ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


La Gripe A, contra Bambino

Muchas noches de fin de semana, cuando pongo en Canal Sur Radio el interesante y documentadísimo programa de coplas que José Pablo Ruiz mantiene con su estilo tan personal, suena una canción de Bambino. Bambino de Utrera. Miguel Vargas Jiménez (1940-1999). El hijo de Manuel Vargas «Chamona» y de Francisca Jiménez, la hermana de Manuel de Angustias. El hermano de Diego Chamona. El que metió a compás medio cancionero sudamericano de boleros y muchas canciones de San Remo. El que se destapó en el Potaje Gitano de Utrera metiendo por bulería una italianada que repetía mucho lo de «Bambino, Bambino». Y Bambino se le quedó.

Bambino hizo en los años 60 y 70 lo que ahora le celebran tanto a Diego el Cigala. Lo mismito. Lo que pasa es que eso, que llaman fusión, ahora hace rica a la gente del flamenco y cuando Bambino cantaba los maireneros que controlaban el cotarro y el negocio decían que era una herejía, una heterodoxia. Que no era fusión, sino flamenco con sifón. Pese a lo cual Bambino siguió haciendo lo que tenía que hacer y paseó sus boleros metidos por rumba por los (pocos) festivales flamencos que lo dejaron y por los tablaos de Madrid. Aparte de que José Pablo Ruiz las suele poner para que no las olvidemos, hay canciones que las oyes y te recuerdan a Bambino.

Y no sólo canciones. Ha habido unas instrucciones del Ministerio de Sanidad sobre la Gripe A que me han recordado una barbaridad a Bambino. Son las recomendaciones (del alma) que ha hecho Trinidad Jiménez, que para seguir con la tradición de las ministras de Sanidad modelo hueso del puchero de Celia Villalobos, la oyes decir lo que hay que hacer y primero te entra un miedo de espanto, para pasar al terror pánico con la tercera de sus frases titubeantes.

Trinidad Jiménez ha declarado a Bambino poco menos que fuera de la ley. Daba las instrucciones sobre lo que hay que hacer y lo que evitar ante la epidemia de Gripe A, y a mí me sonaban a Bambino cantando su creación «Voy» en el tablao El Duende de Gitanillo de Triana: «Voy a mojarme los labios/con agua bendita/para borrar de mi boca/los besos que un día me diera/tu boca maldita...»

Eso, eso es precisamente todo lo que ha prohibido Trini. Parecía que estaba pensando en Bambino: «Es una medida de higiene básica evitar mojarse las manos en agua bendita o besar reliquias. Son focos de contagio fácil». Y si está prohibido mojarse las manos en agua bendita, ni te cuento los labios. Menos mal que el pobre Bambino ya no está, porque se hubiera llevado un sofocón terrible. Primero, porque el hombre se dedicaba a besar bocas malditas por ahí como si tal cosa. Y luego porque, una vez que las había besado, quería borrar esos besos mojando sus labios en agua bendita, ¡qué peligro de contagio de la Gripe A, Dios mío de mi alma!

Bambino aparte, se ve que la ministra de Sanidad va muy poco por las iglesias y desconoce muchas cosas de su propio departamento. ¿Cuánto hace que no ve usted agua bendita en la pila de una iglesia? Hasta se ha olvidado la antigua cortesía caballerosa de tomar el agua y, antes de santiaguarnos al entrar al templo, ofrecerla en su mano a la dama que nos acompañaba. Desde que a los drogotas les dio por limpiar las jeringuillas de la heroína en las pilas de agua bendita, están todas más secas que Lojuntuerto, como medida profiláctica.

Así que como no sea en los urinarios de unos sitios que yo me sé y usted se imagina, no sé dónde se puede encontrar hoy en día agua bendita que sea un riesgo para la salud. ¡Anda que no tienen peligro, en esto y en todo, algunos capillitones hipocritones que van por ahí meando agua bendita!

 

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