Antonio Burgos / Antología de Recuadros

El Mundo de Andalucía, 26 de febrero de 1997

Antonio Burgos

Cazalla y el "no pacharán"

 

Cazalla está de moda. Cazalla de la Sierra. Cazalla Superstar. La Cazalla del hermano de Borbolla, que es una pena que no se llame Borballa, vaya, no rima con Cazalla. La Cazalla donde la nieta del dictador encontró las ovejitas luceras de Carmen Sevilla. La Cazalla del fincón con ermita directamente importada del Barroco y todo que se están haciendo los Pepes, que ahora la moda es llamar los Pepes a los diseñadores de moda, José Víctor y José Luis, lo de Vittorio para el peluquero de la Puerta Larená y y lo de Lucchino para Visconti, llamarlos así es ya una horterada de la temporada pasada. La Cazalla de la finquita mágico-insular de Seoane. La Cazalla de la hospedería de la inglesa que fue a Cazalla lo que los Hohenlohe o Ricardo Soriano a Marbella. La Cazalla de las raíces de María del Monte. La Cazalla del recuerdo que sus amigos todavía guardamos, como una oración a su dios difícil, a José María Osuna.

Lo único de Cazalla que no está de moda es el cazalla, que es como si estuviera de moda Jerez y no lo estuviese el jerez, o estuviera de moda la Rioja y no el rioja. Los andaluces somos tan defensores nuestras cosas (tararí) que nos hemos dejado colonizar por el Chinchón y por el cura tabernero que organiza el festival de Chinchón. Estando ahí Cazalla se mata el gusanillo con Chinchón. Y estando ahí Cazalla, después de las comidas las señoras piden una copita de licor de bellota, que es como darle un homenaje a Rodríguez Ibarra. O una copita de licor de canela, que es como darle un homenaje a la flor de María Dolores Pradera. Los caballeros, más suyos, más recios, más enteros, piden una copita de algo muy andaluz (por los cojones): un pacharán. El pacharán es para pedírselo en un choco de Donosti a un camarero vasco con el pescuezo así de gordo y con un morrillo donde, como decía el difunto Pali, se puede escribir el Quijote con la maja del gazpacho:

--- Patxi, un patxarán...

El pacharán es para beberlo en euskera, y eso que está hecho con una fruta que sale muchísimo en la copla andaluza, la endrina. Sí, exactamente eso que los ojos o la mata de pelo de la mocita eran negros como la endrina. Los navarros y los vascos cogen la endrina, las maceran en aguardiente y sacan el pacharán. Con el que se dedican a colonizar los restaurantes de Andalucía. Eso está muy bien: ellos dándonos por saco todo lo que pueden y nosotros haciéndolos ricos a base de copitas de pacharán.

Por eso está muy bien que desde El Puerto de Santa María, con ese nacionalismo excedente que hay siempre en el Marco de Jerez, haya venido Luis Caballero, que es un endrino caballero del castillo de San Marcos, a redimir el cazalla de Cazalla de toda la vida y a darle ánimos a la crema de guindas, para que no se deje comer el terreno por el pacharán de esta forma. Luis Caballero se ha subido a las almenas de su castillo del Puerto y ha dicho: "No pacharán, sino que nosotros pasaremos Despeñaperros con el Miura". La crema de guindas de Luis Caballero viene al mercado con las de un miura, a por todas. Quinientos millones se va a gastar en promocionar el licor que inventaron los frailes del convento de los Diezmos de Cazalla y que hasta ahora lo más lejos que llegaba era a la feria de Malcocinado y a algunas casetas de las buñoleras en Sevilla. La otra tarde nos dio los diezmos y primicias de su reconquista del cazalla, bajo el emblema del toro de la crema de guinda, pintado por Martínez de León, que es un toro con casi tanto lustre como su compañero portuense de encierro publicitario, el toro de Manolo Prieto, pero mucho más taurino. No cabe la menor duda de que Martínez de León era más y mejor aficionado que Prieto, y en la corrida concurso de ganaderías de bodegas, el catavino de oro se lo dieron a su toro de la crema de guindas de Cazalla y no al toro de Osborne, que se ha colocado en la Conserjería de Cultura.

Hay que desearle mucha suerte a Luis Caballero, ya tan cazallero como los Pepes y como el hermano de Pepote, para que vayamos dejando las endrinas vascas por las andaluzas guindas en aguardiente de toda la vida. Don Luis, a ver si pone usted hasta en Zalacaín el letrero de su admirable guerra empresarial andaluza: "No pacharán".


 

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