Hablé ayer de la tómbola que han dejado poner a Unicaja en plena Plaza de San Francisco. Ahí, en una tómbola, es donde parece que les han debido de dar el carné de dirigentes, a juzgar por cómo tienen a Sevilla, por cómo anda la economía de la ciudad, por la alegría con que despilfarran el dinero que no tienen, por la ruina a la que están llevando al Ayuntamiento, cuya metáfora perfecta es Mercasevilla. ¿Cuánto debe el Ayuntamiento? Pregunten a cualquier proveedor lo que le tardan en pagar y la cantidad de facturas pendientes que tiene. El escándalo económico de Mercasevilla sería nada si un día pudiéramos conocer la suma de lo que el Ayuntamiento debe a sólo tres de sus principales contratistas: a los Contreras, a Martín Casillas y a Sando. ¿Para qué quiere Banca el Ayuntamiento, si tiene la financiación obligada y obligatoria de sus adjudicatarios de concursos de obras y servicios? Un pequeño autónomo que le haya vendido al Ayuntamiento, ¿qué sé yo?, el corcho mismo para el nacimiento que pusieron en el Arquillo por Navidad, se convierte para el Ayuntamiento en el BBVA y el Santander en una sola pieza, pues le pagarán al-ya-te-veré.

Hacen realidad lo de Carmen Calvo: «Como el dinero público no es de nadie...» ¡Venga, que lo regalan, más madera para La Encarnación, a despilfarrar millones! Como si el Ayuntamiento tuviera pagadas todas sus deudas y asegurada la devolución de todos los créditos pendientes, ¡hala, 18 millones de euros más para las setas de La Encarnación!

—¿Pero usted ha visto con la alegría con la que hablan de los millones de euros estos pobres hartos de sopa que hasta ayer por la mañana no tenían dónde caerse muertos y que muchos no tienen más profesión ni oficio que la política?

Los salva que la gente no hace pie con los euros más allá de los 6.000, que son el millón de pesetas. ¿Usted sabe cuántos son 18 millones de euros? Pues son, apunta, nene, 2.993 millones de pesetas. Casi 3.000 millones de pesetas más para cargarse a Sevilla; para hacer esa Térmica de Puertollano sin chimeneas en pleno centro en que han convertido La Encarnación; para el absurdo de levantar el mamarracho de una modernez que nadie ha pedido, que no hace falta ninguna, pues lo que había que hacer en La Encarnación era un mercado de abastos y un aparcamiento y dejarse de cuentos giliprogres y de despilfarros.

¿Pero estos señores saben el trabajo que podían dar esos 3.000 millones de pesetas bien colocados en inversiones productivas y no en obras faraónicas? Las setas de la Encarnación son el mausoleo donde estamos enterrando a la Sevilla que se han cargado, y donde esta manta de... (me lo callo) están cavando su propia fosa política. El valle de los caídos en las próximas elecciones. Millones y más millones que el Ayuntamiento no tiene, derrochados para nada. Sí, para presumir catetamente de modernez y de progreso, como si los turistas vinieran a Sevilla a ver las setas de La Encarnación y la Torre Pelli, ¿no te jode? Uf, lo que he dicho. Esto también va a desaparecer, el uso sexista del lenguaje. En «corregir el lenguaje sexista» el Ayuntamiento va a despilfarrar 223.000 euros más (que son 37 millones de pesetas, ¡hala!). Menos corregir el lenguaje sexista y menos despilfarrar el dinero que no tienen es lo que debían hacer. Porque el lenguaje sexista por descontado que lo siguen utilizando. Usted ha leído este artículo, ¿no? Y está de acuerdo, ¿no? Pues seguro que esta manta de...(me lo callo), cuando lo lean, tras ordenar el despilfarro de 18, 20 o 30 millones de euros más, dirán, como cada día, como tras cada escándalo:

—Pues lo que digan el Ybarra, el Robles y el Burgos a nosotros nos suda la po...ca vergüenza que tenemos.