ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Mire qué cesta de Navidad

Como la cosa está cortita con agua, y son ya un recuerdo aquellas cestas antiguas que tanto en Cádiz dieron que hablar, que se encontraba la gente que llevaban a su casa por Navidad con su esplendoroso jamón ibérico serrano de bellota, y con esas reservas y crianzas de Ribera y de Rioja, y con los más alambicados destilados de las escocesas tierras, y con las latas grandes de fuá, no quiero empero que le falte a usted este aguinaldo. Hágase la idea de que esto no es de papel, sino de la butic del Cortinglés: una cesta llena de los más exquisitos productos propios de estas fechas. Tómela como mi surtidísima cesta de Navidad, que no quiero que le falte.
No más fulbito solidario, porfa.- ¿No está usted hasta el gorro de tanta Solidaridad con Fecha? Los campanilleros cantan que en esta tierra ya no hay caridad. En efecto. Ya no hay caridad porque esa palabra ha sido borrada, es facha. Ahora, hasta las instituciones religiosas dicen ellas que hacen solidaridad. A mí lo de solidaridad me suena a fascismo, lo siento: a periódico del Movimiento en Barcelona, "La Solidaridad Nacional", vulgo "La Soli", donde trabajó Vázquez Montalbán. En estas fechas todo el mundo se dedica a hacer solidaridad. Que es lo mismo que antes hacer caridad, pero con dinero ajeno. Es un triste espectáculo. Toreros que cobran 20 millones de pesetas por actuar en una corrida; futbolistas que tienen una ficha anual de 3 millones, pero de euros; famosillos que no salen en la tele por menos de 30.000 euros, se ponen en calzones cortos para jugar los clásicos e inexplicables partidos solidarios navideños de Futbolistas contra Toreros, o de Famosos contra Políticos. Y ponen a la venta las entradas, pensando que la gente va a ir a verlo, a beneficio de la lacrimógena causa humanitaria que toque hogaño. Y digo yo: señores, en vez de dar el coñazo presumiendo de lo solidarios que son ustedes, de hacer el ridículo en calzones cortos y de exponerse a una lesión gorda, como le pasó a Espartaco, ¿por qué no sueltan ustedes la tela directamente, ya que ganan el dinero como tierra, más que el público al que le pegan el sablazo navideño, y nos dejan tranquilos? Que ya sabemos que son todos ustedes una jartá de solidarios, joé, pero aflojen su propio bolsillo y déjennos en paz en la tierra, que es muy bonito eso de hacer caridad con el dinero ajeno.
No más almanaques solidarios, porfa.- Y ni le cuento de los almanaques solidarios, donde los bomberos se retratan medio en cueros; donde las señoras que asisten al curso de bailes de salón en el hogar del pensionista se hacen la foto en su oculta condición de viejas verdes, enseñando carnes que más caritativo sería ocultarlas; donde los famosos se hacen fotos con los pobres niños retrasaditos. ¿No prohiben sacar a los niños en la tele sin pixelarles la cara? ¿Por qué no prohiben esta proliferación lamentable de almanaques solidarios?
Firmen los SMS, porfa.- Por Nochevieja será peor, pero esta noche también será ella. En cuanto den las 9, las 8 en Canarias, su teléfono móvil empezará a echar humo recibiendo los ya clásicos SMS de Navidad. Movistar ha informado que el año pasado, por Nochevieja, entre las 12 y la 1 de la madrugada se enviaron en España 22 millones de paparruchas, tonterías, cursiladas, ordinarieces y chistes malos en forma de SMS. Este año, con la crisis, y dado lo baratito que es enviar un mensaje de texto, puede ocurrir lo peor. ¡Ay, si el ingenio y el tiempo que empleamos en escribir y enviar SMS lo empleáramos en actividades productivas y en I+D! Lo malo no es las imbecilidades que ponen, sino que Pepito Pérez, cuando nos manda su SMS con la cagadita navideña, se cree encima que tenemos la obligación de saber que el teléfono 672112231 es el suyo. Pepito Pérez, por ejemplo, recibe un SMS más visto que el TBO, y que dice: "Si la Noche de Reyes ves que Gaspar se desnuda y se mete en tu cama, explícale que lo que pediste fue un "volvo"...¡Feliz Navidad!" Y coge el tío, y reexpide el mamón tal SMS a toda su lista de direcciones, si más, tal cual le llegó, anónimo, sin tomarse el trabajo de añadirle su firma. Así, ¿cómo demonios sé yo que el que se gasta el dinero y pierde su tiempo en mandarme estas tonterías es el imbécil de Pepito Pérez? Claro, que hay una solución. Dura, pero solución: apagar esta noche el teléfono móvil y no volver a encenderlo hasta que pasen los Reyes.

 

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