Navuegue en Internet con Banco Santander

Antonio Burgos / El Recuadro

El Mundo, 16 de diciembre de 1996

Antonio Burgos

Vea también en El RedCuadro el primer artículo donde se pidió el indulto del toro de Osborne en la Prensa española, en 1989

Ojú por el toro de Osborne

 

Al toro de Osborne, enamorado de la luna de las carreteras andaluzas, ya le ha puesto Campanero el mayoral de la Consejería de Cultura, y lo ha inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. Ojú. Esto significa que a partir de este momento hay que empezar a preocuparse muy seriamente por el toro de Osborne. Ahora es cuando de verdad corre peligro el toro de Osborne, que ha resistido dos regímenes, la dictadura y la democracia, y dentro de ésta a cuatro gobiernos, saber: el de Suárez, el de Calvo Sotelo, el de González y el de Aznar. Incontables son, como los mártires de Zaragoza o los enchufados en la Junta, los consejeros de Cultura cuya política ha resistido el toro portuense de Manolo Prieto. Digo esto porque inscrito como monumento que está y figurando en el censo del Patrimonio Histórico Andaluz, a los veintiún ejemplares del torito, torito bravo, capitán de la manada publicitaria que existen en nuestra tierra puede caerle encima la política protectora de la Junta de Andalucía.

Echense a temblar como a la Consejería de Cultura le dé por aprobar un presupuesto para restaurar esos veintiún toritos de amapolas y aceitunas, y encarguen de ello a sendos arquitectos de la modernidad, el progreso y el por aquí te quiero ver. ¿Se imaginan lo que pueden hacer con el toro? Pues chispa más o menos, lo que hicieron con el palacio sevillano de San Telmo, con las columnas de la Mezquita de Córdoba, con la Torre Tavira gaditana. Cuando a un arquitecto, gremio soberbio donde los haya, lo llaman para una restauración, se cree que lo reclaman para enmendarle la plana a la Historia. Que la Historia estaba mal escrita, y que piden el concurso de su genialidad para que escriba los renglones que le faltaban. Cuando se restaura un cuadro, el señor que le saca los colores no se los saca en sentido figurado añadiéndole cosas de su cosecha. Se restaura un Murillo y a quien lo hace ni se le ocurre pintarle a la Virgen un manto diseñado por Vittorio y Luchino. Pero se restaura un edificio y aquí se le enmienda la plana hasta a Oviedo y a Vandelvira, con añadidos, postizos, estucos, mucho estuco, y travertino, mucho travertino, que entre Gil con las canteras de Macael y los arquitectos progres con el travertino van a acabar con el mármol, y las lápidas de los cementerios vamos a tenerlas que poner de plástico o de acero inoxidable.

Me estoy imaginando que la Junta, una vez catalogado el toro de Osborne, decide restaurar el ejemplar de Alcalá de los Gazules, por aquello de la ruta del toro, y que se lo encarga a José Ramón Sierra. De momento lo pinta de lunares, como la bata de María del Monte, y después ya veremos. Si se lo encarga a Vázquez Consuegra, de momento le pone unas toberas marineras que recuerden al Adriano III, por ser el vaporcito del Puerto, como el toro. Si es Marín el encargado de la restauración, le pondrá al toro para que no se moje los lomos con la lluvia una cúpula a modo de olla exprés. Manzano le pondría unas mansardas y le añadiría dos plantas, pero como Manzano es de derechas, no corremos el mejor riesgo de que la Junta le encargue la restauración. Y como el toro es civil, no eclesiástico, tampoco es probable que se la encarguen a Alfonso Jiménez, maestro mayor de la Catedral hispalense. El cual, como está mandado, lo primero que haría sería ponerle al toro unas vallas en un perímetro de un kilómetro a la redonda, para que no pasaran los turistas sin apoquinar, y una taquilla para que fueran dejando la tela marinera, como hizo en esa aliteración de convertir la Magna Hispalense en la Manga, Hispalense Cabildo Metropolitano.


Antonio Burgos: biografía, libros, obra periodística 

Otros textos de Antonio Burgos sobre toros 

 Volver a EL RECUADRO

 

Volver a la página principalVolver a página principal