ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Sevilla está sucia

En estos días del que-voy-que-vengo de las vacaciones y del veraneo de quien tenga posición, lo malo no es que la gente viaje, sino que luego te lo cuenta. Y a veces, hasta a vídeo armado.
-- No me lo diga, que unos amigos me han amenazado con que cuando vaya a su casa me tienen que poner el vídeo de su crucero por las islas griegas, qué horror.
Sin vídeo, o sin enseñarte las fotos que llevan en el móvil, otros te dicen de palabra lo que han visto por ahí. Casi siempre maravillados. De los hoteles zarrapastrosos, de las estocás hasta la bola de los restaurantes y de los retrasos de los vuelos no te hablan. Te hablan de la parte envidiable, para que se te pongan los dientes largos. Todos los que llegan de sus garbeos, por comparación, se lamentan de una realidad que conviene que sepa el alcalde Zoido con todas sus letras: lo sucia que está Sevilla.
-- Sucia, no: guarra...
-- Ah, creía que iba usted a decir el remoquete de moda, eso de "sucia, no: lo siguiente".
Unos amigos han llegado de pasar unos días en Salamanca y me dicen:
-- No te puedes imaginar lo limpia que está Salamanca, está reluciente...
Otros amigos vienen de pasar un fin de semana larguito en Cádiz y me dicen:
-- Tu amiga Teófila tiene a tu Cádiz limpísimo. ¡Vamos, lo mismito que Sevilla!
Y entonces, recordando esas frases, es cuando vas por la acera del Nervión Plaza sorteando negros manteros y te das cuenta de la cantidad de papeles, envases de pipas, tarrinas de helados, latas de cocacola pisoteadas y guarrerías en general que hay tiradas por el suelo. Los husillos, atascados de tanta porquería al borde de las aceras. Y vas por la Avenida, y lo mismo: las aceras son papeleras, inmensos vertederos. ¿Qué pasa, que los sevillanos somos unos guarros (que lo somos) o que aquí no se barren las calles como en otras ciudades? Cada vez que voy al Mercadona de Los Bermejales me maravillo: hay siempre una niña pilotando un carrito autopropulsado de limpieza, dando barzones entre Hacendado y Bosque Verde, dale que te pego a sacar de brillo el suelo... ¿Cuándo, en cambio, vio usted por última vez una máquina barredora por las calles de Sevilla? ¿Y cuánto hace que no ve usted por el centro, dale que te pego al escobón, un barrendero de los de toda la vida, con su carrito y su recogedor? Cierto que los sevillanos somos de la lamentable cultura del "¡tírelo usted al suelo mismo!" cuando preguntamos en un bar por una papeleta; pero es que lo que tiramos al suelo no lo recoge luego nadie.
Yo recuerdo que cuando Soledad Becerril era alcaldesa, la gente comentaba lo limpia que estaba Sevilla. Como debe ser. Para querer limpiar Sevilla creo yo que no hacen falta grandes inversiones, sino escobas y recogedores y bolsas de basura. ¿No quiere Zoido crear empleo? ¿Pues por qué no pone a unas docenas de parados como barrenderos estampillados, eventuales? No por nada, sino por la fama de Sevilla. Nada me gustaría más que quienes nos visitan, dijeran a sus amigos cuando volvieran a sus casas:
--Hemos estado en Sevilla y no te puedes imaginar lo limpio que tiene Zoido aquello.
Ajolá, que dicen los clásicos, ajolá.

 

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