Si Cataluña es una nación, Andalucía es el pito de un sereno. Si en Sevilla No Passsa Nada, en Andalucía, ni te cuento: se limpian en sus cortinas. ¿Se imaginan ustedes que el Banco de España hubiera adjudicado a una caja de ahorros andaluza la compra de otra vasca completamente tiesa e intervenida por el Estado? ¿Dónde habrían llegado en Vasconia los gritos de protesta y el estallido de (vamos a decir) cohetes y triquitraques? Y sin ir tan lejos, que Bilbao está lejísimos y Andalucía donde tiene que estar: ¿qué hubiera ocurrido si a los enfervorizados andaluces de las manifestaciones del 4-D y del 28-F les hubieran dicho que al final la autonomía para lo que iba a servir era para que se colocaran divinamente todos los del PSOE y para que los vizcaínos de la BBK desembarcaran en Córdoba la Sultana (de coco)?

Mejor que yo, mi dilecto Ignacio Martínez consideraba ayer esta desolación de la quimera: «Esto no es Cataluña. Si Andalucía fuese Cataluña, el Banco de España no se habría permitido adjudicar la caja de Córdoba en contra del criterio unánime del conjunto de las fuerzas políticas y sociales. Y si lo hubiese hecho se habría formado un escándalo planetario».

Pues esto es lo que hay, que la antigua Caja de los Curas es ahora la Caja de los Vascos. Y las gracias hemos de dar a Dios de que los vascos no se hayan quedado también con otros símbolos cordobeses como las Bodegas Campos, El Churrasco, los boquerones en vinagre de frente a la Mezquita o el caballo del Gran Capitán en las Tendillas. Cajasur es de la BBK, acrónimo de unas palabras en vascuence que, como todo lo escrito en esa lengua, me parecen castellano con faltas de ortografía. La BBK es la Bilbao Bizcaia Kutxa. Kutxa significa, por lo visto, Caja (porque no sé vascuence, «ni Dios lo premita», que decía Lola Flores). Kutxa se pronuncia como una exclamación admirativa muy del norte andaluz que linda con Extremadura: «¡Cucha!» Como «cucha» me es muy familiar, porque se dice mucho en Guadalcanal («¡Cucha la Guadi, el coche que se ha comprado!»), me da la impresión de que Cajasur ha sido adjudicada a una exclamación, que si es admirativa en la Sierra, en Sevilla es como un exordio vocativo: «Cucha, que te ví a desí una cosa...» De este Cucha nuestro, del ponderativo serrano y del vocativo sevillano, me valgo para decir sobre el avasconiamiento de Córdoba:

Cucha el Griñán, la cuenta que le ha echado ZP a lo que pedía, que Cajasur se la dieran a su amigo Braulio...

Cucha, que me han dicho que ZP le ha dado Cajasur a los vascos a cambio de que el PNV le vote los presupuestos...

Cucha el argumentario del PSOE, que todos repiten como loritos que de que Cajasur sea de los vascos tienen la culpa la Iglesia y Asenjo, que era obispo de Córdoba cuando el lío...

Cucha, pues yo te voy a decir una cosa: menos mal que acusan a la Iglesia de eso sólo, porque con tal de no aceptar que ZP se la ha metido doblada, son capaces de decir que en Cajasur había hasta pederastia...

Cucha el Chaves, para lo que ha servido el andaluz ViceNada Tercero del Gobierno...

Cucha, quillo, que a la Cucha le han dado 392 millones de euros para el desembarco vasco en Andalucía...

Cucha lo que te voy a decir: ojalá que esto quede aquí, porque después de lo de Cajasur, ZP, con tal de que lo apoye el PNV, es capaz de declarar obligatoria la chapela y prohibir el sombrero cordobés. ¡Cucha la Junta con la chapela!