ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 19 de enero  de 2016                
                             
 

¿Que en Sevilla no hace frío?

No me dirán que hoy no vamos elegantes y británicos. Tela. ¿Qué digo británicos? ¡Oxonienses, que son los de Oxford! Vamos de lo más elegante para los ingleses: de hablar del tiempo. Pero no del tiempo que hace que no se lava ese diputado de Podemos en el que está usted pensando, no: esto va de tiempo meteorológico. De Julio Marvizón. De José Antonio Maldonado. Y sin cruz de guía a quince minutos de la salida, que tiene más mérito. Hablar del tiempo en Sevilla ahora es cuando tiene mérito. En Semana Santa lo hace cualquiera. Vía "Llamador" de Canal Sur o vía aplicación de AEMET en el móvil, en Semana Santa todo el mundo sabe de lluvia más que nadie:

-- Pues me han dicho que en Huelva está cayendo la mundial. ¿Y tú has mirado lo negro que viene por Húevar?

En el Consejo de Cofradías, cuando dejen de marear la perdiz (estofada) de la Madrugada, deberían nombrar el Delegado de Húevar. Pero no de huévar con mayonesa del bar Las Lapas, sino de la villa de Huévar del Aljarafe, para consultas de los cabildos urgentes de si salimos o no salimos. Ahora, pues, es cuando tiene mèrito hablar de hispalense meteorología. En Sevilla hay embustes, mentiras y creencias meteorológicas. La más extendida es que en Sevilla no hace frío, lo cual es una "leyenda urbana", como dicen los cursis. Un embuste como una Catedral (transformada en atracción turística). ¿Que no hace frío en Sevilla? ¿Usted ha visto los termómetros callejeros a las 7 y a las 8 de la mañana desde el domingo a hoy, que el que no pone que hace 7 grados es porque dice que hace 6? En cualquier otra latitud, 6 o 7 grados no es frío. Y aquí en Sevilla esas temperaturas tampoco son frío: son biruji; son de llevar todas las papeletas para el sorteo de una pulmonía doble. Aquí en Sevilla se pasa más frío que en ninguna parte. Ya lo dijo Fernando el Católico: "Los inviernos han de haberse en Castilla y los veranos, en Sevilla". Porque, claro, como creemos que no hace frío, no hay absolutamente nada acondicionado para el biruji. Empezando por las prendas de abrigo. El abrigo como tal ha pasado a la historia. El único sevillano que usa abrigo es Antonio Ríos, el que fuera presidente del Consejo de Cofradías. Los demás echamos el invierno con el chaquetón, la parca o la pelliza. O con una bufandilla. Y, claro, así se cogen los enfriamientos y neumonías que se cogen.

Y las casas, lo mismo. ¿Cuantos bloques de pisos hay en Sevilla con calefacción central, de la buena, de la que entras en tu casa y está aquello la mar de calentito y agradable, y no te tienes que poner a echar pingüinos de los sofales y osos polares de los dormitorios de los niños? En los bloques que se hicieron con calefacción central, la comunidad de vecinos ha decidido hace mucho tiempo no ponerla, porque es muy cara y, además, "como en Sevilla no hace frío"... Y aquí viene la ganancia de pescadores de Endesa, con tanto brasero eléctrico, tanto calentador de aceite y tanto radiador enchufado y consumiendo kilovatios y más kilovatios. Y en los locales públicos, ni te cuento. En un restaurante de cuyo nombre no quiero acordarme, de los tiritones que pegamos allí el domingo, sólo tras mucho rogar logramos que el dueño pusiera el aire acondicionado en su función de bomba de calor. Nos dijo:

-- Pues es la vez primera que ponemos el calor este año.

-- Guárdalo entonces para mejor ocasión que hoy, hijo mío...

¿Y dejar las prendas de abrigo en los restaurantes cuando se sienta uno a comer? Como en Sevilla no hace frío (no ni ná), colgar el abrigo o el chaquetón en un restaurante es una hazaña. No hay percheros, ni aquellos que se llamaban "espárragos". Hay que dejarlos amontonados todos de mala manera sobre una silla. ¿Y los muertos por el frío, sus víctimas? En Sevilla muere más gente por el frío que en Laponia. ¿Y saben por qué? Pues porque como "en Sevilla no hace frío" ni en las casas hay calefacción, nos aviamos con el brasero eléctrico de la mesa camilla. Y ahí viene la guasa: la ropa de la mesa camilla que sale ardiendo, la salita que se prende como una tea y la señora mayor que los bomberos sacan muerta por inhalación de humo. ¿Cuántas víctimas mortales del fuego de la mesa camilla llevamos ya este invierno? Claro, como en Sevilla no hace frío... No ni ná... Anda que no...

 

CorreoSi quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico  Correo

 

           

 

 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio