ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Sabina faltó a lista

EL Puerto no fue una fiesta, sino más bien un funeral. Y como suele ocurrir, había que buscar un culpable a quien largar el mochuelo. Lo encontraron. Fueron los toros. Desde el «Rusia es culpable» de Serrano Súñer no se escuchaba una acusación tan unánime: «Los toros de Nuñez del Cuvillo se cargaron la corrida del año», dicen unos; «Decepción por culpa de los toros de Núñez del Cuvillo», titulan otros.

Nunca se ha hablado tanto y tan mal de 6 toros, 6. El mochuelo de la decepción se lo han largado a los toros muertos. ¡Qué poco respeto por unos difuntos! Cómo insultan a los toros los revisteros. Cómo largan contra ellos los negreros del famoseo, los que ponen en negritas los nombres de los famosos. Es un nuevo aspecto de la Fiesta. Con razón dicen que este gachó la ha salvado. No es la Fiesta de los Toros; ahora es Fiesta contra los Toros. Largar fiesta de los toros de Núñez del Cuvillo para salvar a los salvadores.

Para no ser menos que nadie, echaré mi cuarto a espadas (y a estoques de descabello) en este hecho insólito de España entera largando pestes de seis toros, llamando a los pobres de todo y por su orden cuando ya los han arrastrado, qué lástima de hijos, y no se pueden defender. Lo que me extraña es que toda la carga se la den a los pobres toros, y que nadie le haya dicho ni palabra a los ganaderos. A los que conozco hace mucho tiempo, tanto a Núñez del Cuvillo padre, don Joaquín, como a Núñez del Cuvillo hijo, don Álvaro. Los tuve muchos años de vecinos de abono en el tendido 7 de la plaza de Sevilla. Pagando. Apoquinando. Pasando por taquilla. No como estos gorrones de cinco estrellas que con su pescuezo de cinco jotas fueron de balde a las mejores barreras y a los mejores burladeros de callejón en El Puerto, y que ahora, encima que no pagaron, son los que más fiesta largan contra los pobres toros de Núñez del Cuvillo, a los que con tanta acusación de culpabilidad han hecho poco menos que de Núñez del Banquillo, como los llamaba mi recordado catedrático de Gramática Parda, don Miguel Criado, El Potra.

Esto no se hace, señores Núñez del Cuvillo, mandar esos toros al Puerto, estando aquí estas dos figuras y estando aquí en la plaza estos señores tan ricos, ilustres y populares, y todos estos gorrones de famoseo. Ya sé que cuidaron ustedes especialmente el encierro, pero El Puerto no es Bilbao, ni El Salvador es El Cid. Me han contado que los pobres toros, faltos de información, salían a la plaza como si tal cosa. Como si no estuviera allí, de gañote total, todo el PP de Andalucía, con Javier Arenas de gorrón mayor a la cabeza, hasta el punto de que, como ha dicho un ingenio gaditano, podían haber celebrado perfectamente el congreso regional al final de la corrida. ¿Cómo sueltan esos toros a la plaza sin darles una teórica sobre su responsabilidad, señores Núñez del Banquillo, digo, del Cuvillo? Tenían ustedes que haber metido en una corraleta a los seis toros y arengarlos antes de entrar en combate:

-Queridos toros: tenéis en vuestros pitones una responsabilidad muy grande, no sólo por el honor de nuestro hierro, sino por el chufleteo del famoseo. Os van a lidiar uno que ha salvado a la Fiesta y ha salvado sobre todo su cuenta corriente, y otro que se cree más que Paula y Curro juntos. Así que sed buenos y dejaos cortar las orejas. Y de cornadas, ni mijita, que no me entere yo. Embestid con toda bravura, que os estarán viendo Dragó y Arrabal, que saben tela de toros. Demostrad vuestra nobleza ante Ramón Calderón, y no nos dejéis mal ante Jaime de Marichalar. Repetid las embestidas y haced el avión cuando le den vela en este entierro a Manuel Orta y escuchéis su fandango, porque os estarán viendo Ana Rosa Quintana y Almudena Grandes, esas dos grandísimas aficionadas. Pero sobre todo derrochad casta porque, como siempre que torea El Salvador de la Fiesta, y esto lo sabéis de sobra, estará allí Joaquín Sabina, el que más sabe de toros del mundo. Así que, por favor, salid con las cremalleras puestas en las orejas, para que os las puedan cortar con mayor facilidad.

Sin que esto salga de la Bahía, sé por qué sobrevino la decepción. Porque como no les dieron la teórica del famoseo, los toros, viendo el cartel, salieron y buscaron al de siempre, a Joaquín Sabina. Y como Sabina faltó a lista, pues pasó lo que pasó. Ya lo dijo Joselito el Gallo: quien no ha visto a Sabina en El Puerto no sabe lo que es una tarde de toros.

 

SOBRE ESTE TEMA, EN EL RECUADRO, "LOS GORRONES DE JOSÉ TOMÁS"

 

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