Antonio Burgos / El Recuadro

El Mundo, 21 de septiembre de 1996

Antonio Burgos

Todo por el "share"

 

Me llaman desde el foro para decirme que José Oneto anda dolido conmigo por haberle dado unos pases de castigo y haberle tocado los costados a su telediario del alma de las 9 de la noche en Antena 3. Ora en la página dos de los domingos de EL MUNDO, ora en la tertulia de Luis del Olmo, he dicho lo que sentía sobre los modos innovadores de bajar el pistón de las noticias políticas y subir la tela del telón del interés humano y de toda la rosácea paleta del corazón, corazón, no me quieras matar, picha, Pepe, que no es para tanto. Quien me informa de los estados de ánimo de mi admirado compañero de la Real Isla de San Fernando me dice que hay quien culpa a esos mis comentarios del share cortete de ese telediario, como si no estuviera ahí la inmensa capacidad profesional de Oneto para elevar su audiencia al Elíseo capitolino en cuanto quiera. Ojalá los comentarios periodísticos influyeran de verdad sobre ese general con mando en plaza que es el español con el bastón de mariscal del mando a distancia cambiando de canales. Pero mandamos menos sobre la audiencia, Oneto, que Luis Ramallo en el PP.

Desde el claro rincón de la provincia, a mi comunicante le dije:

--- Cuando veas a Pepe, dile que me preocupa su preocupación por el share. Tú y yo, afortunadamente, no vivimos de la televisión, pero por el share hay quien muere y hay quien mata. Eso es tan injusto como si yo tuviera que estar con el alma en un puño hasta que el EGM dijera cuántas criaturas han leído este artículo y me dieran el finiquito si la cosa estaba chunga. ¿Te acuerdas de los nervios de la Selectividad? Bueno, pues los de la televisión, peor. Todos los días tienen que sacar una nota altísima en la selectividad del "share", porque, si no, al programa le dan puerta y campo, y a ellos les dan la boleta.

--- ¿Tan en serio se lo toman?

--- ¿Cómo si se lo toman en serio? Les va en ello el pan de sus niños. Yo he visto a un director de programa, ojeroso, a las nueve de la mañana, deambulando como un zombi por unos estudios. Le he preguntado si se encontraba mal y me ha contestado: "No, es que anoche se emitió mi programa y no he pegado ojo; estoy esperando que el director de antena me diga el share que hemos tenido... A ver si superamos el 17 por ciento de la semana pasada, porque, si no, lo tengo duro..."

Como en la puerta de los cuarteles pone "Todo por la Patria", a la entrada de los estudios de televisión tenían que escribir: "Todo por el share". Los directores de programas tienen que prometer defender el share como el que jura fidelidad de la bandera. El share es su bandera, y muchos están dispuestos a derramar por ella hasta la última gota de su sangre. Es lo que más me entristece. Más todavía que el disgusto de mi querido y brillante Oneto. No hay derecho a que los grandes profesionales de la televisión estén vendidos cada instante ante la dictadura de la audiencia. Aquí terminó la negra noche de la dictadura, pero no hemos logrado acabar con la matinal dictadura del "share".


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