ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Afroamericanismos con Obama

Vamos a echar un cuarto a elecciones americanas, hombre, antes de que nos coja el toro y llegue noviembre con ese día tan raro que ponen los gachós para sacar las urnas presidenciales, que creo yo que es el primer martes después del primer lunes del primer mes que tiene erre después de octubre, entrando, a mano izquierda, "pase sin llamar", como pone en las notarías. Una fecha así sencillita por los cojones. Vamos a echar un cuarto a elecciones americanas, porque no sé a usted, pero a mí me inquieta este Barack Obama, que le pones una camiseta verde y blanca, lo metes en la mangá con tres o cuatro futbolistas mulatones u oscuritos más, y es una de esas estrellas de la pelota que ha comprado Lopera en la tienda de los chinos de los fichajes para esta temporada.

De Barack Obama me inquieta también su cabeza. Es de esos hombres que tienen una cabeza que no se corresponde con el cuerpo. Como le pasaba a Santiago Martín "El Viti", según acertó a ver Gerardo Diego, que era tela de aficionado, pero al revés. El Viti tiene una cabeza que no se corresponde con el cuerpo: es lo menos tres o cuatro tallas más. Si El Viti tiene un cuerpo de la talla 52, su cabeza es de la talla 60 por lo menos. Yo no sé dónde encontraban tantas moritas para hacerle las monteras cuando estaba en activo... A Barack Obama le ocurre justamente al revés que a El Viti. Tiene una cabeza que no se corresponde con el cuerpo, pero de chiquitita. Cuando yo estaba en los Jesuitas y un domingo de octubre salíamos a pedir para las misiones en el Domund, el Padre Luque me daba la hucha de un negro que tenía una cabeza exactamente igual que la de Obama. ¡La de monedas de dos reales, con su agujerito, que me echaron a mí las señoras que salían de misa de 11 en El Sagrario en aquella hucha de la cabeza de Obama! Si Obama tiene un cuerpo de la talla 50, su cabeza es de la talla 46, y eso tirando largo. Modelo hucha del Domund.

También me inquieta de Obama que menos el climático, ha prometido todos los cambios. Vamos, igualito, igualito que ZP. Almas gemelas. Hasta dos niñas, dos, tienen cada uno de ellos. Y a la señora Obama le pones tú una túnica de coro y canta el "Nabuco", vamos que si lo canta. Por espiritual negro, pero lo canta, como la Sonsoles, que como saben le ha dado por el cante y le ponemos los aviones oficiales para que vaya a dejar bien alto el pabellón español, dorremifasoleando por el mundo. Espero que los americanos sean más cuerdos y sensatos que los españoles y no se dejen embaucar por el ZP, digo, por el Obama de turno, que promete también cosas en plan salto de cigarrón, sin saber dónde van a caer. Cuando suele caer en la crisis, en el despilfarro, en fumarse el superávit, en derrochar a babor y estribor y esas cosas, aparte de que es capaz de negociar con Al Qaeda para seguir en el machito.

Pero hay algo de Obama que no acabo de comprender. O al menos no estoy reciclado para entenderlo. Cuando la Convención Demócrata comentaban que puede ser el primer presidente afroamericano de Estados Unidos. Pregunté a un amigo mío colocado en la Junta qué era eso de afroamericano y me dijo: "Negro, pero por lo progre". Afroamericano, como subsahariano, es negro como el carbón, pero en plan fino y políticamente correcto.

Pues nada, no seré yo quien me ponga ante el toro abanto de lo políticamente incorrecto. Ahora mismo me voy a la Avenida, a comprarme un décimo de lotería en la administración de El Gato Afroamericano, a ver si me toca y me saca de la ruina. Después llamaré a Enrique Barrero, para que me diga quién sale este año de Rey Afroamericano en la Cabalgata. Y por la tarde tengo que ir a un funeral en la capilla de Los Afroamericanitos, en la Ronda, usted sabe, frente a San Roque. (Que por cierto, siendo Los Afroamericanitos, llevan el Jueves Santo túnica blanca, no túnica afroamericana, que sería lo suyo.) Antes me pasaré por la calle Conde Afroamericano, donde vive un amigo al que le he prometido llevarle unos números antiguos de la revista "Blanco y Afroamericano" que a mí ya no me sirven. Y a la vuelta de todo, ya a la noche, iré al Rinconcillo y me tomaré dos afroamericanos con agua, con tapa de pavías. Son los pocos lujos que nos podemos permitir, porque con la crisis la cosa se está poniendo más afroamericana que el carbón.

 

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