ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Ya no hay cortijo

No sé si se acuerdan de los versos del hermano poeta que tenía el prosaico Antonio Machado: «Tu calle ya no es tu calle,/ que es una calle cualquiera,/ camino de cualquier parte». Lo que ha pasado con las municipales en Andalucía es como la soleá de Manuel Machado, pero con el famoso granero de votos del PSOE en vez de la calle de la amada que dejó de serlo: «Con las urnas a la vista/ tengo que decirte, hijo,/ que esto ya no es tu cortijo,/ tu cortijo socialista»

En estas elecciones han caído muchos mitos. Pero, sobre todo, ha caído el mito de Andalucía como propiedad del PSOE. Si existía el voto cautivo, ha sido liberado como fue abolida la esclavitud. En todo caso es ahora el voto del Parte de la Victoria del PP: el voto cautivo... y derrotado. Si se votaba en Andalucía con el PER, con la mamella de la subvención y con el miedo a los nuevos señoritos, que son los sátrapas locales, provinciales y regionales del PSOE, todo eso ha dejado de funcionar.

¿Se acuerdan de la famosa foto de la tortilla, que era como la cena de los doce apóstoles del PSOE, pero sin un Leonardo que la pintase, sino con la cámara de Pablo Juliá disparada por Manuel del Valle? Bueno, pues Javier Arenas le ha dado la vuelta a la tortilla de la foto de la ídem. En la foto de la tortilla fallaba el paisaje. Los que por el procedimiento del tirón y con dinero de Bonn les habían arrebatado las siglas del PSOE a los socialistas históricos del exilio de Toulouse aparecían bajo un idílico paisaje campestre de pinos, dicen que los de Oromana, dicen que los de Aznalcázar. Ese paisaje conífero despistaba bastante. Hubiera pegado más la foto de la tortilla ante un clásico y tópico cortijo andaluz como de película de Cifesa o de cuplé de ganadera y torerillo, con música del Maestro Quiroga, porque los allí retratados eran los nuevos señoritos del cortijo andaluz. Sin caballo y sin sombrero de ala ancha, pero señoritos. ¡Menudo cortijo electoral montaron durante 35 años los amiguitos de Felipe González y de Alfonso Guerra! Desde su cortijo tomaron Madrid, y tomaron España, y tomaron del frasco muchas cosas, gracias a las inmensas mayorías que obtenían en su latifundio electoral, donde les chorreaban los votos, cautivos o por cautivar. Como aquella malagueña que fue a Sevilla a ver los toros y en la mitad del camino, ya saben, le cautivaron el voto, porque la apuntaron al PER y colocaron a su marido en la Junta.

Todo ha sido ahora como en el corrido de Pancho López. Lo que tenía que pasar, pasó. Nunca tantos podían aguantar a tantos con tan poca vergüenza y tanta mangoleta durante tanto tiempo. El cortijo andaluz del PSOE ha sido expropiado por las urnas. Como finca manifiestamente mejorable. Ya el cortijo fallaba en la costa, en la franja litoral que de Almería a Ayamonte votaba al PP. Ahora ha sido incautado para las libertades patrias el cortijo interior, las grandes ciudades agrarias que parecía que eran propiedad privada del PSOE, de las que puede ser símbolo Antequera, cuna, además, del lobby socialista que pastorea a los borregos de la Cultura en Andalucía. Que el PP gane en Écija la llana, en Arcos de los Poetas o en Jerez demuestra que el cortijo ha dejado de existir como tal. Y como tu calle ya no es tu calle, digo, tu cortijo ya no es tu cortijo, resulta que aquel a quien llamaban «perdedor» les ha hecho eso que tanto les gusta a ellos: expropiarles la finca. Arenas ha hecho con el cortijo socialista andaluz como quiere el alcalde de Marinaleda hacer con las fincas de la Duquesa de Alba.

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