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El letrero estuvo muchos años en pleno corazón de La Campana, al lado del bar que tenían Pepe Pinto y su mujer, La Niña de los Peines, donde ahora el nieto de Pastora regenta la administración de loterías que puso su madre. El letrero estaba en la muestra de la sombrerería de Manuel Padilla Crespo, un pintoresco cordobés que hizo arte de las mascotas y de las alas anchas y que llegó a escribir unas interesantes «Memorias de un sombrerero». Padilla Crespo, que comenzó su emporio en la plaza de las Tendillas de Córdoba, lo extendió pronto a Sevilla y Madrid. Abrió tiendas en los mejores sitios de ambas ciudades. En Sevilla, ya digo, en plena Campana, y otra en la Avenida. Padilla Crespo era un genio de la publicidad al modo de Casal el de los Bolsos. Inventó lo de «Sombreros Padilla Crespo, siempre a la cabeza». Y el lema que nos ocupa, que estuvo lustros en la muestra de su tienda de La Campana, hasta que se cerró el establecimiento: «Artículo español, jornal para los nuestros».
El letrero ha vuelto al callejero sevillano. Lo han puesto en la sombrerería de la calle Adriano, junto a la histórica guarnicionería El Caballo. Padilla Crespo, que cerró en La Campana y mantuvo a trancas y barrancas en la Avenida, junto a Filella, un escaparate de jipijapas, mascotas, cañeros, boinas de Tolosa y sombreros de ala ancha colorados para los turistas, ha abierto tienda con todo empuje en El Arenal. Donde ha vuelto el viejo lema de La Campana, en doradas letras: «Artículo español, jornal para los nuestros».
Por la invasión de las tiendas de chinos vuelven a estar de plena actualidad los lemas de la autarquía de postguerra. Ya saben: cuando el cerco internacional político y económico a la dictadura de Franco, España trató de bastarse a sí misma, suspendidas las importaciones. Entonces hasta plantaron árboles del caucho en las marismas para que fabricáramos neumáticos, de ahí Los Guayules junto al Rocío. En ese fervor económico nacional, el cordobés Padilla Crespo puso bandera con su rótulo de la autarquía: «Artículo español, jornal para los nuestros».
Relaciono ese letrero de la calle Adriano con otro que me han dicho que han puesto en un almacén de Bormujos, donde sobre la bandera rojigualda, el lema proclama: «No somos chinos». Ya hay que decirlo. A la economía española, y por tanto a la sevillana, se le están poniendo los ojos rasgados, de tanto chino. Tienda que cierra por ruina es chino emprendedor y estajanovista que abre, y a Las Siete Puertas me remito. Igual que en la Sevilla histórica estaba la Judería y la Morería, ahora tendremos que establecer la Chinería. Con distintos enclaves. La calle Alfonso XII se está convirtiendo en un Barrio Chino, con tantísima tienda de chinos finos, de los que venden moda de señoras y ponen a sus negocios nombres europeos, para despistar. Los chinos están tomando Santa María La Blanca: empezaron por Moda París; una hermana de la dueña de esa tienda puso un restaurante japonés, Kaede; luego abrió Wendy, tienda de desavíos y junto al Horno de Las Doncellas, otro colmado chino. Señores taberneros y hosteleros de Sevilla: recen lo que sepan para que a los chinos no les dé por abrir bares, porque veo en el paro a nuestra principal industria. Sobre Sevilla, en este plan, habrá que poner pronto un inmenso letrero que diga todo lo contrario que el de Padilla Crespo en la calle Adriano: «Artículo chino, otra pena para el déficit de nuestra balanza de pagos».
