Antonio Burgos / Antología de Recuadros

Diario 16,  29 de enero de 1993

Antonio Burgos

Pemán y Alberti: Las dos Españas de Cádiz

  Tweet             Seguir a @AbeInfanzon        

Bl3WwK8CYAAsgVx.jpg_large
 
28 de febrero de 1981 (cinco días después del 23-F)
Abrazo de Rafael Alberti y José María Pemán en el Pregón del Carnaval de Cádiz (Foto Kiki)

 

Desde el escritorio de la casa se oyen las campanas de las torres gemelas de la iglesia de San Antonio, los gritos de los niños que juegan en la plaza, y se adivina el rumor del mar contra las murallas, en tardes de levante antiguo y amores nuevos. El escritorio de la casa de Pemán parece como si estuviera esperando todavía que de un momento a otro legara don José en el talgo, después de haber asistido en Madrid a una junto de la Real Academia Española, a un estreno de Calvo Sotelo y a un homenaje a algún joven poeta gaditano del grupo "Platero" o del grupo "Alcaraván". Afortunadamente, la memoria de Pemán tiene unas vestales que guardan la llama de la fidelidad. Su hija Pilar mantiene la casa como ya digo, que parece que va a llamar uno a la campanilla de la casapuerta y le va a decir un criado: "No, don José n o puede atenderle ahora, está terminando de dictar una tercera..." Por aquellos anaqueles, un fiel secretario, don Antonio Llaves, tiene perfectamente organizados los originales de todos los artículos, de todas las conferencias, de todos los libros, de todos los poemas. Y si viva está la memoria de Pemán dentro de la casa de la plaza de San Antonio, no menos lo va a estar desde hoy por la parte de fuera. El Ateneo gaditano va a poner una lápida recordando que allí, tras aquella ventana de la plaza de San Antonio, escribió y murió aquel novio enciclopédico, académico y guasón que tenía Cádiz, quien le dijo aquel piropo de llamarla en un poema inolvidable "señorita del aire" .

Muchos recuerdos se me vienen a la memoria en esta mañana de mármol y memorias, pero ninguno como una desconocida historia que ocurrió allí. Allí, junto a aquella casa, terminaron ciertamente de existir las dos Españas, bajo la Monarquía Parlamentaria por la que largos años suspiró Pemán entre Estoril. Cádiz suele tener una versión local de los grandes acontecimientos de la historia de España. Como en el Museo Municipal hay una maqueta en caoba de la ciudad, que mandó hacer Carlos III, así también hace Cádiz miniaturas taraceadas de los grandes acontecimientos patrios. Cádiz tenía una maqueta en caoba de las dos Españas, una miniatura literaria de las dos Españas, como dos camafeos isabelinos, como una reencarnación de los mártires Servando y Germán, que eran Alberti y Pemán. Existieron las dos Españas porque existió don Rafael Alberti y don José María Pemán. Hasta se contaban historias preciosas, que merecían ser ciertas. Quién contaba que Pemán, en Algeciras, había subido secretamente a bordo de un transatlántico inglés que llevaba a Alberti del exilio de Buenos Aires al destierro de Roma. Quién añadía que, de tapadillo, habían cogido un coche de caballos, cochero, látigo atrás, y se habían venido a la Privadilla a tomar unas copas y a llorar juntos escuchando un cante.

Ninguna historia tan cierta como la que ocurrió allí, en la plaza de San Antonio, la tarde que Rafael Alberti pronunció el pregón del Carnaval gaditano, no disfrazado, sino vestido del uniforme del cuerpo al que pertenece, pues iba el poeta ataviado de Marinero en Tierra. La familia, que sabía de las debilidades liberales de Pemán, le había recriminado: "Papá, no se te vaya a ocurrir por nada del mundo salir a saludar a Alberti, que te conocemos..." Estaba Pemán ya enfermo y torpón, y cuando oyó el estruendo carnavalero del pregón de Alberti, ni corto ni perezoso salió a la puerta de la casa, no para ver el cadáver del enemigo, sino para abrazar al amigo. Se abrazaron los dos. Pemán dijo a Rafael: "Como poeta, Rafael, no hay color..." Y no había colores, ni morados ni gualdos, en aquel abrazo con un fondo de papelillos y serpentinas. Los pitos de caña tuvieron que sonar a la concordia de la marcha granadera. Porque aquella tarde, me ha contado la luz del faro de la Caleta, terminaron en Cádiz las dos Españas.


 Volver a ANTOLOGIA DE RECUADROS    Tweet             Seguir a @AbeInfanzon   

 

 

Volver a la página principalVolver a página principal