ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Rascayú de las ronchas

HABLABA el otro día de la nueva jerigonza municipal que hace que triunfe la palabra Consistorio sobre la dignísima voz Ayuntamiento, y decía que hay una Pasarela Cibeles de la Lengua, en la que los vocablos están a la última o pasados de moda. Como la realidad es la principal creadora de lenguaje, la crisis que tenemos en todo lo alto está renovando bastante nuestro vocabulario.

Con la crisis han vuelto palabras que parecían muertas o desaparecidas en combate. Como un término que ha pasado de la Dermatología a la Economía, del doctor Conejo Mir al doctor Velarde Fuertes: me refiero a la roncha. La gente vuelve a dejar ronchas. No porque les hayan picado los mosquitos en Punta Umbría o en las estribaciones mazagoneras o matalascañeras del Coto de Doñana, sino porque han recibido el aguijonazo de la crisis, como un rejón de Diego Ventura. Las ronchas económicas, a diferencia de las dermatológicas, no salen: se dejan. Es como una estela de la ruina que van dejando los barcos empresariales o particulares que se van a pique:

—Oye, menuda roncha le ha dejado Martínez al BBVA...

—Si fuera Martínez solamente... Como que me han dicho que a los bancos les están dejando tantas ronchas que hay algunos directores que, a este paso, se van a tener que matricular en Medicina o hacer al menos un cursillo en Dermatología, para ver qué remedio poner a tantas ronchas.

Las ronchas económicas, a diferencia de las producidas por las enfermedades de la piel y del venéreo, que decía Beni, no se pueden ocultar. No hay apósito que las tape, ni parche de la calle Relator (¡uf, qué antigüedad!) que las cubra. Vas por la calle y no ves las ronchas: las adivinas. Detrás de cada letrero de «Se vende» o «Se alquila» suele estar la historia de una roncha.

—Eso de la Historia de una Roncha suena a bolero. Eso lo coge Moncho, el que cantaba bonito y sudamericano en los programas de Jorge Prádanos en Radio Nacional, y te monta un bolero que no veas, de los tristes de hartarse de llorar...

Letristas no faltan para ese bolero de la Historia de una Roncha, «como no hay otra igual, que me hizo padecer, pues firmé yo el aval»... Letristas de letras o pagaresistas de pagarés mejor todavía, que son mayormente con los que ahora se dejan las ronchas. Vas por la calle y pasas delante de ese negocio que pusieron con tantos pujos, en el que se gastaron una millonada que no tenían para acondicionar y decorar el local carísimo que cogieron, y ves el letrero de «Se vende». Y piensas inmediatamente en dermatológico:

—¡Vaya roncha han tenido que dejar estos tíos!

Y pasas por delante de otros negocios todavía abiertos, de otras empresas aún en funcionamiento, que no han doblado ni se han echado (por decirlo en términos taurinos), y te dan un tufo a roncha que espanta. A mí lo que más me alarma de la actual situación es que paseo que te das por el centro es paseo donde descubres cinco nuevos negocios, o diez, que han pegado el solemne barquinazo, dejando la correspondiente roncha. ¡Vamos, como que hasta te dan ganas de rascarte, viendo tantas ronchas! Seguramente las Cajas quieren levantar ese rascacielos de la Torre Pecci más que por la parte de los cielos por la parte del rascayú: para pegarse los correspondientes rascamientos ante los cientos y miles de ronchas de mayor y menor cuantía que les están dejando:

—Como que de tantas ronchas en la Caja, a Pulido lo van a investir Doctor Honoris Causa en Dermatología. Seguro que ahora mismito es quien más sabe de ronchas en Sevilla.

Roncha que yo me creía que era voz andaluza y que ahora que he ido a por la espada de verdad para rematar este artículo me dice el mozo de estoques que no, que es una palabra que está en el Diccionario de la Academia. Aunque no con mucha precisión: «Daño recibido en materia de dinero cuando se lo sacan a uno con cautela o engaño».

—Esa es la roncha de por ahí. La roncha sevillana no viene en el Diccionario, usted. ¿Usted se imagina cómo tenía que ser de gordo y de grande ese libro del Diccionario si tuvieran que venir todas las ronchas que se están dejando en Sevilla?

 

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