Recuadros de Semana Santa

 

Antonio Burgos



Una metáfora de la vida, in ictu oculis

"Guía Apasionada de la Semana Santa"
El Mundo de Andalucía, 1998

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Paso de La Borriquita, de la Hermandad del Amor
Dios nace en el Belén de Sevilla entre pastorcillos vestidos con capirotitos blancos cuando baja por la rampa del Salvador montado en una borriquita. Los ángeles costaleros sí que van dando gloria a Dios en las alturas de la Giralda, cuando vuelve allí arriba de bronce la palma que el señor arzobispo le ha dejado después de la procesión capitular por Gradas Bajas.

Por eso en la Semana Santa hay tantos niños, en las bullas tantos carritos. En la Semana Santa están todos los niños de todas las vidas, nazareno, no seas saborío, dame cera, jugando en la rampla del Salvador esperando pedir el primer caramelo al primer nazareno, nazareno, una hebilla menos...A partir de ese primer nazareno del Domingo de Ramos, todo será tan fugaz como una vida. Si la Semana Santa está recién nacida, en la niñez, el Lunes ya será un muchacho que empieza a gallear y que esperará a una niña para ir ver a la Virgen del Museo por el andén, hasta tres veces le tocaron la marcha, qué chicotá más larga, este año sí que ha sido larga... Ese muchacho, el Martes, será un hombre viendo la Buena Muerte de otro Hombre, entre cruces de la muralla del Alcázar, recuerdos de la calle Placentines, estrecha y larga...A esta altura de la Semana, ya nos habremos casado con con la ciudad en fiesta. No comprendemos cómo se podría vivir sin ella. Sin darnos cuenta habremos cumplido los treinta años que tiene Miércoles Santo, día que tiene esa edad en que ya no se recuerda al niño que fuimos el Domingo de Ramos.

El Jueves Santo se llega tan volando como los cuarenta. Lo enlazas con el Viernes del tirón, con esa Madrugada en la que te crees que el cuerpo te va a seguir respondiendo como el Domingo de Ramos, y hasta te atreves a empalmarla con la tarde del Viernes, en que el cansancio de las piernas oyendo al muñidor de La Mortaja te dice la edad que verdaderamente tiene encima la vida que llevas vivida en una Semana, y viene anunciando lo que viene, que esto, ¿la vida o la Semana Santa?, se está empezando a acabar. ¿Qué día de toda la Semana pasa más pronto que la tarde del Viernes Santo? Cuando te das cuenta, no solamente ha salido la Soledad de San Buenaventura desde su secreto patio del convento; es que ha entrado ya, como ha entrado La Carretería, in ictu oculi, que dice el cuadro de Valdés Leal, uno del barrio, que está allí cerca, en el Hospital de la Caridad, por donde acaba de pasar la Virgen del Mayor Dolor en su Soledad. Y ni decirte quiero lo pronto, casi sin pensar, siempre in ictu oculi, ahora que estamos junto a los medios puntos del pudridero de Miguel de Mañara, que cuando nos damos cuenta será ya el Sábado y estaremos delante del paso de la Canina.

   

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