ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Menos mal que no nevó en Sevilla

EN cuestión de nieve en Sevilla, la Agencia Estatal de Meteorología se equivocó más que la paloma de Picasso.

-Jefe, que la que se equivocó no fue la paloma de Picasso, que está colocada de paloma de la paz en la ONU y cobra un sueldazo de lujo, sino la de Alberti.

Pues ésa. La que se creyó que el mar era el cielo; que la noche, la mañana; que las estrellas, rocío; que la calor, la nevada. Más que esa paloma se ha equivocado la Agencia Estatal de Meteorología, creyéndose que la calor de Sevilla era la nevada que nunca vino.

Y los aficionados a la fotografía se quedaron con sus cámaras digitales colgadas, porque no pudieron sacar la imagen que soñaban de la Giralda con la nieve, ni de los nevados pináculos de la Catedral, ni del caballo de San Fernando con una blanca gualdrapa, ni de La Palmera acolapsada como de abetos alpinos, ni los setos de arrayán del Alcázar como en una leyenda de las ganas de ver la nieve que tenía la novia de Almotamid. Y los escolares se han quedado con las ganas de hacer rabona y de echar la mañana tirándose bolas de nieve, y haciendo muñecos. Muñecos de nieve que son todos completamente Torrijos, porque a todos les ponen una pipa y los colocan en un puesto importantísimo.

Es decir, que la poesía ha perdido tela. Pero todos hemos salido ganando.

Pues si en Madrid se ha armado la que se ha formado con una nevada de nada, ¿se imaginan la que se habría liado en Sevilla? Menos poesía y más realidad. ¿Se imaginan los costalazos que nos hubiéramos dado en esas aceras, ya de por sí resbaladizas con la guarrería de los caramelos repegados de la Cabalgata, ahora hechos caldibache con la nieve sucia, medio derretida y helándose? Porque todo es muy bonito cuando la nieve sale en la foto, pero en cuanto se pisotea es lo más guarro que se despacha. Y con lo sucia que está Sevilla, lo que le faltaba era la guarrería de la nieve, y esas piernas y esas caderas rotas por los pellejazos del resbalón.

Y si cada mañana, sin nieve, ya son un tormento de embotellamientos el Puente del Centenario, y la avenida Bueno Monreal, y la Glorieta de San Lázaro, y la Ese Treinta en los alrededores de La Gota de Leche, y el Paseo Colón en dirección Arjona, ¿se imaginan el colapso de circulación con todas las calles de Sevilla y carreteras de su alfoz paralizadas por la puñetera nieve? Hemos perdido la lírica nevada, sí, pero nos hemos librado de los atascos de la puñetera nieve. Anda que el colapso que iba a haber en la Cuesta de Castilleja, a la altura de Ikea, iba a ser menúo... Y en Tablada, por donde medio Aljarafe viene hacia Sevilla, ni te cuento.

Esto se hubiera puesto de pesadilla sin necesidad de Esperanza Aguirre, ni de Maleni la de Fomento, ni nada. Porque aquí, por no haber, no hay ni máquinas quitanieves que llamar.

Así que, mire usted, aunque nos hayamos quedado sin nostalgia, sin lírica y sin paisajes de ensueño: menos mal que no nevó en Sevilla.

Mairena y la nieve.- Desde Córdoba, el trianero Emilio Jiménez Díaz nos escribe a redcuadro@yahoo.es  y nos confirma lo escrito sobre Antonio Mairena y el «nieve en Sevilla»: «Recuerdo aquella frase dudosa que Anselmo González Climent dedicase a mi amigo Antonio Mairena en su libro «Flamencología» , pag. 191 de la 1ª edición de Escelicer en 1961. Como Antonio me quería tanto, y yo también a él, y sabía de su enorme timidez y de su escondida sabiduría, cuando salía el tema yo le decía: «Pero, Antonio, si es una metáfora, si le ha dedicado un piropo de poeta. La nieve en Sevilla es un milagro, casi lo imposible, y sólo nos visita de muy tarde en tarde. Por eso, lo que ha querido decirle Anselmo es que usted es un milagro en el panorama actual del cante.» A lo que me contestaba Antonio: «-No querido «Imilito» -con «I» de Itálica-, el argentino ese es que tiene mú mala leche».

3.128.963.- Es el número de parados. Cifra que habría que grabar a fuego en cada conciencia y que recordar a cada político que despilfarra nuestro dinero. Como los 25.772 votos famosos que mantienen la dictadura del proletariado en el Ayuntamiento, habrá que ir recordando cada día estos 3.128.963 parados. Que no son un frío dato, sino 3.128.963 sangrantes tragedias familiares.

 

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