ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El primer niño de 2011

Qué pena, que vamos a perder este año una entrañable escena tradicional de estas Pascuas de Navidad y Reyes. Por cierto, el adjetivo «entrañable» es una especie de portal de Belén o árbol de Navidad, que sólo se pone por estas fechas. Las presentes son, por antonomasia, «las entrañables». Un peñazo, pero absolutamente entrañable. Sí, el adjetivo «entrañable» es como un Nacimiento léxico, algo que se pone por estas fechas y después se quita y se guarda en un altillo hasta el año que viene. Nada ya en el resto del año será entrañable. Ni la Semana Santa es entrañable, ni el Rocío es entrañable. Y vamos a perder hogaño la entrañable escena del telediario de las 3 del día de Año Nuevo, tras ese concierto que retransmiten en directo desde Viena y donde la gente paga un fortunón por ir a tocar las palmas con la Marcha Radetzky. Verás tú el día que los amantes de Strauss descubran «Paquito el Chocolatero», la que van a liar en Viena.
En el primer telediario de Año Nuevo aparecía siempre la entrañable escena del primer niño nacido ese día. En Madrid, naturalmente, que para eso hay en España 17 autonomías que nos cuestan un riñón, para que sólo sea noticia lo que se produce en la capital del Reino. En el reportaje, ora en La Paz, ora en el 12 de Octubre, salía, con el padre al lado, una madre con muy malita cara todavía la pobre después del parto, que tenía en sus brazos a un niño que había nacido a las 0,10 horas, y que la había ganado por la mano a otro que había venido a este puñetero mundo a las 0,17. Ambas paridas, por descontado, eran o bien ecuatorianas o bien bolivianas, casi nunca españolas de nación.
Ya nada será igual. Si de verdad quieren transmitir la realidad española, los telediarios de Año Nuevo tendrán que sacar a la clásica parturienta en la cama de la Maternidad, con el papá al lado, pero no con carita de caérsele la baba con el bebé, sino pegándole la bronca a aquí-mi-señora:
—Desde luego, Vane, que eres igualita, igualita que tu madre. ¡Cuidado que no ponerte de parto hasta después de las campanadas! ¿A quién se le ocurre? Pero, chiquilla, ¿por qué no apretaste más cuando te vino la primera contracción? ¡Cuidado que eres torpe! Mira que te lo dije: Vane, ve al ambulatorio y que el médico te recete una de esas medicinas que adelantan el parto, que como este niño se retrase vamos a perder los 2.500 euros del cheque bebé, y no está la cosa como para perderlos. Y mira que también te dije lo que me recomendó mi madre: díle a la Vane que suba y baje muchas escaleras, que coma muchas fresas y que beba mucha leche con canela, que así seguro que el niño se adelanta. Pero tú, nada: que si todavía el niño no está encajado, que si todavía me faltan dos semanas... ¡Pamplinas! Mira la Yési, que estaba embarazada lo menos de un mes menos que tú, pero que como es tan lista, se fue a su médico y le mandó esas pastillas que provocan el parto, y ahí la tienes, que tuvo el niño antes de Nochebuena, y ella y su marido El Isra ya han cobrado los 2.500 euros, y en cambio nosotros, por tu mala cabeza, ¡ni un duro, Vane, ni un duro!
Así que, señoras embarazadas a punto de dar a luz: dense prisa en el parto y antes del parto, no les vaya a pasar como a la Vane. Dilaten lo que tengan que dilatar, sin más dilación. Aprieten cuanto puedan. Los oxitócicos se están agotando en las farmacias. Después de las uvas y las campanadas, los niños ya no vendrán con el cheque bebé bajo el brazo.
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