ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Factura sombra para los ministros

Siguiendo las divinas enseñanzas de Rubalcaba (que como pueda te la rima), los quince portavoces del Gobierno están haciendo mucha propaganda de las llamadas «facturas sombra» de lo que cuesta cada acto médico, cada intervención quirúrgica o cada prueba clínica en la Seguridad Social. Han empezado por el Hospital de la Costa del Sol, quizá para restañar el buen nombre de Marbella tras la Malaya, y prometen continuar por toda España. Por todas las terminales mediáticas ya hemos visto a las pensionistas operadas de cataratas, contensísimas, a las que entregaban su correspondiente factura sombra, en la que les decían que el costo de su intervención había sido de 1.398 euros de vellón.
¿Para qué lo hacen? Pues seguramente para lo mismo para lo que encaminan todos sus pasos: para la remontada de los votos o para «tensionar», que le dicen, a los abstencionistas. Vamos, a los hartos de coles de que un Gobierno socialista congele las pensiones, recorte el sueldo a los funcionarios y no haya podido acabar con el paro. El titular de una cartilla de la Seguridad Social que recibe la factura sombra diciendo que se han gastado 1.398 en sus clisos queda encantado. Sabe que la Sanidad que tiene presuntamente gratis cuesta, y nunca mejor dicho, un ojo de la cara, pero que él no tiene que pagar nada. Errónea creencia. ¿Cuánto ha pagado en cuotas de la Seguridad Social durante toda su vida esa buena señora malagueña en cuya catarata la Sanidad pública se gastó 1.398 euros? Si hubiera ido guardando en una hucha el dinero que cotizó durante toda su vida laboral, seguro que en lugar de a un hospital público de Marbella podría haberse ido a que la operara de cataratas en Barcelona el mismísimo doctor Corcóstegui. Al cartilloso del Seguro lo que más le gusta es que se gasten mucho dinero en él, que no tenga que pagar nada, y además saber a cuánto asciende el derroche:
—Me han recetado unas inyecciones magníficas. Cada caja cuesta más de mil duros.
Tras la factura sombra para que los asegurados se enteren de lo que vale un peine, yo propondría que la práctica se extienda obligatoriamente a los políticos. Sabemos cuánto nos cuesta operar una catarata, ¿pero cuánto nos cuesta que un político se haga la propaganda con la factura sombra? ¿Por qué no le presentamos al político, un poner, la factura de lo que ha costado esa rueda de prensa a su mayor honra y gloria, cuánto su desplazamiento a Marbella, cuánto las dietas de sus escoltas, cuánto las horas extras de su conductor, cuánto el hotel de sus asesores, secretarios y cogecosas?
Permanezcan atentos a la pantalla donde Rubalcaba monta la pajarraca nuestra de cada día, trasunto de su histórico «Pásalo» del 11-M, y piensen en la factura sombra de cada mitin del PSOE, de cada convención del PP, de cada viaje ministerial. Verbigracia, lo del viaje a Luxemburgo de Trinidad Jiménez, ministra de Asuntos Exteriores... Cubanos. ¿A cuánto asciende la factura sombra del viaje de Trini a Luxemburgo para defender los intereses de la dictadura cubana ante la Unión Europea? ¿Cuánto nos hemos gastado nada más que en avión para la ministra y su séquito? ¿Cuántas viejas podrían haber sido operadas de cataratas con ese dinero en el Hospital de Marbella que emite facturas sombra? Por cierto, esas facturas, ¿son con IVA o sin IVA? Yo lo que sé es que mientras no sepamos cuánto nos cuesta cada día un ministro, conocer el costo de una catarata es pura demagogia. Menudo brindis al sol las factura sombra.

 

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