ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Solución de TV para el pregón

Respiren hondo, que huele a azahar. Esta Semana Santa habrá por fin televisión local desde La Campana. Prueba de lo que sostengo: que las cofradías, salvo excepciones, no van a hacer estación de penitencia a la Catedral, sino a lucirse en La Campana, para complacencia del gran motor de la Semana Santa, que es la vanidad de las juntas de gobierno:

—Enhorabuena, Pepe: qué bien traes la cofradía este año, qué completa.

La crisis ha llegado a la Semana Santa, y ahí tienen el IPT, el Índice de Precios de las Torrijas, que está por las nubes, a 2,30 euros la pieza en Ochoa, que traduzco a latín de la Bética: 382 pesetas una torrija, yo creo que es algo. La crisis ha llegado a la Semana Santa y ha estado a pique de un repique la retransmisión de las entradas triunfales en la nueva Jerusalén de La Campana. Todo se ha solucionado, y cuentan que hasta la nonnata Televisión Municipal o Telemonteseirín se va a tirar de espontáneo y se va a hartar de dar cofradías (de aquí, no Cuba, Nicaragua o Colombia).

Pero aseguran los que andan en este ajo que aún está en el alero el pregón por televisión, por culpa de los dos millones de pesetas que según convenio colectivo tiene que cobrar el personal del teatro de la Maestranza cada vez que retransmiten un evento. Aparte de que el pregón no es un evento, sino una tradición de la ciudad, que este año latirá con sangre de los Ortega en la voz de Enrique Henares, a quien deseo el mayor éxito en el atril de marzo y abril, lo del canon del personal del teatro es muy divertido. El pregonero, el padre de todas las retransmisiones, no cobra un duro, y eso que se expone a lo que se expone en esta ciudad donde no quiero ni contarte que tú no sepas. Pero sí quiere en cambio cobrar por el pregón el Currito que le da al botoncito del telón.

Y como esto es lo que hay, y como hay que buscar soluciones para que el pregón se dé por la tele, porque el teatro es chico y la expectación grande, tengo la solución. No es un patrocinador, como dicen, sino meter publicidad en la emisión. Es que lo estoy viendo. El pregonero, ante el senado y el pueblo de Sevilla, emociona al respetable con su oratoria:

—¿Y la luz del atardecer cuando sale de San Juan de la Palma ese supremo Silencio Blanco de Cristo en el desprecio de Herodes, con el que los hombros del pregonero han cargado muchos años en la oración del otro silencio blanco de las alpargatas y el costal? ¿Cómo es esa luz? No se vayan, que lo diré después de publicidad...

Y en la pantalla del teatro y en todos los televisores sale la publicidad de Badía. Y cuando ya ha salido hasta el anuncio de los sofás de Pilas, prosigue el pregonero:

—Maravillosos días en la ciudad sosegada y en calma, que alcanzan su máxima expresión en la Madrugada, cuando sale la Macarena y en los Altos Colegios da la más sublime vuelta... Hablando de vuelta: volvemos en 59 segundos.

Y más leña de la publicidad del restaurante de Enrique Becerra y del Centro Capilar Mariano García, hasta que el pregonero reanuda la emoción de cuantos le escuchan:

—Fervorosa ciudad que obra el milagro de ser calle de la Amargura para la Amargura misma. Calle hecha templo, por la que en la madrugada del Jueves habrá de pasar el Gran Poder de Cristo, que como dijo el poeta... Pero no se me vayan ni hagan zápin, que luego cuento lo que dijo el poeta.

Y así sucesivamente hasta el Himno de Andalucía y la Marcha Real. Hay que apretarse el cinturón y hay que adaptarse a la crisis. Todo menos quedarnos sin la tradición del pregón por la tele. ¿Cómo, si no, van a decir al final los de siempre que «ha sido muy sevillano»? No va a ser muy de Sama de Langreo, joé...

 

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