vayamos allí a pasar un fin de semana con ellos cuando queramos?

Y allá que llegan con sombrilla, maletón de ruedas, bolsas, y hasta nevera portable, pero vacía, en previsión de mangazo de tinto de verano y de picaíllo fresquitos a la orilla de la mar atlántica. Aunque con tanto equipaje, el Gorrón de Apartamento no tiene un detalle con los gorroneados, a los que no les lleva de regalo ni dos botellas de Marqués de Cáceres para el almuerzo, ni una lata de melva canutera para los desavíos, ni siquiera un salchichón de los que están de oferta en Mercadona, a 3 euros, ni nada. Por el contrario, los gorrones se adueñan del apartamento como si fuera suyo, disponiendo a su voluntad de la mejor butaca de la terraza, del mando de la tele, y, sobre todo, ocupando el único cuarto de baño horas y horas, como si nadie estuviera en trance de apretón a causa de la ensaladilla del dichoso chiringuito, que esa mayonesa no estaba muy católica, Manolo, ya te lo dije yo, ¿no te vas a ir por las patas abajo?

Con suerte, el Gorrón de Apartamento se vuelve a Sevilla el domingo por la noche. Pero se han estudiado casos de apalancamiento que han durado, sin exagerar, desde la Virgen del Carmen a la Virgen de Agosto. El nexo familiar es siempre fundamental, y se ha determinado que a más estrecho vínculo familiar, más por saco que da el Gorrón de Apartamento colado por la cara en aquel cuchitril con toda su jarca, y sin tener siquiera el detalle de ir por la noche a por cuatro pollos asados y tres pizzas y pagarlos de su bolsillo, qué tío más rácano y más gañote es este primo tuyo, Manolo, a nosotros que no se nos cuelen más por las puertas, vamos, que soy capaz de volverme a Sevilla mañana mismito, porque yo otro fin de semana aquí con esta partida de parientes tuyos tan gorrones es que no la aguanto, Manolo...

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