ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla,  31 de octubre de 2016
                             
 
El abuelo de doña Carmen Fernández, actual propietaria, a la puerta del bazar

Un bazar en la Puerta de Triana

Como el agua de los Caños de Carmona no venía de la Estrella de Vandalia, sino de Alcalá de los Panaderos, y les decían así por la puerta por la que entraban en la ciudad, así muchos creen que la Puerta de Triana está junto al Barranco, a la verita misma de la entrada al Puente desde la esquina del Paseo Colón y Arjona. Y no es así. La Puerta de Triana estaba bastante lejos de Triana y del puente de barcas. Estaba donde tenía que estar: en Sevilla. Concretamente, en la esquina de Cantarranas (Gravina) con la Pajería (Zaragoza), las dos primeras calles intramuros de la Puerta que contempló la peor Sevilla con la muerte por linchamiento del afrancesado Conde del Águila. Y tiene la Puerta de Triana una rareza sevillana. Mientras las otras designan a todo un barrio, el barrio de la Puertalacarne, el barrio de la Puertaosario, el barrio de la Puertalarená, la de Triana apenas da nombre a sí misma y al lugar que ocupaba, donde ahora cuatro palmeras, a modo de cipreses funerarios, la evocan.

Pues bien, un veterano comercio de la Puerta de Triana me ha hecho acordarme de Julio Iglesias. Un viejo establecimiento de la parte donde se estrecha la calle San Pablo. Donde hay que ver de vuelta, de pitón a rabo, de cruz a preste, al cortejo de La Quinta Angustia. Comprueba allí uno que La Quinta Angustia no entra en La Magdalena: entra y hace entrar a Sevilla en la Madrugada. ¿Y qué tiene que ver Julio Iglesias con la calle San Pablo, con la Puerta de Triana y con La Quinta Angustia? Pues mucho. Me contaba el gran cantante una vez que me convidó a su casa en el Indian Creek de Miami que su padre el doctor Iglesias Puga todas las mañanas lo llamaba desde Madrid, para decirle siempre lo mismo:

-- Julito, hijo, ¿sabes quién se ha muerto?

Así, todos los días: el obituario telefónico de urgencia, la muerte cabalgando del Barrio de Salamanca a la isla de los casoplones de Miami. Hasta que un día, tras tanta esquela mortuoria telefónica diaria, harto, le dijo Julio a su padre:

-- Pero, papá, ¿nunca nace nadie en Madrid? A ver si un día me llamas para decirme que alguien conocido ha tenido un hijo.

Algo así le ha ocurrido a este habitual redactor de gorigoris por los comercios tradicionales que perdimos, por las tiendas de toda la vida a las que le está llegando toda la muerte de las franquicias. Como siguiendo la petición del gran Julio Iglesias a su padre, me escribe doña Carmen Fernández y me dice: "Hace un año mencionó en un artículo la tienda Casa Fernández; quería que supiera que en ese tiempo nos estábamos planteando cerrar y alquilar el local. Su artículo fue un granito más que hizo plantearme que teníamos que seguir adelante; convencí a uno de mis hermanos para cogerla entre los dos, la reformamos un poco en febrero y desde entonces aquí estamos, con un horario de 9 a 21 horas y abriendo fines de semanas pero luchando para que siga adelante. Le mando una foto que encontramos hace unos días en la que mi abuelo posa delante de la puerta, tiene ya algunos años... Un saludo y muchas gracias por ese granito de arena".

Óooooole. ¡La Medalla al Mérito en el Comercio para esta familia, urgentemente! Casa Fernández en la Puerta de Triana, ya saben: en la calle San Pablo, con sus maravillosos escaparates de piezas de menaje y ferretería, loza y cristal en peligro de extinción, con sus inconfundibles muñequitos vestidos de nazarenitos de San Gonzalo o de la Esperanza de Triana, sus ollas, sus marcos y todo lo que imaginarse quieran, que allí lo encuentran, al lado de la heladería de Rayas. Si aquí les damos el santolio a muchos comercios que palman, hoy es todo lo contrario: le damos la confirmación en la fe comercial a esta benemérita familia que mantiene desde hace tres generaciones "Casa Fernández, Loza y Cristal" en la calle San Pablo, cuando frente cerró Casa Pueyo. Y ayudémosla de la mejor forma que hay de defender el comercio tradicional: comprando allí. ¡Venga, todos a comprar en Casa Fernández y a dejarnos de grandes superficies y de polígonos industriales!

 

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