ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Tres Caídas

Como siguiendo las divinas enseñanzas de don Santiago Montoto, que repetía siempre tal frase, no quiero «fías ni porfías ni cuestión con cofradías», vaya de entrada mi felicitación a la junta de gobierno y hermanos de la Esperanza de Triana, madre y maestra de las cofradías del Arrabal y Guarda, a cuya Virgen le dediqué una vez el palimpsesto del «Bendita sea tu pureza», pasándolo de orilla del río:
Bendita en calle Pureza
eternamente lo seas,
pues Triana se recrea,
Esperanza, en tu belleza.
Mi felicitación a la hermandad trianera es por el callejero, donde ya tiene a su Virgen y a su Cristo. A la calle con el nombre más largo de toda Sevilla, que era «José María Martínez Sánchez Arjona», se lo quitaron por culpa del resentimiento revanchista de la memoria histórica y le pusieron «Esperanza de Triana», que es más corto, más rotundo... y más de Triana. Porque además a Sánchez Arjona la confundía la gente con la calle Arjona y, la verdad, siempre era un lío. Ahora el Ayuntamiento va a rotular otra calle con el nombre de «Santísimo Cristo de las Tres Caídas», titular de la hermandad de la Esperanza y gloria bendita del Arrabal cuando en esa Madrugada gloriosa Triana llega con Él a La Campana y manda a la palangana de Pilatos a la chatarrería: «¡Los hierros viejos, los compro!». El Santísimo Cristo de las Tres Caídas dará nombre a una calle trianera que, si no he entendido mal, va del Pasaje Bernal Vila a Torrijos (ofú, Torrijos, vaya tela).
Y al igual que felicito a la hermandad de la Esperanza de Triana por la calle de su Cristo, compadezco a los gremios de taxistas y carteros. Con todos mis respetos para la hermandad, he de decir que al Cristo de la Esperanza de Triana le han puesto una calle que la tenemos repetida en San Isidoro. En Sevilla ya había una calle dedicada a las Tres Caídas de Cristo, en la advocación del Nazareno de la Hermandad de San Isidoro. A la calle de nuevo trazado que abrieron en La Alfalfa, desde la esquina del Espartero y de Silva el Droguero a la Costanilla de San Isidoro, le pusieron de nombre «Jesús de las Tres Caídas», como la Virgen de Loreto tenía la suya en Los Remedios. Un lío de calle Jesús, porque tenemos las calles Jesús del Gran Poder, Jesús de la Vera Cruz y Jesús de las Tres Caídas, y ahora, encima, Santísimo Cristo de las Tres Caídas.
Al paso que vamos, todas las calles de Sevilla tendrán deplorablemente nombres capillitas, de Vírgenes o Cristos de las influyentes cofradías, borrando los históricos y tradicionales, así como la memoria de sevillanos ilustres dignos de recordación, como le pasó, entre otros, a López Pintado y a Varflora. Las calles del lamentable C.C. (Callejero Capillita) ya las tenemos hasta repes. Con esto de las Tres Caídas puede ocurrir como con aquel vasco cuya historia circula por Internet, que llegó a Cádiz y le dijo al taxista que lo llevara al puerto. El taxista cogió carretera y lo llevó al Puerto de Santa María. Y cuando llegaron a la plaza de las Galeras Reales y Pachi, joderrrrr, le dijo al taxista que allí no estaba el ferry de Canarias que tenía que coger, el conductor exclamó: «Hombre, habérmelo dicho: ¡usted no quería ir al Puerto, usted donde quería ir era al muelle!». Con las Tres Caídas pasará igual. Habrá que explicotearle al taxista que nos lleve a Las Tres Caídas de Triana. Caso contrario, usted acaba en La Alfalfa. ¡Vamos que si acaba!
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