ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Peatonalizan hasta los calentitos

Nos hartamos de votar, y los políticos y las instituciones democráticas nos cuestan un congo, pero de poco sirve. A la hora de la verdad seguimos, como en la dictadura, bajo el mandato de los que nadie elige y llaman «poderes fácticos». Ya lo dije cuando la reunión de pastores de la economía con la oveja muerta de la crisis. Cuando ZP mandó llamar a La Moncloa a los que de verdad tienen tela de poder económico: empresas como sables, como lo que se decía inmediatamente antes del 23-F, que por los cuarteles había ruido de sables. Y se ha comprobado que los controladores aéreos sí que son un poder fáctico. ¡Un mojón para CC.OO. y UGT! Los que paralizan de verdad España cuando quieren son los controladores, no la huelga general que hicieron los que están a papitos con el Gobierno, de cuyas subvenciones viven.
Lo que acabo de decir se refiere a Madrid y al conjunto de la nación española, pero ¿cuáles son los poderes fácticos en Sevilla? Los controladores del espacio terrestre de Sevilla, vamos. ¿Hay poderes fácticos en Sevilla? ¿Siguen los que creíamos que lo eran? ¿Es todavía un poder fáctico el Aero Club, donde en tiempos de la dictadura se ponían y se quitaban alcaldes? ¿Es un poder fáctico el Consejo de Cofradías? Más bien era: el poder fáctico del Consejo ahora es el que tiene que ser, el poder efectivo; esto es, el señor arzobispo. ¿Es un poder fáctico la Real Maestranza de Caballería? Desde luego: hay que ser un poder fáctico como una casa para sacar en la tradicional e hispalense Sevilla como cartel de los toros el gorro que llevaba el grupo del Yuyu en la chirigota de «Los últimos en enterarse» y que No Passse Nada; que la gente vea la pintura carísima del gachó y no le diga a nadie como a José Guerrero con aquella chirigota de los maridos cornudos: «Yuyu, ¡caaaaaaaaabrón!».
Y hay otros poderes fácticos que me preocupan bastante, como las cajas de ahorros. Hay que ser muy poder fáctico como Cajasol para emperrarse en levantar el absurdo de la Torre Pelli con el dinero que deberían dar en créditos para activar la economía, y contra el parecer de la Unesco. ¿Tanto manda Cajasol, que no hay quien sea capaz de parar esa monstruosidad de rascacielos absolutamente superfluo? Lo dijeron el otro día Gaesco, el BNP Paribas y el presidente de Inmobiliaria del Sur: habiendo 200.000 metros cuadrados de oficinas vacías, ¿para qué hacer más oficinas, y encima en la Torre Pelli?
Y como éramos pocos en casa, parió la Caixa: ¡escolta, noi! Sí, la caja catalana, que cada día manda más en Sevilla. Tela. Como van a arreglar las Atarazanas, y todos tan contentos por el mangazo que le pegan, los catalanes se han erigido en poder fáctico. Vamos, como Narciso Bonaplata, pero sin Ybarra al lado y sin fundar la Feria. Y por si no hubiera pocas peatonalizaciones, piden que peatonalicen la calle Dos de Mayo y la calle Temprado. Claro, como son catalanes y no tienen paladar para ir a comprarle los calentitos a Ángela junto al Arco del Postigo... ¿Pero por dónde se va a entrar a la calle Arfe y al Postigo, carnes mías? Lo que me faltaba por ver en Sevilla es que peatonalizaran hasta los calentitos del Postigo. Pero no por el habitual ataque de la tribu de indios cachimbas, sino por presión de la Caixa catalana. Pues si la Caixa pide que peatonalicen la calle Dos de Mayo, los del Arenal exigimos que peatonalicen la Diagonal, porque además allí no hay quien fría calentitos, ni hay un Arco que lleve al mejor cahíz de tierra, ni ná de ná: nada más que hay dinero. Hasta para colonizar a Sevilla... y que los sevillanos se dejen colonizar, encantados de la vida.
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