ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Angela vuelve a sus calentitos

En la verdadera patria del hombre, que es su infancia, mi barrio del Arenal es siempre un paisaje con figuras. Si le he dado un cierto lustre literario, ha sido más gracias a esas figuras que a mi torpeza con los pinceles de la palabra al pintar ese paisaje de Galerín en la calle Varflora; de El Pali sentado en su empernacada silla en la calle Aduana; de Florencio Quintero escribiendo una saeta baratillera en una servilleta de papel sobre el mostrador de caoba de la taberna de San José; del alcalde Isacio Contreras guardando en sus almacenes el manto de las Antúnez de La Carretería; o de los hermanos Morales acogiendo en su templo del Valdepeñas al Marquesado de las Cabriolas, para llegar a hoy en día con el traje de mil rayas de don Otto Moeckel.

Y junto al Arco del Postigo, Juana la calentera. Juana Goyguru, retratada ya para siempre junto a su Vecina la Pura y Limpia, friendo calentitos de plata para el Niño de la Virgen de los Reyes, con su blanco delantal, sus zarcillos de coral negro, su moño bajo de sevillana guapa. Pedí un día para Juana la Medalla del Trabajo y el ministro Javier Arenas, que tiene paladar, se la dio. A Juana la hizo el Gobierno lo que ya era: excelentísima señora por su trabajo. Arenas le impuso la medalla en la Plaza de España a don Javier Benjumea y a Juana. Benjumea alentó desde Abengoa las nuevas tecnologías de la fibra óptica. Juana alentó desde su puesto del Arco del Postigo las viejas tecnologías de freír los calentitos en el perol del aceite del olivo de Minerva. Que no se lo digan a nadie, pero se llama Postigo del Aceite precisamente por el que Juana echaba en el perol para freír allí sus calentitos.

Se nos fue Juana un día, cuando yo despaché en este papel de estraza sus calentitos de plata, pero en esta Sevilla donde todo cambia, permaneció el puesto del Arco. La sucedió su sobrina Ángela Martínez Goyguru en aquel trono. Conservó y acrecentó Ángela los primores de los frutos de sartén de su tía Juana y mantuvo su casa sevillanísima de la calle Nazareno, así como el ramo de flores que cada mañana de Viernes Santo sale del humilde puesto para quedar a los pies de la Esperanza. Continuó Ángela la buena vecindad con la Pura y Limpia, con la Piedad del Baratillo del azulejo. Siguió el rito calentero de la Madrugada y los madrugones. No hay en Sevilla ni Madrugada del Viernes Santo ni madrugón del Corpus y de la Virgen de los Reyes sin papelón de calentitos del Postigo.

Ángela es tan limpia como su tía Juana. Y si ello fuese posible, más. Tiene el puesto como los chorros del oro. No he visto delantal más blanco y limpio que el suyo. Ni paredes y mostrador más escamondados. Y esta Cuaresma, pensando en estos días grandes, estaban limpiado el puesto, dándole un buen flete. Y a Ángela le pareció que allí arriba, en los azulejos, había un churrete. Donde los calentitos no puede haber churretes: eso es en Madrid, que les dicen churros. Y Ángela cogió el mistol y el espóntex y se subió a la escalera para dejar aquello como una patena. Con la mala fortuna de que se le cerró la escalera, y cataplás: tibia y peroné rotos. A la clínica, la operación, la prótesis, el dolor... Y el reposo obligado en casa de su cuñado, sin poder ir por el puesto. Y lo peor, pensar en que se acercaba la Semana Santa y ella no iba a poder estar allí en los días señaladitos. Si Ángela se echaba a llorar pensando que no iba a poder despachar en Semana Santa, los del barrio pensábamos que un Domingo de Ramos sin una Goyguru en el antiguo puesto de Santitos no era Domingo de Ramos ni era nada.

Ayer, Domingo de Ramos, pasé por el Arco y allí estaba ya Ángela de nuevo en su puesto, despachando calentitos, al pie del cañón. Al pie de cañonazo de calentitos que esperan la Madrugada. Con la escayola más limpia del mundo en la pierna y sentada, pero allí estaba. Cuando Triana pase por el Arco, la Esperanza no se quedará tampoco este año sin el ramo de la nobleza del trabajo bien hecho que la calentera del Postigo le ofrenda cada Viernes por la mañana.

SOBRE LA CALENTERA DEL POSTIGO, EN EL RECUADRO, TAMBIÉN "CALENTITOS DE PLATA"

 

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