Van a cerrar al tráfico el centro y verá usted la cantidad de negocios que van a hacer chirrín, chirrán tras esa medida. «Perdónalos, Señor, porque no tienen ni puñetera idea de lo que hacen», habremos de decirles, ya que estamos en Cuaresma, en vísperas de que el carretero Cristo de la Salud bendiga el lunes el mejor cahíz de tierra con su Vía Crucis.

—Y que se mueran los feos, como dijo usted en aquella primera levantá del barco de su barrio un Viernes Santo, que yo estaba allí dentro, al lado de mi amigo Antonio Bustos y de los hijos de don Adolfo Cuéllar. Este año será emocionante, ¿pero usted se imagina lo que va ser el Vía Crucis de las cofradías el año que viene?

—No, no sé a qué se refiere usted, ¿por qué lo dice?

—Hombre, por las nuevas normas de tráfico, por eso de cerrar el centro. Entre las ganas que les tienen a los crucifijos y las ganas que le tienen al centro, ya me contará usted qué cofradía va a poder entrar allí con su imagen para ir a la Catedral en el Vía Crucis del Consejo. El Consejo las tendrá que elegir a todas del centro, para que los Cristos tengan carné de residentes y puedan entrar.

—¿Y no podrá venir la del Tiro de Línea, o la de San Gonzalo, o la del Cerro?

—De ninguna manera. ¿Usted no ve que esos Cristos no tienen carné de residentes y no los dejan entrar? Y además, si entran, no podrán estar dentro del centro más de 90 minutos. ¿Se imagina ese rezo de la tercera estación, y ese diputado mayor de gobierno con el palermo en una mano y el reloj en la otra, mirando la hora, y diciendo «venga, aligera, que nos van a pegar un multazo que nos van a aviar, porque ya llevamos aquí casi media hora»?

—Tendrá el Consejo entonces que elegir nada más que cofradías del centro.

—Y con restricciones. ¿Usted ha visto el mapa de las zonas que van a hacer en el centro, no? Así como un parchís, que tienes que ir por tu calle a tu casilla y como te salgas te brean, ¿no? Pues digo yo que el Consejo tendrá que elegir en años sucesivos para el Vía Crucis a un Cristo o a un Nazareno del mismo sector de la Catedral, que ahí no habrá problema. Porque como lo elija de otro sector, de la Macarena, o de la Feria, o de San Vicente, o del Museo, será imposible que entren, aunque sean del centro. Las cámaras del chivatazo dirán que nanai, que se vayan a la Semana Santa de Castilleja, que es la que pilla más cerca de Ikea, o a la de Dos Hermanas, el término municipal del Carrefour de Montequinto. ¿No quieren cargarse el pequeño comercio del centro en beneficio de las grandes superficies? Pues con la Semana Santa y el Vía Crucis de las cofradías, igual, ¡menuda propaganda le van a hacer a la Semana Santa de Alcalá y a la de San Juan de Aznalfarache cuando las hermandades no puedan entrar al centro con sus imágenes!

—Menos mal que el Cristo de la Salud tiene el pase de residente en El Arenal, es divino Vecino de la calle Varflora, y por eso el Ayuntamiento lo va a dejar estar todo el tiempo que quiera por los alrededores del Alcázar, por el Postigo, y hasta por la Plaza Nueva y por la Avenida.

—Los vellos de punta se me están poniendo, usted...

—¿De la emoción de ver al Cristo de la Carretería por ahí?

—No, de la maravilla que tiene que ser que el Ayuntamiento le deje entrar a uno hasta la Plaza Nueva y estar todo el tiempo que quiera por el centro. Eso es un placer de dioses. Reservado por ejemplo al Dios carretero de la Salud, a ese Divino Capitán del barco de la calle Varflora. Que podrían haberlo dejado para el año que viene, que es cuando va a hacer falta. ¡Cualquiera es el guapo que el año que viene entra hasta la Catedral desde el Polígono de San Pablo, aunque sea llevando al mismísimo Cristo!