Antonio Burgos / Antología de Recuadros

Diario 16,  11  de octubre de 1993

Antonio Burgos

Jugar contra "Eire"

 

Pasado mañana jugamos contra Eire. Es una de las mayores tonterías que solemos hacer de vez en cuando, jugar contra Eire. Cada vez que jugamos contra Eire, jugamos no contra un equipo extranjero al que se enfrenta la selección nacional de fútbol, sino contra la lengua española y a favor de la imbecilidad ambiente. Yo no sé por qué, pero cuando jugamos contra la selección gala lo hacemos contra Francia, y no contra "France" y si nos enfrentamos a los alemanes es contra Alemania, no contra "Deutchland". En cuanto en el calendario internacional de los miércoles hay un encuentro contra los irlandeses, parece que nos volvemos todos locutores de la delegación en Barcelona o en Bilbao de las televisiones, o redactores de manuales de estilo de los periódicos de la pomada que marcan la moda que siguen muchos cretinos.

Los padres que mandan a sus niños en el verano a estudiar a Irlanda le dirán a usted mañana que verán el miércoles por televisión el partido contra Eire. Estarán quizá al lado, en la salita, suministrándoles los güisquis de reglamento que se sirven para la ocasión y los empapantes de rigor, sus santas esposas, que estudiaron tal vez en el Instituto de la BVM, esto es, en las Irlandesas, pero no en "las Irish". En los postres, pedimos a veces un café irlandés, pero nunca un "Irish Coffee". Aquí en mi pueblo, hay un cónsul de Irlanda, y, que yo sepa, nunca le he oído decir que representa a "Eire". Pero, hijos míos de mi alma, en cuanto que la selección se enfrenta a Eire, digo, a Irlanda, aquí nos convertimos todos en locutores de los telediarios o tiramos del libro de estilo de la pedantería.

No tiene que ser otra cosa que el complejo de inferioridad que muchas veces tenemos los hispanohablantes con respecto a los americanos o los castellanoparlantes con respecto a otras lenguas, tan legítimas como la nuestra, del Reino de España, que los mismos que dicen "Eire" suelen mentar como "el Estado Español". ¿Cuándo se va a terminar esa jerigonza de meter en lenguas originales palabras que tienen su traducción bellísima en castellano? ¿Es que le tenemos menos respeto al Estado de las Autonomías y al Estatuto Catalán si decimos "el presidente señor Pujol" en vez de esa cursilada horrenda de "al president de la Yeneralitat", con acento en la tát...? En estos días, en los periódicos se han recordado los incidentes de Gernika, escrito así, toma castaña. ¿Es que hay más respeto al pueblo vasco escribiendo la cursilería de Gernika que poniéndolo como se debe en nuestra lengua, esto es, Guernica, como ha sido Guernica toda la vida de Dios, antes y después del cuadro de Picasso?

Hombre, me parecería de perlas que tal se hablara si en los telediarios se dijera que "el president Clinton ha visitado la House of Representatives" y que "Queen Elisabeth del United Kingdom ha recibido al dirigente del Labour Party"... Claro que así, así andamos, que el otro día vi en un diario dictador de pedanterías contemporáneas que en Alemania había sido inaugurada la "Buchmesse", toma castaña, que es la Feria del Libro, y en ese mismo periódico he leído que a un consejero del gobierno vasco, vamos, de Euskadi, lo han doctor honoris causa en Getxo, que gracias a que coleccionábamos cromos con los jugadores del Bilbao hemos podido medio saber que tiene que ser probablemente Guecho, como Arenas de Guecho de toda la vida. Los aviones extranjeros vienen a "Seville", o a "Barcelone", en sus lenguas de ellos, y no se apean del burro, pero aquí en noticias redactadas en castellano se escribe "Lleida" y en la televisión se habla de "Donosti", ¡ osti Pedrín¡

Sé, don José Luis Gutiérrez, baranda de este diario, que le van a llover a usted cartas al director mentándome a la familia, pero como hay tantísimo Eire que no reluce, tenía yo muchas ganas, hace mucho tiempo, de denunciar tanta imbecilidad ambiente y desprecio de la lengua española, como todos esos tontos con vistas al mar que le dicen "Antoni" a Tapies y se cuidan mucho de terminar en eme la palabra "Joaquim". Lo cual lleva a eso tan doloroso como es ver a un emigrante andaluz en Cataluña que se ha tenido el hombre que poner en su tarjeta: "Josep Martínez i Fernández".

Sobre topónimos de otras lenguas peninsulares en el español: "¿Y la RAE?"


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