No me ha sorprendido en absoluto que hayan pedido que no desmonten los palcos de la Plaza cuando acabe la Semana Santa, para hacer en ellos una pasarela de moda. ¿Será por pedir? Lo que me ha sorprendido es que a los capillones y capillitones, vulgo cofrades, les haya parecido de perlas (majóricas). Cómo llora Sevilla, no: cómo traga Sevilla. Todos, como movidos por un resorte, han dicho lo mismo: que las sillas no son sagradas y mucho menos los palcos. Que eso un escenario como otro cualquiera. Y, hombre, si encima dan un dinero, pues No Passssa Nada.

Esto debe de ser la famosa ampliación de la carrera oficial. En vista de que el Cabildo Catedral dice que el monumento de Colón no se mueve y que las cofradías no pueden entrar por la Puerta del Príncipe, parece como si se desistiera de la ampliación de la carrera oficial en el espacio y se optase por su prolongación en el tiempo. Por mí como si dejan los palcos puestos para el Corpus. Como a los cofradones les parece divino que los palcos sean como Ifema de Madrid a efectos de esta Pasarela Cibeles con Giralda al fondo, no seré yo quien diga ni media palabra contra la idea. Es más, me pido prime para admirar allí el desfile de Tony Benítez. Es que estoy viéndolo arengar a las modelos en los veladores del Ex Laredo, levantando el faldón como un capataz:

—Niñas, ¡vamos a echarle casta, corazón! Que no quiero que se vea moverse ni el bajo de una falda, que vosotras sabéis hacerlo. Y vamos a llegar de una sola chicotá hasta el Bancospaña, ¿eh?, sobre los pies, digo, sobre los Yimichús. ¡A eeeeeeeeesta es!

Y ya salen las niñas modelos desde la calle Sierpes, pum, pum, pum, pasando las colecciones. Y me imagino a esos enteraíllos de los palcos, mirando el reloj:

—Pues Tony Benítez lleva diez minutos de retraso. Como no junte más las parejas de modelos, cuando pase la última y esté en la esquina de Sierpes el punto de cruz de Luchino y Victorio lo menos va a dejar quince minutos, y no hay derecho, eso no es caridad cristiana.

Me quedan, empero, muchas dudas sobre la Pasarela Palcos, que espero sean aclaradas de aquí a las colecciones. ¿Habrá presidencia municipal? ¿Y habrá guardias municipales de gala con plumero y sable dando escolta a la presidencia? ¿Quién presidirá en esos palcos? No, que sea Rosamar está cantado; tiene que ser algo más creativo, ya que de arte sartorial se trata. Me gustaría que presidiera El Cachimba en persona. Ya que no puede presidir los palcos cuando pasan las cofradías, porque es de profesión agnóstico y rojo, que presida todo lo que tenga que presidir cuando pasen las chavalas: ay, satirón. Ah, y la venia. Antes del desfile de cada colección, dos modelos vistosonas deben adelantarse con el canasto a pedir la venia. ¿Y habrá música? No digo ambiental, en plan hilo musical, que no pega. Lo propio es que cada diseñador lleve detrás de su colección su banda, que si el Carmen de Salteras, que si Tejera, que si Las Cigarreras. Incluso podríamos hacer una Pasarela Tricornio con los propios uniformes de mamarracho de muchas bandas y agrupaciones, que tienen un ver. ¡Lo que le gusta un uniforme militar a nuestra sociedad civil cofradiera!

Y ya que vamos a dejar los palcos puestos para la moda, voy más lejos: a La Campana. ¿Por qué no dejamos también puestas las sillas de La Campana y presentamos allí los nuevos modelos de coches y así el Consejo trinca más? Es que estoy viendo a ese Pepe Peregil cantándole una saeta al nuevo modelo de Ford Focus desde el balcón de la zapatería de mi hermana Pilar. Mira cómo se me ponen los vellos: ¡como alcayatas gitanas!