ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El último fantasma de Sevilla

LOS duendes de Sevilla existen. Tienen hasta una calle. Bueno, lo que aquí siempre se ha llamado una barreduela, un callejón sin salida. Al comienzo de Jimios, en la misma acera de Trifón, está el Callejón del Duende. Fueron los Álvarez Quintero los que más populares hicieron a los duendes de Sevilla. Que no tienen nada que ver con el duende flamenco, que va más bien por los lorquianos sonidos negros. Los duendes de Sevilla tienen hasta nombres propios y plaza en propiedad, como Narilargo y Rascarrabia, que son los duendes de las murallas de la Macarena, unos duendes que creo yo que ganaron su puesto por oposición, vamos, que no son cargos de libre designación entre amiguetes duendes con el carné en la boca, y mantienen su empleo desde hace ni que sé yo el tiempo: los ayuntamientos y los hombres pasan, y los macarenos duendes quedan. Los duendes tienen también caseta en la Feria. Una la mar de simpática, ilustre y antigua que se llama así, «Los duendes de Sevilla», primitivamente quinteriana a más no poder, con el título de la obra famosa de los hermanos utreranos y hasta con su himno, a ver si me acuerdo de memoria cómo era, porque mi tía María me llevaba allí de chico, a las 12 de la noche, cuando Cenicienta pierde el zapato. En plan Peña Er 77 o como si fueran a cantar la salve rociera, los socios de Los Duendes apagaban las luces de la caseta y se ponían a cantarlo. Decía y dice, porque la caseta aún existe y el himno aún lo siguen cantando sus socios:

«Si Sevilla tiene duendes/que en el alma hacen cosquilla,/nosotros somos los duendes,/los duendes de Sevilla.»

Hombre, no es Quintero, León y Quiroga, pero gracia sí que tiene el himno, que nos hace pensar en una faceta casi carnavalesca de la Feria: los títulos de guasa de las casetas o los letreros humorísticos en su interior, como aquella famosa que se llamaba Li Con Di, que era el acrónimo de Liga Contra Diteros. Y aunque la fama se la lleven los duendes, en Sevilla los que tienen importancia en verdad, tela, son los fantasmas.

—¿Qué diferencia hay entre un fantasma y un duende?

Infinitas. Los duendes no le hacen daño a nadie, son simpaticorros, dan buena suerte e imprimen gracia a cuanto tocan. Pero los fantasmas son horrorosos y se quedan con el manso. Sevilla está llena de fantasmas. Los fantasmas se pueden tocar, los fantasmas te pagan el café en el bar, ponen caseta y enganchan en Feria, tienen los mejores abonos en los toros, frecuentan los palcos futboleros tanto del Pizjuán como del Villamarín (vulgo Ruiz de Lopera)... Si es cuestión de pelo y pluma, los fantasmas van invitados a las mejores monterías y cacerías, o para corresponder las dan ellos en los mejores cotos que alquilan. Y si es cosa de la mar, los mejores barcos de Puerto Sherry, de Puerto Banús, y de allí donde haya una marina con puestos de atraque, de los fantasmas. Casas, las mejores. Señoras, las más enjoyadas y vestidas de firma, que de cintura para arriba sólo llevan en ropas y en joyas cuatro millones largos de pesetas, y eso para ir a la plaza, que cuando van a una fiesta, ni te cuento.

El fantasma es mucho de las cofradías. Si no consiguió salir de Rey Mago ni meter la cabeza en la directiva de un club de fútbol, utiliza de trampolín una cofradía, donde paga lo que haga falta, con tal de que le den su vara de presidencia, para eso paga saeteros, y las flores de la Virgen las paga él y las trae de los chirlos mirlos, y ese tercer paso en el que está pensando la junta nueva también lo va a pagar el fantasma.

Esto por lo que respecta al fantasma social, que en lo referente al fantasma político, si yo me pusiera aquí a hacer su zoología, como suelo la de los gorrones, iba a necesitar dos o tres Abecés para mí solito, de la de fantasmas, fantasmones y fantasmillas que hay en todos los partidos. ¿Que por qué digo esto? Porque un fantasma que brillaba mucho en Sevilla ha pegado, como suelen, el barquinazo, y ha terminado donde los fantasmas acostumbran. Y no doy más pistas para que no le ponga usted nombre propio al último fantasma. Pero no se preocupen. Quedan cientos de ellos más. Seguiremos informando.

 

 

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