Cojos catalanes, cojos zamoranos

Tenemos de hecho un Estado Federal,
con nuestras 17 autonomías, pero sin
un Washington que coordine

Al cabo de muchos años, demasiados, puedo decir que tengo un amigo militar... A los paisanos nos podrían regalar un viaje a Cancún si respondiéramos afirmativamente a la pregunta de si tenemos algún amigo militar. Muy pocos lo tienen. Mi amigo el militar es teniente general. Hombre, para una vez que se echa uno un amigo militar, no va a ser cabo, como Cascorro... Pero a mi amigo el militar le ha cogido la jubilación, como a muchos funcionarios del Estado. Sólo que la jubilación, para los funcionarios militares, se llama pase a la reserva, porque con ese nombre, como de Rioja del 92 o de Ribera del Duero del 89, parece que suena menos fuerte. Mi amigo ha pasado a la reserva, pero ha tenido España la suerte de que, al contrario de lo que ocurre con casi todos los militares, sus servicios a la Patria (sí, a la Patria, ¿pasa algo?) no han cesado. Mi amigo se llama Francisco Mira Pérez, y como paisano ha sido nombrado por el Gobierno secretario general del Real Patronato de Ayuda a las Minusvalías, organismo que preside (no honoríficamente por cierto) Doña Sofía y que se ocupa de lo que su mismo nombre indica. El puesto del general Mira es sin trincá, pero no por eso le dedica menos ilusión y entrega que cuando estaba (trincando) dedicado a los F-18 en el Sector Aéreo Zaragoza o en el Mando Aéreo del Estrecho.

Para cuestiones de sus minusválidos, ha venido Mira por aquí abajo y me ha contado algo que es una caricatura de España. Cuando le pregunté por los asuntos que más quebraderos de cabeza le dan en su nuevo puesto, me dijo:

-Voy a ver si conseguimos que haya para toda España una única normativa de facilidades urbanísticas para los minusválidos. Porque no sé si sabrás que una rampa para silla de ruedas no tiene la misma anchura obligatoria en Cataluña que en Extremadura, y que los grados de inclinación de esa rampa no son los mismos en el País Vasco que en Andalucía.

No sé si tanto como diecisiete, pero en España hay un chaparrón de normativas para algo tan simple como las rampas de sillas de minusválidos en lugares públicos y edificios de viviendas. Cada presidente de autonomía, como se siente un sátrapa, cuando le llevan el Proyecto de Ley para las Rampas de Cojos, dice:

-¿Cómo? ¿Que nuestras rampas son más estrechas que las de Cataluña? ¿Pero cómo vamos a aguantar ese agravio comparativo? Nada, la nuestra, dos centímetros más ancha. Hay que defender el hecho diferencial...

Yo me creía que un cojo catalán era exactamente igual que un cojo zamorano, por poner dos ejemplos. Pero a la vista de la normativa, no. Como me creía también que un sarampión andaluz era exactamente como un sarampión aragonés, pero también estaba muy equivocado. No hacía dos días que acababa de dejar a Paco Mira y a la normativa de su Real Patronato, cuando me encontré en Cádiz con un grupo de pediatras amigos. Me dijeron:

-Estamos en una reunión científica para ver si conseguimos que unifiquen en toda España los calendarios de vacunación infantil...

-No me iréis a decir que cada autonomía tiene su calendario...

-Pues sí, en unas autonomías hay que vacunar a los niños de unas cosas a una edad y en otras a esos mismos niños, de otras cosas y a otra edad.

Esto es, que igual que un cojo catalán no es por lo visto igual que un cojo zamorano, una escarlatina murciana no es lo mismo que una escarlatina riojana, como es bien sabido. En Estados Unidos hay un Gobierno Federal que de California a New Jersey dicta las rampas para cojos iguales para todos los Estados, y los fabricantes no se vuelven locos, como en España, teniendo que hacer un tipo de acceso para cada autonomía. En Estados Unidos, hay un Gobierno Federal que marca el calendario de vacunaciones infantiles, porque el sarampión es lo mismo en Dakota del Norte que en Carolina del Sur. Pero, claro, aquello es un Estado Federal y no sienten vergüenza de tener un gobierno en Washington.

Aquí tenemos de hecho un Estado Federal, con nuestras 17 autonomías, pero sin un Washington que coordine. Con las rampas de los cojos y las escarlatinas catalanas me explico perfectamente lo de la Policía Nacional en el País Vasco. Es como si Washington no tuviera Guardia Nacional para mandarla cuando queman criaturas negras en Alabama ni FBI para enviarlo a investigar los crímenes en Nevada. Aquí hemos puesto todos los inconvenientes del Estado Federal y ninguna de las ventajas. Somos unos Estados Unidos sin Washington. O algo peor: como si Bill Clinton tuviera que pactar con el gobernador del Estado de California cada pasito que da. Incluidos los pasos en dirección del huerto adonde quiere llevarse a la becaria de turno... No me extrañaría que aquí, sin Washington, cada california nuestra reclamara su derecho a imprimir moneda. Porque viene el euro, que, si no, aquí terminábamos con una peseta para el cojo catalán y otra peseta para el cojo zamorano, un sello de Correos para avisar de la vacunación de la escarlatina murciana y otro sello para avisar de la vacunación de la escarlatina riojana... *


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