ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Cofrades y cofradas

LA crisis llega ya hasta el otro barrio, al que vamos cuando La Canina, como si fuera un capataz y nosotros su patero, dice que nos va a llamar. Ese otro barrio de la vida eterna que por cierto le ha dado ahora a la gente por no reconocer ni con GPS. No sé si lo han observado: cuando se habla de un difunto, especialmente de alguien que falleció hace poco, para referirse al muerto se usa mucho la frase «donde quiera que esté»:

-Donde quiera que esté Rocío Jurado, estará muy contenta al ver que su Chipiona se sigue acordando de ella.

Este «donde quiera que esté» es un triunfo por goleada del laicismo en el campo de fútbol del lenguaje. «Donde quiera que esté», sin que nos demos cuenta, ha sustituido al «que en Gloria esté» o al más clásico y añejo «que Dios tenga en su Gloria». La gente duda de la Gloria, que se ha quedado como nombre de confitería antigua de la Alcaicería. Y se hace un lío con el más allá, pues le queda esa orfandad terrible de no reconocer la existencia de la vida eterna, cuánta duda atribulada hay en el «donde quiera que esté».

-Pues a algunos difuntos les sobra el «donde quiera que esté», porque en vida eran tan mamones que seguro que fueron de patitas al infierno. ¿Dónde quieres que estén? ¡En el infierno, por siesos!

Digo que la crisis llega al otro barrio porque aseguran que en el pasado Día de los Difuntos los puestos de flores de la rotonda del cementerio, los que venden coronas mortuorias en forma de escudo del Sevilla (es menester ver) y otras horteradas de todo un museo kitsch, vieron disminuidas sus ventas en un 25 por ciento.

-Eso es aplicar un ERE a los fieles difuntos, usted...

No, eso es echar mal las cuentas. El Día de los Difuntos se venden menos flores en el cementerio porque ya hay menos familiares enterrados a los que llevárselas. ¿Causa? La moda de las incineraciones. No sé el año pasado, porque no conozco cifras oficiales, pero, según el Ayuntamiento, en el 2006, de las 5.212 defunciones que se registraron en Sevilla, alrededor de 3.000 optaron por la incineración frente a la sepultura tradicional. Poco me parece que ha bajado la venta de flores funerales según esos datos. Por eso mismo el cementerio no se ha quedado chico, a pesar de lo que ha crecido Sevilla: porque cada vez se entierra menos y se incinera más.

Todo esto lo he pensado leyendo un gran reportaje de José Manuel de la Linde en «Pasión en Sevilla», la mensual revista cofradiera (que no «cofrade», que es sustantivo, no adjetivo) de ABC. Cada día son más las cofradías que disponen en sus templos de columbarios para depositar las cenizas mortuorias de sus hermanos, a los pies de las que en vida fueron las imágenes queridas de su devoción. Amargura, Gran Poder, El Cachorro, Los Gitanos, La O, qué se yo la de hermandades que tienen columbarios. Linde dice que el más antiguo es, como no podía ser menos, el de la Madre y Maestra, la hermandad del Silencio, la primitiva cofradía de los nazarenos de Sevilla. Pero a la cripta de la iglesia de San Antonio Abad, vulgo del recaudatorio San Judas Tadeo, Cortinglés a lo divino de la antigua calle de las Armas, se accede por una escalera cuya entrada cubre una lápida. La foto de esta lápida, publicada por Linde en su reportaje, me ha llenado de perplejidad. Pone el mármol: «Cripta-columbario de hermanos y hermanas de esta Archicofradía». ¡Toma ya, «hermanos y hermanas»! ¿Tu quoque, Silentium, te me has puesto políticamente correcto?

-Pues menos mal que no han puesto «cofrades y cofradas», como en La O, que ya es el colmo.

¿Ah, que no saben lo de La O? Pues La O le echa la pata a la Madre y Maestra en chorradas antigramaticales. En la iglesia de La O hay una lápida que pone: «A la memoria de los cofrades y cofradas de La O que llevados por el tesón del prioste Antonio Ramos Mexías y del Rvdo. Mínimo Fray Diego Pérez, hicieron realidad esta construcción bendecida y puesta al culto el día 2 de febrero de 1702. La Junta de Gobierno, en el III Centenario del templo de Santa María Nuestra Señora de la O. Triana, 2 de febrero de 2002. A.M.D.G.» (Que no es el acrónimo de «Anda, maestro, dame Gramática», sino de «Ad Maiorem Dei Gloriam».)

 

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