ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Castelo, yo también soy malnacido

Querido Santiago Castelo, sentido poeta extremeño: niño, te pongo esta carta a ti porque ya no están para leerme ni Luis Chamizo, el que vendía tinajas por los pueblos, ni Gabriel y Galán, el que durmió aquella noche en el valle con el niño que cuida sus vacas. Esta carta podría escribírsela a los castúos, como podría escribírsela a los conquistadores, a los labradores de la Tierra de Barros, a los antiguos internos de los Jesuitas en Villafranca, a los ojos de los puentes romanos del Guadiana, a las ciegas estatuas del Museo de Mérida, a una copita de aguardiente de guindas, a un plato de perrunillas, a un atardecer en tu pueblo, niño, en La Granja de Torrehermosa, con el recuerdo lejano del tren de La Estrecha que venía desde Puertollano a Fuente del Arco.

Te escribo, pues, esta carta, querido poeta Castelo, porque quiero ponérsela a tu tierra y a tu gente, y nadie mejor que tú para simbolizarla, como presidente de la Real Academia de Extremadura.

Sabrás que un independentista catalán, un mierda, hablando mal y pronto en la donosa lengua del Imperio que tus paisanos extendieron por la otra orilla de la mar oceana, os llamado "malnacidos" a los extremeños, por la razón que esgrimir suelen los catalanes para pisarnos la cabeza como si fuéramos el dragón de San Yordi de los cojones: por cuestión de pelas. Hablando de catalanes, recordarás, querido Castelo, el himno que Tío José María Pemán escribió para el Congreso Eucarístico de Barcelona de 1952. Y te acordarás cómo arrancaba: "De rodillas, Señor, ante el sagrario,/igual que la palmera/que alegra el arenal..." Bueno, pues así, Niño Castelo, quieren los catalanes que estemos ante ellos: "De rodillas, Senyor". Señor con ene y con i griega, porque sabes que la eñe es signo de opresión centralista y españolista. Y de rodillas quiere que estemos ante los catalanes este señor que tiene nombre de frasco de agua de colonia o de barco del Rey en las regatas de Mallorca, Puig se llama el gachó independentista que nos ha llamado malnacidos a los extremeños.

Sí, nos ha llamado, Niño Castelo, nos ha llamado a los extremeños. No es una errata. Verás.

Nos ha llamado a los extremeños porque a efectos de la verdadera solidaridad de España, bendita palabra que estos independentistas odian, todos debemos sentirnos paisanos vuestros en trances como el presente. Llamándote malnacido a ti como extremeño, Puig nos lo ha llamado a todos como españoles. Si él no quiere que Cataluña sea un trozo de España, Extremadura bien que lo es. Y a efectos de que nos hierva el agua del radiador cuando un tiparraco de éstos se pone a arrojar basura sobre las Españas, debemos considerarnos todos extremeños. Todos tan malnacidos como tú y tus paisanos, querido Niño Castelo. Al fin y al cabo, si, como dije una vez, "la gente de Cai nacemos donde nos sale de los cojones", la gente de Extremadura también nacemos donde nos hace tomar carta de vecindad y naturaleza la indignación que nos producen estos agravios a pueblos enteros sobre los que quieren construir su independencia unos tíos mangones de pelas del presupuesto de la España que odian.

Dame, pues, Niño Castelo, no sólo como nacido a la extremeñidad desde mi andalucismo, sino como malnacido a los ojos de los dictadores del separatismo catalán. No hay nada más andaluz que la Baja Extremadura. Yo ahora, Niño Castelo, me voy en el vuelo del deseo hasta la raya de Extremadura, a Guadalcanal, subo al Puerto de la Cruz y ante mí contemplo la blancura, tan andaluza, tan nuestra, tan España, de tu pueblo de La Granja de Torrehermosa. Y adivino en el horizonte las iluminadas de Llerena, y la calzada romana de Casas de Reina que lleva hasta Emérita Augusta, y adivino un otoño antiguo de azuagueños reyes de los gitanos en la feria de Zafra, y veo que suben al cielo, como oraciones, las columnas manuelinas de los templos de Olivenza, y columbro la alta Extremadura de las piedras cacereñas, de los balcones de esquina de Trujillo. ¡Qué hermosa tierra para nacer! Hubo un tiempo en que los dioses conquistadores nacían en Extremadura. En cierto modo, a todos ahora nos han hecho nacer en vuestra tierra, Niño Castelo, cuando ese mierda con nombre de agua de colonia os ha llamado, nos ha llamado, malnacidos.

 

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