Antonio Banderas, el aceite y la boina

"A la vista de la moda del buen aceite, los restaurantes
buenos deberían poner en plantilla el huiliere,
que sería el sommelier de los aceites"

Pues no sé yo si sigue adelante o si se ha parado, porque no he vuelto a oír hablar del asunto, aquella idea que hubo por parte de la Junta de Andalucía, de contratar a Antonio Banderas para que hiciera la propaganda del jamón serrano y del aceite de oliva en los Estados Unidos. Aunque me parece a mí que con esto del aceite nos va a pasar como con las uvas de Almería: que para consumir los excedentes de producción después de la rebaja del tío Paco Filschler, vamos a tener que poner de moda tomarnos un trocito de pan con aceite por cada campanada, cuando den las doce en la Nochevieja. El comisario europeo nos habrá hecho un pie agua (pie de olivo. naturalmente) con sus contingentes, sus cupos, su ayuda a la producción y su desprecio al árbol, pero la protesta de los agricultores ha conseguido lo que nunca se había logrado: que el aceite de oliva se ponga de moda dentro de España. No hace tantos años que en el viene-y-va de las modas dietéticas, decían que el aceite de oliva era la mar de malo para el colesterol... Y para los productores de aceite de soja y de girasol, que eran quienes tal campaña alentaban. Menos mal que ya se proclama por todos que nada como una buena ensalada aliñada con aceite de oliva virgen de primera presión, que es un placer de los dioses de Baena que ahora, gracias a Europa, hemos descubierto.

Lo más divertido del aceite es que, con esta moda, hablan como enterados los que no tienen ni puñetera idea. El aceite español, el perseguido aceite de oliva, ha entrado en el mismo paraíso de los iniciados del Rioja o del Ribera de Duero. Te hablan de acidez, y de categorías de calidad, y de sabor avellanado, y de cuerpo del aceite como si todos fueran los mismísimos señores Nuñez de Prado, Ybarra o Guillén, que mantienen bien alto el pabellón patrio frente al control del sector por las multinacionales y por los intereses italianos. Déjelos usted, que hablen del aceite, aunque no tengan ni idea, como tampoco tienen ni idea los que hasta llevan en la cartera un como naipe de Heraclio Fournier, donde vienen las calidades de las añadas del Rioja. Dentro de nada, oiremos en los restaurantes donde los ejecutivos se ponen hasta la corcha cuando paga la empresa la comida de trabajo:

-Por favor, para la ensalada me trae un Española virgen extra, de 0,75 de acidez, y a ser posible cosecha 97, que es la mejor de estos años.

A la vista de la moda del buen aceite, los restaurantes buenos deberían seguir esta corriente, e incluso poner en plantilla el que podríamos llamar , a la francesa que es como estas cosas de la gastronomía quedan bien, el huiliere, que sería el sommelier de los aceites, allá con su tacita de plata colgada al pecho con una cadena, como la que lleva Felipe Campuzano, y probando con ella los óleos y hablando de ellos a los clientes que se dan importancia y fuste de saber de ellos:

-¿No prefiere el señor que para las endibias le pongamos un Ybarra de 0,7 de acidez, que va mejor con este tipo de verduras?

-¿Pero ese aceite está bien de contenido de ácidos insaturados? Es que prefiero los que dejen un regusto avellanado retronasal...

-En esta casa nada más que usamos aceites retronasales, señor, por narices -dirá, muy suficiente, el huliere mientras se dispone a aliñar la ensalada...

Ojalá se extienda esta moda del consumo del buen aceite, que lejos de ser malo para los niveles del colesterol es su mejor forma mañanera de control, con la tostada de buen pan de pueblo... Y ojalá se quede Antonio Banderas sin trabajo en América por lo que respecta a la promoción del aceite, señal de que lo de Europa se ha solucionado y que los excedentes nos los tomamos ya todos aquí. Podríamos en ese caso encargarle a Banderas algo que me propone una lectora, quien me dice: "El otro día, en el pueblo en el que vivo, vi a un paisano de unos 60 años con cazadora vaquera, y gorrita de visera, y me dio por pensar que a lo mejor a Antonio Banderas le podía interesar la promoción de la boina de toda la vida o bien el sombrero cordobés tan nuestro, a cambio, como parece ser que le pagaron cuando lo del jamón, de unas cuantas piezas para la cabeza. Tú que tienes tan buenos contactos, se lo podrías sugerir, porque es una pena que suframos la gente de bien, viendo cómo cambia el traje regional de la zona, que ya consiste en chandal, zapatillas de deporte y gorrita de los Chicago Bulls."

Todo sea por la boina española. La boina es más exportable que el sombrero cordobés de ala ancha, porque si se pone de moda en el Japón, pongo por caso, todos los habitantes de Tokio iban a parecer primos de Juanito Valderrama. Igual que apoyo la promoción interna del aceite, respaldo la expansión exterior de la boina, prenda de cabeza española donde la haya, que ahora apenas usan más que Carmen Martín Gaite y algunas veces Javier Gurruchaga. Hay que promocionar la boina tolosana más allá de las rojas chapelas de los policías autónomos vascos. Un Antonio Banderas con boina en la entrega de los Oscar hubiera sido precioso. Y, además, la única forma de que vuelva la moda de la hispánica boina. Incluso podría Antonio Banderas promocionar la boina de los Chicago Bulls, con su escudo, y así ese lugareño que vio mi lectora volvería a las raíces. Las raíces donde Filschler quiere que se pudran nuestros olivares...

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