Las desgracias nunca vienen solas. Yo estoy desolado por la remodelación del Gobierno que ha hecho ZP tras regalarle el mar a los canarios, casi la tierra a los vascos y el aire a los catalanes porque no se lo han pedido, que, si no... Qué raro que Montilla no se haya pedido todavía el espacio aéreo catalán.

El objetivo político de ZP es el mismo que las pilas del conejito: durar, durar y durar. Para ello, si es necesario, es capaz de matar a su padre como está matando a España. Todo lo que ha hecho ZP en los últimos días me recuerda una obra teatral de éxito en los años 60: «El comprador de horas». Aquella obra la escribió un francés, Jacques Deval, y con adaptación española de José María Pemán fue estrenada en el Teatro Lara por Adolfo Marsillach y Maruja Asquerino, actores que luego la repusieron varias veces en el programa dramático «Estudio 1» de TVE. La acción transcurría en Panamá y Marsillach representaba a un cura que se dedicaba a lo mismo que ahora ZP: a comprar tiempo. Con la diferencia de que el comprador de horas de Deval-Pemán le pagaba su tiempo a las prostitutas para que no hicieran pecar a los hombres y pudiera convertirlas con su charlita catequética, y el comprador de horas del Gobierno le compra al PNV y a CC el tiempo que necesita para agotar la legislatura sin elecciones anticipadas, y le compra al cuarto árbitro del Consejo de Ministros los minutos añadidos del reajuste, a ver si este desastre aguanta dos añitos más y, mientras, la ETA entrega las armas, nuestra economía se arregla con el tirón europeo y hay trabajo para los 4 millones de «oferentes de empleo». El cura que encarnaba Marsillach compraba las horas de las periquitas a cualquier precio. ZP se encarna a sí mismo, y compra su puto tiempo en el poder al precio que sea. Con nuestro dinero, con la soberanía del Estado y con los encajes de bolillo dentro de su partido y su Gobierno.

Pero empecé confesándoles que estoy desolado por la remodelaciòn. ¿Qué va a ser de España sin la Fernández de la Vega de vicepresidenta? ¿Qué va a ser de la industria de confección de ropa de señoras, de los modistos, del pretaporté, de las butics, sin que doña María Teresa nos sorprenda en cada aparición con un modelito nuevo y carísimo, todos con su cuello como de madrastra de Blancanieves? ¿Qué va a ser de ese fondo de armario, Dios mío de mi alma?

¿Y Bibiana Aído? ¿Qué va a ser de nosotros sin Bibiana Aído tirando el dinero? ¿Qué será de nosotros sin Ministerio de Igual Da? ¿Quién va a hacer ahora el mapa del clítoris? ¿Cómo vamos a llevar la estadística de mujeres asesinadas antes y después de la existencia del Ministerio de Igual Da? ¿Habrá menos uxoricidios con la desaparición del Ministerio de la Señorita Pepis, digo, de la Señorita Bibiana? Si es así...

Y de nosotros los andaluces, sin la lumbrera refulgente de Rosa Aguilar en la Consejería de Obras Públicas, ¿qué va a ser? ¿Y qué va a ser de nosotros los sevillanos, sin Rosa Aguilar delante de un plano de la Muy Tragona Ciudad diciendo por dónde tiene que ir el Metro con cara de no tener ni idea?

¿Y cómo se explica que a Chaves, con la labor tan fundamental para Andalucía, España y la Humanidad que está haciendo en Madrid, no lo hayan nombrado vicepresidente primero y lo dejen de nada con sifón? No hay derecho. Y a lo que desde luego no hay derecho es a que ZP sea el comprador de horas con la remodelación y no le dé nada a la empresa de la mujer de Rafael Velasco. Eso sí que es raro.