ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Madre (el enchufe padre)

PUES nada, con Jardiel Poncela vamos a echar el verano del membrillo, hasta la Feria de San Miguel. Que por cierto este año le ha salido redonda a la Empresa Pagés, como una celebración de sus 75 años: felicidades, Valencia y Canorea. Ya es puntería confeccionar en febrero o en marzo unos carteles para las calendas grecas de septiembre y acertar a poner en ellos a los triunfadores de la temporada, como Perera, Manzanares o El Cid, quien me imagino se habrá comprado ya en Salteras el 3 en 1 de abrir los cerrojos de la Puerta del Príncipe, y encima sin necesidad de que Juan Salas pague el traslado de la tumba de Colón, y no como en la puerta tocaya de la Catedral con la ampliación clasista de la carrera oficial, en la que quieren dar a los pobres la limosna de unas sillitas de campimplaya en las gradas de la Casa Lonja, mientras La Campana seguirá siendo siempre como la ópera, pero con sillas de Quidiello.

Digo lo de Jardiel Poncela porque el otro día recurría a sus obras para montar la función «Maleni no quiere ser Maleni»...

—Al contrario que la madre de Julito Aparicio.

—¿Cómo la madre de Julito Aparicio?

—Sí, que la madre de Julito Aparicio sí que quiere ser Maleni: la genial Maleni Loreto.

Pues de madres de artistas va la cosa. De un artista del toreo municipal que se llama Lolo. Y de Jardiel va el asunto. Pues al igual que Jardiel escribió «Madre (el drama padre)», esta figura del arte de torear a la oposición ha estrenado en los presupuestos públicos la obra «Madre (el enchufe padre)», con gran éxito de crítica y público. Como el gran artículo que le dedicó mi dilecto colombroño Antonio García Barbeito, que me deja casi sin argumentos, aunque nunca es mal año por mucho trigo. Yo pensaba poner los versos del recitado de Rafael de León que decía Pepe Pinto y a ti, querido Barbeito, te encontré en la calle, donde has colocado el Carril Familia: la veredita verde que lleva a los carguetes municipales y que no cría yerba. Igual que en las calzadas de circulación pone lo de «Sólo Bus», en esta vereda del tú ya me entiendes del por aquí te quiero ver que conduce al sueldo municipal pone «Sólo primos», «Sólo cuñados», y ahora, «Sólo madres».

Afirmo siempre en estos casos de nepotismo lo que sentenció mi maestro Beni de Cai cuando el escándalo de Mienmano: «¿A quién va a colocar Alfonso Guerra mejor que a uno de su sangre? Si yo fuera arzobispo de Sevilla le diría a mi hermano Amós: "Amós, hijo, vete a la Catedral y atrinca el cuadrito que más te guste para los gastitos de la casa. Pero manga uno que no se dé cuenta la gente, no te vayas a llevar, por Dios, el grande de la Purísima con la cara de la Macarena que hay encima del altar del Jubileo." ¿A quién se lo voy a dar yo mejor que a mi sangre, corazón?».

¿A quién mejor puede colocar Lolo que a alguien de su sangre, y en una piscina, que se note poco? ¿Y qué mejor sangre que la señora que le dio la vida, doña Carmen Ardanuy, que tiene por cierto nombre de ganadera del encaste Saltillo, y cuya mano beso respetuosamente? Un puesto municipal es poco para esta señora, a la que debemos muchísimo los sevillanos, ya que fue la que trajo al mundo a Lolo, lumbrera refulgente de la progresía rampante y contratante de la primera parte. ¿Les parece poco curriculum para colocarla? ¿No fue famosa la señá Gabriela, madre de los Gallos? ¿Por qué no ha de serlo la madre de este gallito del progresismo que todos los días hace el pase de la firma en los contratos a los primos y el kikirikí de no dar las explicaciones que exige la democracia que tanto predica? ¡Aprende, Zoido! La derecha va por ahí presumiendo de defender los valores supremos de la familia pero a la hora de la verdad, ya ven: quien coloca a la madre es la izquierda del Pacto de Progreso (esquina a Felipe II). ¿Ha colocado acaso Zoido en el Ayuntamiento a su madre, a su primo, a su cuñado? ¿Qué defensa hacen, entonces, de la familia? Caca malaca. De boquilla. Y en cambio, El Lolo, ahí lo tienen al tío: el primo, hasta la corcha de contratitos; y su madre, colocada. ¡Hala, «Jornal para los nuestros», que ponía en la sombrerería de Padilla Crespo en La Campana, junto al bar de El Pinto! Y lo peor, lo de siempre: que aunque este niñato coloque a su madre, a su abuela, a su bisabuela, a su tatarabuela y al Sursum Corda, aquí No Passssa Nada.

 

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