ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El año de la Borriquita

Los chinos, aparte de tiendas de los veinte duros y de restaurantes de rollitos primavera donde nunca hay nadie comiendo y nadie se explica cómo subsisten, tienen un calendario muy particular. Los chinos no cuentan los años por números, sino por símbolos: el año de la cabra, el año del elefante, el año del tigre o el año del conejo, dicho sea esto del conejo con perdón y sin segundo sentido, que estamos en tiempo de Carnaval y los conejos los carga el diablo.

En Sevilla también tenemos muchos apócrifos calendarios chinos, que nos dan un avío bastante buenecito. Tienen mucho más interés que el almanaque chino chachi. Por ejemplo, ¿cuándo será el Año del Metro? ¿El presente 2009 o más bien el 2010? Del pasado, recordamos el Año de la Expo, el Año de la Arriá del Tamarguillo, el Año de la Nevada. Y las cofradías también tienen muy presente su particular almanaque chino. Todo el mundo sabe cuándo fue el Año de las Carreritas en la Madrugada, o el Año de la Coronación de la Esperanza, o el Año que hasta el Martes No Llegó Ninguna a la Campana.

Según ese almanaque, el presente es el Año de la Borriquita. La Borriquita del Señor de la Entrada en Jerusalén está que se sale. Este es el año de la Borriquita Superstar. Todos los óscares y goyas cofradieros los gana la Burra, como la llamaba Luis León cuando era su capataz. La han podido ver ustedes en la promoción de ABC, con todas las figuras de su cortejo procesional y con su paso completo de la Entrada en Jerusalén, Zaqueo de la palmera incluido, en una especie de nacimiento cofradiero que hace las delicias de los niños, como todo lo referente a la Borriquita, y más especialmente de los padres y de los abuelos, que quieren fomentar su propia afición en los chavales, bendita afición.

Y esta Borriquita Superstar del coleccionable inaugura también lo que supongo será pronto tradición cofradiera hispalense: la restauración veterinario-escultórica de las figuras animales de la Pasión según Sevilla. Leo un curioso reportaje de Manuel J. Fernández en la competencia que dirige mi dilecto y gaditano Antonio Hernández Rodicio, texto que dice que los niños que entran en la iglesia del Salvador para ver a la Borriquita se llevan una gran decepción. Porque, cual si el Señor de la Entrada hubiera sido descabalgado porque al vuelo de la perdiz se le ha espantado la burra, como en el villancico, este Cristo sanchopancesco no es jinete de un asno, sino que lo tienen al pobre sentado en un sillón. Y los niños, defraudados, preguntan:

—Papá, ¿por qué han sentado al Señor en un sillón? ¿Dónde está la Borriquita?

A la Borriquita la han llevado al veterinario escultórico, al hospital-taller de José Rivero Carrera, que debe de ser como la nueva clínica de mascotas de Ramón y Cajal, esa especie de Sagrado Corazón gatuno y perruno, pero en clase de imaginería animal. A la pobre Burra se le había fastidiado una pata y la han llevado al veterinario. Tenía una lesión de futbolista: una fisura. En una pata delantera que, por ser el eje que soporta mayor peso del conjunto escultórico, podría tener problemas de sustentación.

Así que ya lo saben: en el mundillo de la Semana Santa no sólo se restauran imágenes de Cristo y de su Madre, palios, mantos, sayas, respiraderos, estandartes y canastillas. Ha llegado, señores, la moda de las restauraciones veterinario-escultóricas. Sin salir de la Archicofradía de la Borriquita, ¿quién nos asegura que el pelícano del Cristo del Amor no va a ser restaurado por los biólogos-escultores que se ocupan de las especies cofradieras en peligro de extinción? Y el día menos pensado nos enteraremos que han llevado los caballos de la Exaltación a la clínica escultórico-veterinaria de Rivero Carrera. Entonces los hermanos de La Lanzada se picarán, y le restaurarán el caballo a Longinos, diciendo que el suyo es el mejor, pura raza española. Claro que nada de esto tendrá la menor importancia el día que los trianeros vean que el caballo del Señor de las Tres Caídas va dando cojetás cuando su cuadrilla lo esté entrando en la Campana, trianeando triunfalmente con el izquierdo por delante. Esa sí que va a ser una restauración de caballo, y nunca mejor dicho. ¡Lo guapo que va a salir el caballo de Triana de la clínica veterinaria del escultor Rivero Carrera! Entonces, claro, será el Año del Caballo. Como el presente es el Año de la Borriquita.

 

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