Si me lo permiten (y si no también), me atrevo a añadir otro título falso más a los oficiales de la Muy Noble, Muy Leal, Muy Heroica, Invicta y Mariana Ciudad de Sevilla. Junto a los de Difícil, Falsa y Cobarde Ciudad, metiéndome a Alfonso el Sabio (por la parte de "antes Burro"), a la vista del almanaque cofradiero del presente año yo le concedería también el título de "Muy Jartible Ciudad". No sólo no se harta de fiestas, sino que nos infla a celebraciones de sus vísperas.

El Domingo de Ramos cae este año el 9 de abril. El Miércoles de Ceniza, el 1 de marzo. Es decir, que estamos a un mes de que empiece la Cuaresma, vísperas oficiales de la Semana Santa por antonomasia, cuando todos sabemos por los barruntos florales y por el cambio de la luz y hasta de los sonidos que ciertamente "esto ya está aquí". En Sevilla aplicamos a rajatabla el pensamiento de Cervantes: "El camino es mejor que la posada". Y hay quien se lo pasa en Cuaresma mucho mejor que en la propia Semana Santa. Disfruta más pensando en ella que viviéndola, entre viacrucis, cultos internos, conciertos de marchas, tertulias, pregones, carteles y exaltaciones. Esto de celebrar la Cuaresma (y ahora ya la Precuaresma) casi tanto como la Semana Santa me recuerda a la última salida extraordinaria del Gran Poder. Cuando pasaba el Señor, ora ya anochecido en la ida a la Catedral, ora a plena luz de los dorados resplandecientes de su paso en la vuelta a San Lorenzo, muchos eran los que no veían al Gran Poder...más que a través de visor del teléfono móvil con el que le estaban haciendo una foto, o un vídeo, o un selfi, vulgo autorretrato, con la milagrosa imagen al fondo. No miraban al Señor, sino a su teléfono móvil. Con la Semana Santa está ocurriendo algo por el estilo: la gente la vive desde las vísperas más que en los propios días de la que ante se llamaba Semana Mayor. Título que ya le viene corto: a este paso debemos hablar de los Meses Mayores, que van desde que en San Lorenzo se celebra el Quinario del Gran Poder hasta que en la iglesia de la misma plaza entra la Soledad, siempre "por la luna acompañá" en la imborrable "soleá a la Soledad" de Rodríguez Buzón.

Digo todo esto porque este año, como la Semana Santa cae tan... ¿Cómo se dice, "alta" o "baja" cuando cae tardísimo, ya bien entrado abril, que hay teorías sobre cómo llamar a esas alturas de almanaque? Como este año el Domingo de Ramos, venía diciendo, es el 9 de abril y la Cuaresma empieza tan tarde, comienzo a oír algo que demuestra lo jartibles que somos, que no tenemos remedio: "la Precuaresma". Como el Adviento con respecto a la Navidad, pero en este caso referido al Miércoles de Ceniza. Los jartibles se han inventado un tiempo litúrgico nuevo, en sus ansias de disfrutar las vísperas y si de paso ganan un poco de protagonismo, mejor que mejor. Igual que se editan siete mil millones de carteles de Semana Santa, cada tertulia el suyo, y ahora está la moda adelantar los viacrucis de las cofradías mucho antes que el Vía Crucis Grande del Consejo, no me extrañaría que pronto alguien organice el Pregón de la Precuaresma en cuanto pase la carroza de Baltasar.

¿Vallas en Semana Santa y aforamientos, dicen ustedes, señor delegado del Gobierno y señor delegado municipal de Fiestas Mayores, mi admirado don Juan Carlos Cabrera, cuya presentación del pregonero estamos ya esperando, a ver con qué valentías de protestación de fe nos sorprende agradablemente este año? Poner aforamientos a las calles y colocar vallas en la Semana Santa está tirado, por más que proteste la afición porque tiene que ver los pasos lejísimos, como los toros desde Sol Alto. Lo difícil es aforar la novelería de los sevillanos jartibles y ponerles valles a todos estos sacamientos de quicio de tanta víspera, que acaban con la virginal sorpresa y el deleite verdaderos de la fiesta. ¿Quién le pone aforamientos y vallas a este desmadre de la Precuaresma? Nadie, en la Muy Difícil, Cobardona y Jartible Ciudad de Sevilla. La realidad es que la Precuaresma ha venido y nadie sabe cómo ha sido.

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