ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Indio cachimba atacar Serranito, ¡ao!

Los ayuntamientos de toda España tienen ordenanzas, secretarios, interventores, depositarios, jefes de negociado, policías locales, bomberos, conductores, arquitectos, aparejadores, jardineros, limpiadoras. El de Sevilla, además de todo eso, tiene algo único, como ningún otro ayuntamiento de España. El Excelentísimo Ayuntamiento de Sevilla, señores, es el único que tiene a los antisistema en plantilla.

En Barcelona, ya lo vieron en los disturbios de las hordas el día de la huelga, los antisistema son unos señores particulares que van por libre para ejercer el terrorismo callejero, quemando coches, volcando contenedores de basura, asaltando comercios y bancos. En Barcelona, el alcalde Hereu ha tenido duras palabras contra los antisistema que armaron la del tigre. Aquí el alcalde no ha tenido palabras, ni duras ni blandas, contra los terroristas callejeros de Alfonso XII, porque dependen de él.

—Y además de violentos, flojos.

—¿Cómo flojos?

—Sí, que estos tíos estarían haciendo el piquete coactivo a la puerta del Cortinglés del Duque, y cuando dieron de mano en insultar a los que entraban a comprar, pensarían que tenían que seguir haciendo sus «acciones democráticas» para el «libre» ejercicio del derecho a la huelga. ¿Y dónde seguir? ¿Nos vamos a ir ahora a Pío XII, con lo lejos que está? Mejor que a Pío XII, a Alfonso XII, que está ahí al lado y no hay que andar tanto, ¡al Mesón del Serranito!

Y a José Luis del Serranito, que aparte de cantar sus pasodobles en el programa «Los toros» de Manolo Molés es el empresario de hostelería don José Luis Cabeza, le armaron la mundial en el mesón de su cadena. José Luis del Serranito paga su IBI, paga su tasa de basura, paga todos sus impuestos municipales y hasta patrocina con su publicidad los autobuses de dos pisos de nuestra primera industria, el turismo. Y el mismo delegado municipal de Economía que le pega esas estocás fiscales hasta la bola fue a domicilio, a destrozarle a Serranito aquello, para que «libremente» ejerciera el derecho a poner su mesón en huelga.

Y a eso voy: a la singularidad sevillana de tener a los antisistema cobrando del sistema. Aquí tenemos a los antisistema en nómina del Ayuntamiento. En Barcelona te destrozan el negocio cuatro niñatos desharrapados y desarraigados; aquí, en cambio, te asalta tu negocio un selecto y distinguido grupo, un piquete de cinco tenedores (y nunca mejor dicho), encabezado por el ilustrísimo señor delegado de Economía e integrado por altos cargos municipales con el carné en la boca, nombrados todos entre sus correligionarios por el mismísimo tío de la pipa.

—Lo que sufrió entonces El Serranito fue un ataque de la tribu de los salvajes indios cachimbas que acampan en el Ayuntamiento.

Nada me extraña en esta Sevilla donde pasas por el andén del Ayuntamiento y ves desde la calle que los antisistema del sistema, los salvajes indios cachimbas, tienen desplegada en la ventana de uno de sus despachos la anticonstitucional bandera republicana. Sevilla es tan generosa que tiene en nómina y da de comer a los enemigos del sistema. Ya que son tan comunistas, ¿por qué no se van a destrozar mesones a Cuba?

 

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