Con Maastricht hemos topado

"Si hay una fiesta opuesta al significado de todo lo que
tenemos que tragar con Maastricht es el 2 de Mayo"

Por menos de la mitad de lo que representa Maastricht, aquí se armó el 2 de Mayo. España se levantó por la pérdida de nuestra soberanía. Ahora estamos encantados con haber perdido la soberanía, y con que Fischler, al que no ha votado nadie en España, mande sobre nuestros olivos bastante más que Loyola del Palacio. Si esta España siguiera siendo aquella España, la llegada de Fischler tendría que haber sido pintada por Goya, de la que se habría liado. Se habría liado el 2 de Mayo. Pero ya no se forma ningún 2 de Mayo por nuestra pérdida de soberanía y por el entreguismo a una Europa que hasta ahora no nos ha dado más que disgustos, apreturas de cinturón y congelaciones de salarios.

Maastricht es la gran coartada. ¿Qué pasaría si la política económica que está imponiendo Aznar, y que tan buenos resultados le está dando, dijera que la aplica para remediar el desaguisado, las tropelías y los desbarajustes con que dejaron las arcas públicas los del Gobierno saliente? Los trabajadores, de momento, no es que se hubieran echado a la calle; es que no habrían entrado en sus casas desde hace un año. Estaremos, como dicen, en una sociedad civil, pero aquí cada vez hay más valores casi religiosos de nuevo cuño. Europa es una religión como otra cualquiera. Los funcionarios de Bruselas tienen algo de sumos sacerdotes de la nueva religión. Los curas ya son personas normales y corrientes, que dicen la misa de cara al público y en castellano. Los bichos raros ahora son los sacerdotes del culto de Bruselas. Como los curas hablaban antes latín para dar rito iniciático a las cuestiones de Dios, los del sacerdocio comunitario hablan un nuevo lenguaje religioso, la jerga de Bruselas. Si era difícil entender el misterio de la Santísima Trinidad, más difícil es comprender el misterio de qué es una directiva europea, eso de que unos señores que no ha elegido nadie dictan las leyes que tenemos que cumplir por narices. Narices europeas, naturalmente.

Maastricht sirve para todo como excusa. Del "no sabe usted con quién está hablando" hemos pasado al "es que esto es lo que manda Maastricht". En la plaza de toros de Sevilla saben ustedes que son célebres los silencios, ¿no? Bueno, eran. Desde este año, durante cada faena de muleta, por mucho silencio que haya en la plaza, se oye desde la puerta del arrastre el ruido de una sierra mecánica que viene del desolladero, donde descuartizan el toro lidiado anteriormente. Adiós, silencios de la Maestranza. Así que está toreando una figura, en ese silencio de respeto, y no se oye una mosca... Pero se oye el chirrido de la sierra mecánica del desolladero. Pregunté a quien sabía por la dichosa sierra y me dijeron más con orgullo europeo que con resignación:

-Es que Maastricht obliga a que los toros se descuarticen con esa sierra...

Ah, con Maastricht hemos topado. Maastricht ocupa el lugar de la Iglesia. Antes era lo que mande el Papa y ahora, lo que diga Maastricht. Todas las charranerías españolas se esconden bajo capa europea. Igual que en la plaza de los toros de Sevilla me di cuenta en el mercadillo de los sábados en Marbella, el que ponen en Nueva Andalucía. Estaban allí los vendedores ambulantes de toda la Andalucía la Baja, los gitanitos de Algeciras, los anticuarios de Ronda, los calés de Granada, con sus furgonetas y sus mercancías en los puestos desmontables. Buscaba un bañador resultón, de ésos que te los compras en el mercadillo pero luego, cuando te preguntan, dices que es del último viaje a París. Y no lo había de mi talla. Pregunté por mi talla al gitano que los vendía y con la misma seguridad y orgullo europeo que el del desolladero de la plaza de Sevilla, me dijo tan campante:

-No, es que ahora Maastricht nos obliga a vender solamente estas tallas que ve usted ahí...

¿Qué tendrá que ver Maastricht con el chalaneo del gitano de los bañadores del mercadillo de Marbella? Pues aproximadamente lo mismo que con la congelación salarial. Pero si Maastricht le da el avío a Rodrigo Rato, y nos dice lo de las tallas únicas del cinturón y todos nos lo apretamos resignadamente y los sindicatos hasta firman el acuerdo de la reforma laboral y todo, no hay razón para que el gitanito del mercadillo no pueda lucrarse el hombre de la bobaliconería general ante la palabra mágica. Le acabé comprando el bañador, aunque me estaba casi como el de Fraga en Palomares, sólo porque me desarmó con su vieja picaresca.

Por esta santurronería del "con Maastricht hemos topado" no me explico, la verdad, cómo la Comunidad de Madrid sigue celebrando el 2 de Mayo como fiesta. Si hay una fiesta opuesta al significado de todo lo que tenemos que tragar con Maastricht es precisanente el 2 de Mayo. Conviene no decirlo muy alto, porque como Maastricht se entere de esto del 2 de Mayo en Madrid, lo quita. No por lo de los franceses, no por los fusilamientos de la Moncloa, no por la carga de los mamelucos ni por el Parque de Monteleón. En Europa no saben quiénes eran Daoiz, Velarde y Ruiz, ni falta que les hace. Por lo que verdaderamente peligra el 2 de Mayo es porque como aquí nos sirve mayormente para unirlo al 1º de Mayo y hacer un puente que es un acueducto, como se entere Maastricht, vienen y por aquello de la productividad y de las horas trabajadas al año nos quitan el 2 de Mayo, vamos que si nos lo quitan... *


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