Como mientras no se cumpla el «Lopera, vete ya» me considero bético en excedencia, mis correligionarios verderones me perdonarán si cojo el sidol para sacarle brillo a la palangana de Pilatos. Lo que ha dicho José María del Nido sobre el Barsa (y olé) es ni más ni menos lo que pensamos los béticos, los sevillistas, los madridistas y hasta los seguidores de la Balompédica Linense, ojú, que antigüedad, ¿te acuerdas cuando el Betis jugaba contra La Balona? Ha dicho Del Nido que el gran error de Juan Lapuerta es haber politizado al F.C.Barcelona, porque lo ha empequeñecido: «El murciano, el gallego, el vasco o el extremeño que son culés se sienten avergonzados de ese catalanismo cerrado que pretende abanderar Juan Lapuerta.»

Sí, señor: con dos de los que riman con Liga de Campeones. Eso lo pensamos todos. Y mucho más. Hasta ahora se utilizaban las presidencias de los clubes (y las doradas varas de hermano mayor) para que matatías, albañiles llegados a más, pintamonas, estraperlistas, comisionistas y nuevos ricos en general medraran socialmente, promovieran sus negocios, aprovecharan el cargo para dar el pelotazo si era época de ello o para evitar el barquinazo si estaban asfixiados. Pero lo que era normal en el fútbol para los trepas sociales y comerciales lo ha aplicado Juan Lapuerta al separatismo. Ese es su error: que de mayor quiere ser como Yordi Puyol y usa al Barsa como escalera para trepar no hacia donde se suele en el fútbol, sino para dejar de ser España. Este quiere ser presidente del Estado Catalán, y usa como arietes para su conquista al club, a la plantilla, a la directiva y a los socios, y canta el himno del Barsa con el odio antiespañol de «Los segadores», que me han dicho que habla de cortar la cabeza a los castellanos, no será verdad, aunque no lo sé con certeza, porque no gasto catalán. Juan Lapuerta es un dictadircito que hace las cosas de Hitler y Mussolini. ¿Lo vieron disfrazado de Goering del catalanismo separatista, en algo tan nazi como una procesión nocturna de antorchas, con la tea en la mano? Total, entre tea y ETA hay sólo un salto de letras. Así se empieza, con la tea, y se acaba metiendo mecha a las tiendas de los judíos, digo, al Sánchez-Pizjuán.

Y a los que no gastamos catalán lo que más nos ha gustado es que don José María del Nido haya llamado a Lapuerta por su nombre y en español: La-puer-ta. ¿No estamos hablando en castellano, la lengua oficial del Reino? ¿A qué viene entonces mezclar las otras lenguas peninsulares? En catalán se dirá Joan Laporta, pero en castellano es Juan Lapuerta, joé, de todas, todas. Muchos ya estamos hartos de la dictadura lingüística del catalán sobre el castellano en el uso de topónimos. Yo no sé a usted, pero a mí me hierve el agua del radiador cada vez que en Radio Nacional de España (ojo, de España) o en Televisión Española (ojo, Española) dicen Lleida, Girona o Sant Boi, cuando en cambio no dicen London, Firenze o Marseille. Y ya que Del Nido ha dicho lo que muchos pensamos y nadie se atreve, tendría que haber llegado más lejos. Debería haber dicho algo también sobre los periquitos. Que no es que quieran marcarnos el gol del separatismo, pero que de momento sí que han impuesto en toda España la dictadura del catalán. El Barcelona es aquí el Barcelona, pero el Español es aquí el Espanyol, sin eñe de España, ¡toma castaña! Si Del Nido dice Lapuerta, y le alabo el gusto, cuando el Sevilla juegue contra el Español tiene que jugar contra el Español, joé, y no contra el Espanyol. ¿Qué es eso de Espanyol ni Espanyol cuando escribimos en castellano? ¡Con eñe de lo que rima con Logroño, coño! Aunque el otro te aplique luego la dictadura nazi con o sin antorcha de su catalanismo separatista y diga que Josep María del Niu baichant de la font del cat una noya, una noya. (Ojú, qué premio tiene lo de noya...)