Cada vez proliferan más por Sevilla dos objetos no identificados absolutamente inquietantes: las vallas de impedir la circulación y los albañiles con un chaleco reflectante verdoso-amarillento y un casco. Si ambas cosas vienen juntas, y es un albañil con chaleco reflectante y casco quien coloca en su calle una valla de prohibir por las bravas la circulación, échese a temblar. Yo creo que, como los moros de Queipo en su día, hay por Sevilla dos o tres camiones con el tío del casco y el chaleco reflectante y media docena de vallas, que va poniendo a su antojo por toda la ciudad para dar la impresión de que este Ayuntamiento trabaja tela y que el sector de la construcción está de brotes verdes que, vamos, ni los jaramagos de La Cartuja en sus buenos tiempos del cierre de la Expo 92.

En mi barrio, que es la antigua Dehesa de Tabladilla, a la que tuvieron el mal gusto de ponerle de nombre las siglas del Banco Mercantil e Industrial que la urbanizó, y que por eso se llama Bami, que parece el cervatillo simpático de Walt Disney, pero con errata... En mi barrio, decía, ocurren cosas tremendas. Una de ellas es absolutamente de perder el sueño. Fui hace poco a sacar un certificado de empadronamiento a la oficina municipal que está por donde la antigua Fábrica de Gas, y por la firma del documento, ¿saben ustedes de lo que me enteré? ¡Pues que el delegado de mi distrito es Torrijos en persona! Terrible. Para no dormir.

Pero como las desgracias nunca vienen solas, a la calle principal de este abandonado barrio llegó antier tarde el camión con el tío del casco y el chaleco reflectante y se lió a poner vallas. Llenó de vallas toda la calle Rafael Salgado. Ojú. Cuando llenan de vallas tu calle, puede ocurrir de todo: que te hagan una Biblioteca del Prado; que te hagan una Torre Pelli; o que te la peatonalicen, como Asunción. En los árboles de Rafael Salgado, el tío del casco y el chaleco reflectante fijó unos letreros con una señal de estacionamiento prohibido que decían: «NO8DO. Ayuntamiento de Sevilla. Convivencia y Seguridad. Se procederá a la retirada de los vehículos. Motivo: Actuación sobre el arbolado. Fecha de vigencia: 1-7-09. Agradecemos su colaboración.»

¿Qué será eso de la «actuación sobre el arbolado»?, nos preguntábamos. Las motosierras que nos despertaron ayer de mañana a las 8 con su chirrido nos lo han aclarado. El Ayuntamiento llama «actuación sobre el arbolado» a cortarlo, a talarlo, ¿les parece poca actuación? Llama «actuación sobre el arbolado» a lo que hizo en el Prado para la Biblioteca; a lo que hizo en la Avenida con el tranvía; a lo que ha hecho en la Alameda para complacer a los grupos marginales y demás piomperío. En la calle Rafael Salgado, de la plaza del mismo nombre a Manuel Siurot, del Puesto Verde al Sagrado Corazón, del estanco a la farmacia, se han hartado de «actuar» sobre el arbolado. Las motosierras, se entiende. Las motosierras del Ayuntamiento arboricida. Han dejado la calle Rafael Salgado igual que la plaza del mismo nombre para el aparcamiento que nunca hicieron: como la palma de la mano. Podan los árboles en primavera, cuando están resurgiendo a la vida, y los talan en verano, cuando más falta hace su sombra. Quizá esto de dejarnos sin árboles en Rafael Salgado es la respuesta municipal a la protesta vecinal por la destrucción de la plaza del mismo nombre y la paralización del cacareado aparcamiento subterráneo. Habrán dicho: ¿Qué, que protestáis y pedís «Nuestra plaza, ya»? Pues que si no quieres caldo... Ea, ahí tenéis ya la calle Rafael Salgado igualita que la plaza: talada y sin un árbol.

¿O no será que el rector dendrófobo y medallero nos va hacer una biblioteca, a modo de Feria del Libro, a lo largo de las aceras de Rafael Salgado?